Los unos y los otros
La opinión luego del Premundial
Luego de la participación de Uruguay en el Premundial, nuevamente se encendieron las alarmas y algunas declaraciones sacudieron el ambiente, desnudando algunos problemas de relacionamiento y sobre todo de química de equipo, que se vieron reflejados en cancha.
Las declaraciones de Leandro García Morales fueron el detonante y anteriormente lo habían sido las de Nicolás Mazzarino, que minutos después de haber caído ante Venezuela se despachó con algunas frases que rompieron la monotonía.
Ecuación simple
El resultado obtenido por Uruguay estuvo dentro de lo esperado, por ese lado no pasa el gran punto de análisis, ya que si bien nuevamente se participa de un torneo de estas características sin poder elevar el tono, no se lo puede catalogar de fracaso.
Lo que sí preocupa es que teniendo jugadores de categoría, más allá de bajas fundamentales, no se haya podido generar una química acorde, que permita suplir algunas carencias en pos de conseguir algo más de lo que se iba a buscar.
Algunas declaraciones como “hay que darnos cuenta que son mejores que nosotros y punto”, me parecen demasiado poco ambiciosas y conformistas, sobre todo cuando en la resolución del torneo, un equipo como México, que en lo previo no estaba dentro de los candidatos, terminó demostrando que muchas veces no se precisan de grandes figuras, pero sí de un líder positivo como lo fue Gustavo Ayón y un colectivo que sepa lo que quiere y hacia donde apunta, teniendo convicciones claras.
Cuando en un deporte colectivo como el básquetbol no se encuentran esas características, siempre va a ser difícil poder lograr objetivos, porque siempre por sobre las individualidades van a estar los equipos.
Acción y reacción
El gran disparador de las declaraciones de Leandro García Morales, apuntando hacia la preparación y el cuerpo técnico una vez terminado el campeonato, marcaron la visión de un jugador sumamente profesional, de los mejores de los últimos años en nuestro medio y que son una crítica a toda la realidad de nuestro básquetbol.
En algún sentido dichas palabras pecan de falta de autocrítica y si bien reflejan algo que sucedió en cancha, da la sensación de que siempre tiene que darse un mal resultado para que salten a la luz todos estos problemas, cuando hubo tiempo para solucionarlos antes, sobre todo cuando algunas diferencias se arrastraban del Sudamericano anterior en Resistencia.
Siempre necesitamos un desencadenante para comenzar a hablar y preocuparnos por la selección, en todos los ámbitos, desde lo dirigencial hasta lo que sucede dentro de la cancha, cuando deberíamos buscar adelantarnos a los hechos, evitar que sucedan estos problemas y resolverlos antes.
El camino a seguir
Ahora la pelota está en la casa de los dirigentes, de quienes toman las grandes decisiones, ya que se encuentran en una gran encrucijada de tener que optar el camino a seguir. Cuando se presentó a Pablo López se habló de un ciclo olímpico, de que el profesional estuviera en el cargo mínimo cuatro años, pero esa seguridad ya no parece ser tal y habrá que evaluar muy bien que será lo mejor de aquí en más para la selección.
No considero que el gran problema de este equipo haya sido Pablo López, creo que es un gran entrenador, de los mejores de nuestro medio, capacitado como pocos y que cuando llegó a este lugar no ofrecía mayores resistencias por haberse ganado la posibilidad en base a un trabajo serio y de calidad durante varios años.
Evidentemente hay un punto en el que el propio profesional ha hecho hincapié, a la hora de hacerse una autocrítica y es la llegada a los jugadores, algo que resulta fundamental ya que siempre de lo teórico a lo práctico existen grandes diferencias y ahí puede estar un gran punto de crítica para esta conducción.
También en las palabras de García Morales no se habla solamente de éste último proceso, sino que también a los anteriores encabezados por Alberto Espasandín y Gerardo Jauri, marcando que nunca fueron preparaciones serias como sí sucedió en los meses que estuvo el Ché García.
Está claro que no son los jugadores los que deben elegir al entrenador y deben adecuarse a lo que deciden quienes eligen, pero sí creo que deben ser escuchados, en ese intercambio necesario de ideas, pero la decisión debe ser tomada por Ney Castillo, en conjunto con el Gerente Deportivo de la FUBB, que mediante evaluaciones y estudios deberán diagramar que es lo mejor para el futuro de la selección, con una política clara de hacia dónde se debe apuntar y no pensando en nombres, sino en objetivos.
Mirar el bosque
Ante esta situación surge la gran pregunta de si necesitamos de un técnico extranjero para encaminar esta situación. Creo que no necesariamente, hay muy buenos profesionales en el Uruguay y la cédula de identidad no debería ser motivo de inclusión o exclusión para el cargo de técnico de la selección.
Creo que la discusión debería basarse en otro punto y no en la nacionalidad del entrenador de la selección, hay situaciones bastante más macro que ésta. Lo primero definir hacia donde se quiere apuntar, que tipos de características queremos de un conductor y a partir de ahí elegir, algo que evidentemente no excluye la posibilidad de que continúe Pablo López.
Más allá de centrarnos en una discusión así y tan puntual, también debemos evaluar la importancia de las competencias internas, que son reflejo fiel del nivel de cada país, eso es absolutamente demostrable con números y resultados.
Nunca se puede tener un buen nivel adecuado cuando tu liga no resulta competitiva, cuando no fomentas la formación de jugadores, cuando los clubes compiten a nivel internacional sin pena ni gloria hace varias temporadas. La selección no es un lugar donde los jugadores tengan que ir a aprender algo, su nombre mismo lo marca, es el producto de lo que se trae adquirido y mientras no entendamos, por parte de la dirigencia y sobre todos los clubes, que si no hay una buena competencia interna no hay buenos resultados, busquemos al mejor entrenador del mundo, tampoco se va a conseguir grandes logros.
