Faltan 48 días

Falta un día menos para que arranque el Mundial. Hoy: la final de 1930 en la que Uruguay derrotó 4 - 2 a Argentina.

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Foto: la-redo.net

Luego de la victoria ajustada ante Perú, los jugadores de la selección uruguaya, sin dirección técnica, creyeron conveniente realizar variantes para enfrentar a Rumania en busca de la clasificación a segunda ronda.

Debido a las dificultades que habían sufrido los defensas uruguayos frente a los delanteros peruanos, ingresó Ernesto Mascheroni por Domingo Tejera.

El resto de los cambios fueron en la delantera. Pablo Dorado jugó en la punta derecha junto a Héctor Scarone y Juan Peregrino Anselmo. Estos dos últimos se reunieron con el "Vasco" Cea antes del partido y establecieron una estrategia: "un juego de pases cortos, cortita y al pie".

La nueva táctica dio resultado, ya que Uruguay humilló a Rumania por 4 - 0 y a Yugoslavia por 6 - 1, a pesar de haber comenzado perdiendo. Estas victorias colocaron a los celestes en la final del Mundial. Repitiendo la situación de dos años atrás en los Juegos Olímpicos, el partido sería con Argentina.

Para la final los jugadores deciden sustituir a Anselmo, según el "Vasco" Cea un delantero único por la capacidad de hacer moñas, por Héctor Castro. Se creía que el "Manco", con una mayor fortaleza física, era más acorde a un partido de estas características.

E
l primer tiempo fue malo para los uruguayos, que terminaron perdiendo 2 - 1 por no mantener el empate logrado, al anotar Stábile el segundo tanto para los argentinos. Los nervios comenzaban a aparecer en los locales.

Lorenzo Fernández, mediocampista del combinado celeste, era conocido por su afán por ganar, al punto de casi abandonar la concentración por haber perdido un campeonato de vóleibol. En una arenga guerrera, dijo a sus compañeros en el vestuario: "Si perdemos, los mato uno por uno". Mientras que el histórico capitán José Nasazzi repitió: "El Gallego los mata y yo los entierro".

Sus compañeros tomaron al pie de la letra las palabras dichas en el vestuario y respondieron, empatando a los doce minutos del segundo tiempo. El autor del empate no podía ser otro que Cea, que alargando su mito como "empatador olímpico" ponía la paridad en la primera final de un Mundial.

Minutos después, Santos Iriarte, half izquierdo del equipo uruguayo, impulsado por el aliento del público lanzó desde 25 metros y puso a Uruguay nuevamente al mando del partido.

Con los espectadores como aliados, la selección uruguaya empezaba a dominar definitivamente el partido. Para calmar los nervios apareció el gol de Héctor Castro, cerrando una tarde histórica para el fútbol mundial.


Carlos Reyes, periodista del diario El País, escribía al día siguiente. "Después de Ámsterdam, esta de ayer es la revancha. Ha sido tan limpia la victoria, de tan incuestionable validez los goles que señaló nuestro team; tan neta la supremacía que empezaron a ejercer nuestros campeones en el preciso momento que el score nos era adverso, que todo eso, unido a la valentía y a la moral que el team expuso cuando fue preciso vencer, que debemos pensar que ahora, como hace dos años, no se tildará nuestro triunfo ni se le opondrán reservas egoístas, al margen de una recta lealtad deportiva".

Con algunos cambios, manteniendo igual la base de Colombes y Ámsterdam, Uruguay se alzaba por tercera vez en seis años como campeón mundial de fútbol. A pesar de algunos mitos, la victoria uruguaya fue incuestionable. Se comenzaba a cerrar el ciclo de los más gloriosos en la historia del fútbol, que pondría a Uruguay para siempre en el Olimpo de los grandes equipos.

Mirá el documental de FIFA sobre aquella final: