Barba mutante

James Harden empezó esta temporada transformándose en un gran asistidor.

harden.jpg
En este arranque de temporada, James Harden parece ser un jugador diferente al de años atrás. Sin perder su enorme potencial goleador “La Barba” se ha transformado en el máximo asistidor de la liga y a su talento natural le ha agregado conceptos. Igual, todavía queda mucho por mejorar.

James Harden siempre fue un diamante en bruto, uno de esos talentos naturales difíciles de encontrar todos los días a la vuelta de la esquina. Sin embargo, hasta no hace mucho, solía ser uno de esos players que jugaba a la pelota y no al básquetbol; alejado de los conceptos, las estrategias y el discernimiento que necesita un deportista de élite. En el comienzo de esta temporada 2016-2017, aún con rasgos evidentes de aquel andar frenético y atolondrado, “La Barba” parece haber sufrido una metamorfosis saludable para su presente y futuro; de goleador temible y anárquico a jugador más integral, de equipo y que explota a fondo todas sus cualidades. En estos primeros doce partidos, Harden se ha transformado en el máximo asistidor de la NBA, con un promedio actual de casi 13 (12,8) asistencias por match y no ha perdido su cuota de anotador letal, con una media de 28,5 puntos por encuentro. A esto hay que agregarle 8,2 rebotes, lo que habla de una versatilidad manifiesta.

Sin embargo, lo que destaca a la vista de todos los amantes del básquetbol es que ha elevado notoriamente su promedio de pases gol; teniendo en cuenta que el año pasado repartía poco más de 7. Uno de los responsables del crecimiento y desarrollo impactante que ha experimentado James Harden esta temporada, es el entrenador Mike D’Antoni, quien arribó a Texas este año y sin dudas ha sabido sacarle el jugo en gran medida a su jugador estrella. Cuando se produjo el debut del equipo frente a Los Ángeles Lakers, ya pudimos ver una prueba real de lo que podría denominarse la mutación del año; Harden cerró su planilla con 34 puntos y 17 asistencias esa noche de fines de octubre, aunque fue derrota en aquel estreno.

Post partido debut, D’Antoni manifestó que esperaba mucho del nacido en la ciudad de Los Ángeles para esta temporada y pretendía que duplicase el promedio de asistencias que había conseguido el pasado año. “La Barba” aún no ha alcanzado la meta de su coach pero el rumbo es el correcto. Claro está que no todo lo que brilla es oro y existen dos talones de Aquiles en los que el base-ayuda base deberá hacer foco; agachar bastante más la cola en defensa y dejar de ser una maquina de perder pelotas para darle más seguridad a sus compañeros, rol fundamental en cualquier conductor de equipo.

Así como comanda la lista de los mejores pasadores, Harden tiene el dudoso honor de ser el que más pelotas pierde por partido con 5,6 de promedio; esto significa un aumento considerable si tenemos en cuenta el 4,6 de hace un año atrás. También hay que decir que esto radica en una apuesta permanente por jugar a una sola velocidad, de siempre ir por el lado más riesgoso; es su forma, su manera, su esencia tal vez. También habría que tener en cuenta que, desde su época en Oklahoma, naturalmente siempre fue un ayuda base (salvo aisladas oportunidades) y no un base; como lo es en muchos momentos de partido desde su llegada a la ciudad de Houston. Si hubiese que buscar un paralelo con notorias similitudes al número 13 de Houston, sin dudas todos pensaríamos en Russel Westbrook; también perteneciente a esa rara avis capaz de la mayor genialidad y del error más infantil. Tan mágicos, como desbocados.

A los 27 años de edad quizás sea la hora de empezar a manejar tiempos, bajar ritmos y ponerle un poco más de intelecto a la habilidad innata. Entender el juego básicamente e intentar controlar ese instinto indomable. De todos modos, la mejoría de Harden es real y su enorme evolución se ve, mayormente, en esas ocasiones que en vez de jalar el gatillo, decide mover la bola una vez más. Durante ciertos momentos, cuando lo vemos galopar el piso flotante de los majestuosos estadios yanquis, precipitado e insensible a la acción de freno, aún nos recuerda al básquetbol callejero, más que a la excelencia de la NBA; pero, poco a poco, va intentando salir de la vorágine para leer adecuadamente cada jugada. Él y solamente él es el motivo por el cual los Houston Rockets tienen record positivo (7-5) en este inicio de competición. Habrá que ver si Capela, Ariza y compañía agarran el efecto contagio de una Barba que está en llamas. Su techo aún está lejos. Depende de él.

Las 17 asistencias en el debut