Las declaraciones de Leandro García Morales fueron el detonante y anteriormente lo habían sido las de Nicolás Mazzarino, que minutos después de haber caído ante Venezuela se despachó con algunas frases que rompieron la monotonía.
Ecuación simple
El resultado obtenido por Uruguay estuvo dentro de lo esperado, por ese lado no pasa el gran punto de análisis, ya que si bien nuevamente se participa de un torneo de estas características sin poder elevar el tono, no se lo puede catalogar de fracaso.
Lo que sí preocupa es que teniendo jugadores de categoría, más allá de bajas fundamentales, no se haya podido generar una química acorde, que permita suplir algunas carencias en pos de conseguir algo más de lo que se iba a buscar.
Algunas declaraciones como “hay que darnos cuenta que son mejores que nosotros y punto”, me parecen demasiado poco ambiciosas y conformistas, sobre todo cuando en la resolución del torneo, un equipo como México, que en lo previo no estaba dentro de los candidatos, terminó demostrando que muchas veces no se precisan de grandes figuras, pero sí de un líder positivo como lo fue Gustavo Ayón y un colectivo que sepa lo que quiere y hacia donde apunta, teniendo convicciones claras.
Cuando en un deporte colectivo como el básquetbol no se encuentran esas características, siempre va a ser difícil poder lograr objetivos, porque siempre por sobre las individualidades van a estar los equipos.
Acción y reacción
El gran disparador de las declaraciones de Leandro García Morales, apuntando hacia la preparación y el cuerpo técnico una vez terminado el campeonato, marcaron la visión de un jugador sumamente profesional, de los mejores de los últimos años en nuestro medio y que son una crítica a toda la realidad de nuestro básquetbol.
En algún sentido dichas palabras pecan de falta de autocrítica y si bien reflejan algo que sucedió en cancha, da la sensación de que siempre tiene que darse un mal resultado para que salten a la luz todos estos problemas, cuando hubo tiempo para solucionarlos antes, sobre todo cuando algunas diferencias se arrastraban del Sudamericano anterior en Resistencia.
Siempre necesitamos un desencadenante para comenzar a hablar y preocuparnos por la selección, en todos los ámbitos, desde lo dirigencial hasta lo que sucede dentro de la cancha, cuando deberíamos buscar adelantarnos a los hechos, evitar que sucedan estos problemas y resolverlos antes.
El camino a seguir
Ahora la pelota está en la casa de los dirigentes, de quienes toman las grandes decisiones, ya que se encuentran en una gran encrucijada de tener que optar el camino a seguir. Cuando se presentó a Pablo López se habló de un ciclo olímpico, de que el profesional estuviera en el cargo mínimo cuatro años, pero esa seguridad ya no parece ser tal y habrá que evaluar muy bien que será lo mejor de aquí en más para la selección.
No considero que el gran problema de este equipo haya sido Pablo López, creo que es un gran entrenador, de los mejores de nuestro medio, capacitado como pocos y que cuando llegó a este lugar no ofrecía mayores resistencias por haberse ganado la posibilidad en base a un trabajo serio y de calidad durante varios años.
Evidentemente hay un punto en el que el propio profesional ha hecho hincapié, a la hora de hacerse una autocrítica y es la llegada a los jugadores, algo que resulta fundamental ya que siempre de lo teórico a lo práctico existen grandes diferencias y ahí puede estar un gran punto de crítica para esta conducción.
También en las palabras de García Morales no se habla solamente de éste último proceso, sino que también a los anteriores encabezados por Alberto Espasandín y Gerardo Jauri, marcando que nunca fueron preparaciones serias como sí sucedió en los meses que estuvo el Ché García.
Está claro que no son los jugadores los que deben elegir al entrenador y deben adecuarse a lo que deciden quienes eligen, pero sí creo que deben ser escuchados, en ese intercambio necesario de ideas, pero la decisión debe ser tomada por Ney Castillo, en conjunto con el Gerente Deportivo de la FUBB, que mediante evaluaciones y estudios deberán diagramar que es lo mejor para el futuro de la selección, con una política clara de hacia dónde se debe apuntar y no pensando en nombres, sino en objetivos.
Mirar el bosque
Ante esta situación surge la gran pregunta de si necesitamos de un técnico extranjero para encaminar esta situación. Creo que no necesariamente, hay muy buenos profesionales en el Uruguay y la cédula de identidad no debería ser motivo de inclusión o exclusión para el cargo de técnico de la selección.
Creo que la discusión debería basarse en otro punto y no en la nacionalidad del entrenador de la selección, hay situaciones bastante más macro que ésta. Lo primero definir hacia donde se quiere apuntar, que tipos de características queremos de un conductor y a partir de ahí elegir, algo que evidentemente no excluye la posibilidad de que continúe Pablo López.
Más allá de centrarnos en una discusión así y tan puntual, también debemos evaluar la importancia de las competencias internas, que son reflejo fiel del nivel de cada país, eso es absolutamente demostrable con números y resultados.
Nunca se puede tener un buen nivel adecuado cuando tu liga no resulta competitiva, cuando no fomentas la formación de jugadores, cuando los clubes compiten a nivel internacional sin pena ni gloria hace varias temporadas. La selección no es un lugar donde los jugadores tengan que ir a aprender algo, su nombre mismo lo marca, es el producto de lo que se trae adquirido y mientras no entendamos, por parte de la dirigencia y sobre todos los clubes, que si no hay una buena competencia interna no hay buenos resultados, busquemos al mejor entrenador del mundo, tampoco se va a conseguir grandes logros.