Pista nueva, debate en puerta
Con la pista reluciente, el debate que se abre es sobre si el uso que se le brindaba era el correcto o se debería ser más estricto a la hora de su utilización.
Foto: Marcelo Szwarcfiter
Hace pocos días se reabrió la pista oficial de atletismo Darwin Piñeyrúa, la gran casa de esta disciplina a nivel nacional, que supo albergar a muchos de los grandes deportistas de nuestro país.
Una inversión de cuatrocientos mil dólares sirvió para, entre otras cosas, realizar su recapado total, componer los diferentes saltadores, refaccionar los vestuarios y varias otras mejoras muy necesarias y urgentes debido al estado en que estaba previo a esta obra.
La misma, que debió ser puesta a punto en el 2011, tuvo una pequeña demora de dos años hasta el 2013, pero su concreción valió la pena, ya que el celeste que luce en la actualidad y el estado en que quedó hizo que la espera se olvidara rápidamente.
Ahora, con la pista reluciente, el debate que se abre es si el uso que se le brindaba era el correcto o se debería ser más estricto a la hora de su utilización.
Está comprobado por las autoridades que hay una sobrepoblación de usuarios muy importante y que, en muchos casos, es usufructuada para fines totalmente evitables, que hacen que su vida útil rápidamente comience a mermar.
¿Usted se imagina yendo con sus amigos al Estadio Centenario a jugar un partidito de fútbol cada día pagando una cuota mensual casi irrisoria?
En la pista, usted puede acceder a la libre utilización pagando simplemente $84 por mes ($1000 por año), y así codearse al lado de Andrés Silva mientras se prepara para los Juegos Olímpicos, o con Déborah Rodríguez mientras salta alguna valla antes de los Odesur.
Ahora, ¿existen horarios exclusivos para el alto rendimiento?. La respuesta es no, así que todos nosotros, los que la usamos como una actividad recreativa o de calidad de vida buscando evitar el sedentarismo, podemos correr en el mismo carril que aquellos que van a representar a nuestro país en el exterior, quizás entorpeciendo su trabajo o retrasando su entrenamiento.
¿Sale otra?
La inversión realizada en la pista se justifica desde el punto de vista de que era necesario mejorarla, pensando más que nada en el alto rendimiento, ya que su desgaste en el piso de polytan a quien más perjudicaba era a estos deportistas (convengamos que para mí o usted es lo mismo correr sobre una base algo gastada).
Entonces, ¿no se debería ser más exigente en sus cuidados, evitando dicha sobrepoblación, al alquilarla incluso para pruebas físicas de árbitros de fútbol, bomberos, policías, eventos y hasta fiestas, como ha sucedido?
Quizás la solución provenga de que es necesaria la existencia de otro escenario de estas características, a lo mejor sin el nivel de calidad que tiene la Darwin Piñeyrúa, pero que permita que nosotros, los comunes, podamos realizar nuestras actividades sin tener que molestar a los deportistas, ni colaborar en un desgaste pronunciado de nuestro principal recinto.
Es un tópico discutible, sin dudas, pero al que hay que abordar con seriedad y rapidez para que una obra tan festejada y necesaria tenga los cuidados y usos que corresponda y que sirva para impulsar un deporte que cada día trae más alegrías a nuestro país.
Es lindo correr al lado de Andrés o Déborah, pero a mí me gusta mucho más cuando ellos se suben al podio representando nuestra bandera en cualquier torneo internacional.
Una inversión de cuatrocientos mil dólares sirvió para, entre otras cosas, realizar su recapado total, componer los diferentes saltadores, refaccionar los vestuarios y varias otras mejoras muy necesarias y urgentes debido al estado en que estaba previo a esta obra.
La misma, que debió ser puesta a punto en el 2011, tuvo una pequeña demora de dos años hasta el 2013, pero su concreción valió la pena, ya que el celeste que luce en la actualidad y el estado en que quedó hizo que la espera se olvidara rápidamente.
Ahora, con la pista reluciente, el debate que se abre es si el uso que se le brindaba era el correcto o se debería ser más estricto a la hora de su utilización.
Está comprobado por las autoridades que hay una sobrepoblación de usuarios muy importante y que, en muchos casos, es usufructuada para fines totalmente evitables, que hacen que su vida útil rápidamente comience a mermar.
¿Usted se imagina yendo con sus amigos al Estadio Centenario a jugar un partidito de fútbol cada día pagando una cuota mensual casi irrisoria?
En la pista, usted puede acceder a la libre utilización pagando simplemente $84 por mes ($1000 por año), y así codearse al lado de Andrés Silva mientras se prepara para los Juegos Olímpicos, o con Déborah Rodríguez mientras salta alguna valla antes de los Odesur.
Ahora, ¿existen horarios exclusivos para el alto rendimiento?. La respuesta es no, así que todos nosotros, los que la usamos como una actividad recreativa o de calidad de vida buscando evitar el sedentarismo, podemos correr en el mismo carril que aquellos que van a representar a nuestro país en el exterior, quizás entorpeciendo su trabajo o retrasando su entrenamiento.
¿Sale otra?
La inversión realizada en la pista se justifica desde el punto de vista de que era necesario mejorarla, pensando más que nada en el alto rendimiento, ya que su desgaste en el piso de polytan a quien más perjudicaba era a estos deportistas (convengamos que para mí o usted es lo mismo correr sobre una base algo gastada).
Entonces, ¿no se debería ser más exigente en sus cuidados, evitando dicha sobrepoblación, al alquilarla incluso para pruebas físicas de árbitros de fútbol, bomberos, policías, eventos y hasta fiestas, como ha sucedido?
Quizás la solución provenga de que es necesaria la existencia de otro escenario de estas características, a lo mejor sin el nivel de calidad que tiene la Darwin Piñeyrúa, pero que permita que nosotros, los comunes, podamos realizar nuestras actividades sin tener que molestar a los deportistas, ni colaborar en un desgaste pronunciado de nuestro principal recinto.
Es un tópico discutible, sin dudas, pero al que hay que abordar con seriedad y rapidez para que una obra tan festejada y necesaria tenga los cuidados y usos que corresponda y que sirva para impulsar un deporte que cada día trae más alegrías a nuestro país.
Es lindo correr al lado de Andrés o Déborah, pero a mí me gusta mucho más cuando ellos se suben al podio representando nuestra bandera en cualquier torneo internacional.