Que vuelvan los periodistas deportivos de antes

Los viejos exponentes la siguen luchando contra la nueva ola que invade su reducto

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Algunas muestras de lo mejor en materia de periodismo deportivo

"Fabián: yo te conocí en pedo y también te conocí normal, y las cosas que decías en pedo las decías normal". Así, mirando a la cámara se dirigía Julito César Gard a nuestro prohombre Fabián Alberto O’Neill. Clarito, manejando los códigos de los periodistas de pura cepa que ya casi no quedan, Julio es de esos exponentes de una raza que lamentablemente está siendo desplazada de los primeros planos.

Aquel aroma a café y romanticismo de las viejas redacciones por las que desfilaron grandes exponentes de otro periodismo, se ha ido perdiendo en favor de una nueva camada que se peina con gel y proviene de la universidad, o peor aún, de mujeres hablando de fútbol. ¡El fútbol es de hombres señores!

Escuchar el clásico "mmmmm que tal Alberto, augurios de un relato feliz" de Julito desde la cabina de CX22, verlo con los lentes clavados en la punta de la nariz y el inefable robapelo, es una guiñada a los monstruos sagrados de la vieja escuela. Un Gard sin pelos en la lengua que dijo que los psicólogos son todos homosexuales, clarito como el agua y con lo que hay que tener para bancársela.

Como Rodolfo Pereyra, que se pelea con quien sea por defender sus ideales forjados en la universidad de la calle y en la noche, como el gran "Tito" Mastandrea, que en su inigualable pluma maneja todos los principios  del periodismo de antes o como otros popes de la información y de la vida: Jorgito Savia, el pelado Crosa, Jorgito Baíllo o Juan Carlos Laurenzo.

Contemplamos con desazón cómo se nos metrosexualizó Estadio Uno, uno de los bastiones de épocas gloriosas, o cómo se alejó injustamente de los paneles a ex jugadores devenidos en periodistas como el "Pepito" Urruzmendi.

Dejémonos de Ciencias de la Comunicación y esas cosas raras que nada aportan. Los botijas que hoy salen de esos lugares con un título, carecen de la sapiencia y el vestuario, del boliche y la viveza de los viejos titanes del periodismo. El periodismo deportivo siempre fue reducto de personas que compartían la noche con los jugadores, no de los que los mandan presos.

Basta de los nuevos periodistas que hablan en difícil, que manejan términos como “investigación” o “metodología”. Esos que bajo el rótulo de “comunicadores” obligaron a Jorgito Savia a dejar la máquina de escribir para aprender a usar la computadora, que hicieron que Julito Gard pasara de los ficheros a la notebook o que Baíllo tenga que soportar que se diga que Rumbo a la Cancha es una terrajada.

No, señores, esos son los verdaderos reductos del periodismo deportivo de antes, de los laburantes del periodismo que provenían y cultivaban una cultura popular, donde la cancha pasa al mostrador.

Qué nos van a decir de que las mejores entrevistas son las de estos pichones que les hablan a los jugadores como si estuvieran entrevistando al ministro de economía. Las mejores entrevistas son las de Baíllo, que diez minutos antes le pregunta al productor un par de piques sobre el invitado y salen espectaculares, auténticas.

Que viva el romanticismo de Gard, la prosa exquisita de Mastandrea, la poesía de Toyos, las caras como la de JC Laurenzo, que no necesita ser carilindo para exponer claridad de conceptos.

Seguiremos luchando por la prevalencia de los Viejos Valores en esta disciplina del fútbol y de la vida misma. Abajo los metrosexuales que parecen maniquíes de Zara, que manejan la computación, que encuentran videos en youtube y usan el traductor de google. Que vuelva el periodismo que queremos, ¡que vuelvan los periodistas deportivos de antes!

Si querés dedicarte en cuerpo y alma al Dios Obdulio te invitamos a pasar al templo en el que se pregonan Viejos Valores ---> (apretá acá).