Ronaldinho pierde su identidad

El metrosexualismo gana otra batalla, cobrándose a un peso pesado.

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Si nos dicen Ronaldinho pensamos en tres cosas: Magia, fiestas… y dientes. A partir de ahora a ese triángulo característico le va a faltar un lado, aunque siempre nos van a quedar las viejas imágenes en las que desplegaba magia con sus dientes de conejo al viento.

Fue un referente de los Viejos Valores, a pesar de no ser uruguayo. Y hacemos hincapié en el “fue”, porque lo que nos acaba de hacer Ronaldo de Assis Moreira no tiene perdón de Obdulio. Lo perdimos, el genio Gaúcho es ahora un hombre de dentadura perfecta, de “sonrisa Kolynos”. Imperdonable. Pese a que en una antigua entrevista declaraba orgullosamente que ni pensaba en operarse los dientes porque lo hacían reconocible, algo lo hizo cambiar de opinión. Después de viejo, se quiso hacer el lindo así como Rooney cuando le dio por hacerse un entretejido a lo Luis Alberto Carballo. Recordemos que ese mismo Ronaldinho es el que fue retratado por la prestigiosa pluma de José “Tito” Mastandrea, como “más feo que pisar mierda descalzo”.

Un player que fue un paradigma de calidad dentro y fuera de la cancha, negro, feo, nochero, talentoso, no tuvo mejor idea que caer en los brazos del metrosexualismo internacional que invade inexorablemente al balompié. Se arregló los comedores, quiso verse sexy, modificó la estética de su emblemática sonrisa. Esa sonrisa que según reconoció alguna vez el propio jugador, fue objeto de burla de sus rivales. "Hay veces que hay rivales que tratan de ofenderme con el tema de los dientes, pero no me importa en lo más mínimo. ¿Por qué debiera hacerme problema? Soy futbolista, no modelo". Eso sí que estaba bien hablado, pateando la mesa contra los modelitos que comenzaban a invadir los campos de juego con sus cremas y su olor a perfume.

¿Qué diremos el día de mañana a nuestros hijos? Hasta ahora, la historia decía que Ronaldinho era un hombre que fue el mejor del mundo hasta que no quiso seguir siéndolo. Que en un momento se le dio por la buena vida, y pasó a ser un buen jugador, pero con más noche que Carlitos Nuñez (sin desgarros). Mítico por sus fiestas, por haberse dejado la panza y a pesar de eso seguir regalando magia. Sus excesos, una vida caótica adornada por la noche y el desorden, eran parte de su legado. Según el futbolista, ese estilo de vida lo llevó a ser exitoso. “En cualquier otra profesión cuando las cosas no salen bien, uno va a un bar para airearse, pero resulta que no es posible para nosotros".
 
"Si la noche hubiera interferido en mi carrera, no habría ganado nada" dijo el hombre que cuando cumplió 32 años, decidió celebrarlo con una 'macrofiesta' de cinco días en un hotel de lujo de Río de Janeiro, y alguna vez declaró, “cuando estaba en el Barcelona tenía sexo antes de los partidos para llegar más feliz al campo”. Flamengo llegó a crear una línea telefónica para que los hinchas pudieran denunciar sus andanzas en la noche. Así de incontrolable era, dentro y fuera del campo. Ese hombre, un mito de la juerga con cara fea como debe ser un futbolista, es ahora un abanderado de la mal llamada estética masculina. “Me siento más seguro ahora, me encanta pasar la lengua por los dientes y mirarme al espejo para comprobar el resultado”, contó el nuevo metrosexual brasileño luego de la intervención. Menos mal que no declaró esto antes de enfrentar a la recordada celeste de Paolo, el “Canario” y el “Chengue”.
 
Ronaldinho traicionó a la hombría futbolística y quedó como modelo para comercial de pasta de dientes. La que fuese la sonrisa más carismática del fútbol ha desaparecido. Oficialmente, Luis Suárez pasa a ostentar los mejores dientes del fútbol mundial.

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