El arca de Rosario
Caimos por segunda vez en el campeonato este domingo y bajo la lluvia, frente a Peñarol.
Foto: Facebook Racing Club de Montevideo
Perdimos contra un grande, en el estadio y con situaciones climáticas totalmente inhóspitas para un partido de fútbol, es cierto, pero se podría haber ganado.
Para empezar, Rosario armó el equipo con la inclusión de Dany Acosta como titular en el medio campo, dándole un tinte un poco más ofensivo al equipo. El concepto en sí no creo que esté mal, porque le dio a la mitad de la cancha otro trato de pelota, y Acosta jugó buen partido.
Además se trata de un jugador liviano, característica que lo hacía ideal para un partido con la cancha tan pesada como la del Centenario este domingo. Pero eso -por supuesto que junto con otros factores- hizo que el equipo se parara más adelantado de los que tenía acostumbrados.
Yo entiendo que a este Peñarol se le puede jugar y ganar jugando de igual a igual. De hecho, en los primeros minutos fuimos un poco más, pero teniendo en cuenta que la filosofía del entrenador es un poco más de especulación, o de primero esperar y luego contragolpear, me parece que un partido contra un equipo con la necesidad, el apuro y los nervios del visitante se prestaba más para justamente plantear ese partido.
No era el partido indicado para adelantar las líneas, sobre todo teniendo en cuenta que no es la forma habitual de defender nuestra. Si bien el partido era parejo, y Peñarol tuvo la suerte de contar con una tarde muy inspirada del puntero juvenil, estaba claro desde el primer minuto que nos iban a complicar con los pelotazos largos, justamente, por estar adelantados.
Y así llegó su primer gol: una pelota larga al puntero, un mal cierre, pelota al medio, definición con un poco de fortuna, pelota que pega en el palo, y a sacar del medio. Ahí nos costó un poco hacer pie en el agua. De a poco nos fuimos acomodando, y a los pocos minutos Dario Rodriguez nos regaló la oportunidad de inclinar el partido a nuestro favor: penal y roja.
El encargado de ejectuar el penal fue el goleador del equipo, Gorocito, que lo pateo por abajo contra un costado. Está bien, si lo hubiera metido no habría nada que discutir, y otro seria el análisis y es cierto que el golero se tiró muy bien. Pero la pelota era un jabón. Si iba fuerte, era gol. También es verdad que la cancha no estaba para afirmarse.
Creo que nadie puede dudar de que la historia habría sido otra de ponernos 1 - 1 y con un jugador más en ese momento, y el errar el penal nos afectó (y mucho mas importante que errar un penal, es eso lo que no puede pasar). No solo eso, si no que por una distracción, y producto de otra jugada en largo, recibimos el segundo gol a los 46’. Increíble.
Igual es justo decir, que ellos le agarraron mejor la mano a la cancha, y más que nada al viento a favor que tuvieron en el primer tiempo.
Para la segunda mitad salimos con buenas intenciones, pero casi al principio tomamos otro gol de contragolpe. Se agrandó Chacarita. Peñarol jugo un poco con la ventaja, y los primeros minutos del complemento no fueron buenos. Sin embargo con el correr de los minutos, salió a flote el arca de Rosario y empezó a pesar el físico y de nuevo nos adueñamos del partido.
Los cambios que incluyó Rosario en la cancha (cambios que demoró demasiado), resultaron -aunque no parecían en principio- ser muy efectivos. Después de una buena jugada les convertimos el primer descuento por medio de Jorge Gonzalez. Qué pena que no haya llegado antes, porque se pusieron tan nerviosos que a los pocos minutos Affonso puso el segundo.
Increíblemente el otro cambio del entrenador, Trindade (que no sé bajo que concepto entró) se perdió el empate a los pocos minutos de habernos puesto solo a un gol. Pudo haberse tratado de una remontada histórica cuando el volante definió de frente al arco, pero la pelota se perdió afuera, y no fue.
De todas formas es de destacar la rebeldía del equipo, que aún viéndose tres goles abajo siguió luchando y casi tiene su recompensa. O mejor dicho, la tuvo. El premio estuvo en ver a Peñarol ensuciar el partido y hacer tiempo (de los últimos minutos no se jugó casi nada, fue alevoso) y pasar unos nervios terribles, en un partido en el que llego a estar 3 goles por arriba.
Párrafo aparte merece la banda, que bajo la lluvia y el viento siguió alentando, no importándole nada. De todas maneras, aquí no ha pasado nada. Racing tuvo una mala tarde y perdió, nada más. Ahora hay que mirar para adelante, en virtud de que el domingo tenemos otra batalla. Esta vez será en el Cerro, contra un equipo al que se puede ganar.
Hasta el domingo, ¡vamos Racing!
Para empezar, Rosario armó el equipo con la inclusión de Dany Acosta como titular en el medio campo, dándole un tinte un poco más ofensivo al equipo. El concepto en sí no creo que esté mal, porque le dio a la mitad de la cancha otro trato de pelota, y Acosta jugó buen partido.
Además se trata de un jugador liviano, característica que lo hacía ideal para un partido con la cancha tan pesada como la del Centenario este domingo. Pero eso -por supuesto que junto con otros factores- hizo que el equipo se parara más adelantado de los que tenía acostumbrados.
Yo entiendo que a este Peñarol se le puede jugar y ganar jugando de igual a igual. De hecho, en los primeros minutos fuimos un poco más, pero teniendo en cuenta que la filosofía del entrenador es un poco más de especulación, o de primero esperar y luego contragolpear, me parece que un partido contra un equipo con la necesidad, el apuro y los nervios del visitante se prestaba más para justamente plantear ese partido.
No era el partido indicado para adelantar las líneas, sobre todo teniendo en cuenta que no es la forma habitual de defender nuestra. Si bien el partido era parejo, y Peñarol tuvo la suerte de contar con una tarde muy inspirada del puntero juvenil, estaba claro desde el primer minuto que nos iban a complicar con los pelotazos largos, justamente, por estar adelantados.
Y así llegó su primer gol: una pelota larga al puntero, un mal cierre, pelota al medio, definición con un poco de fortuna, pelota que pega en el palo, y a sacar del medio. Ahí nos costó un poco hacer pie en el agua. De a poco nos fuimos acomodando, y a los pocos minutos Dario Rodriguez nos regaló la oportunidad de inclinar el partido a nuestro favor: penal y roja.
El encargado de ejectuar el penal fue el goleador del equipo, Gorocito, que lo pateo por abajo contra un costado. Está bien, si lo hubiera metido no habría nada que discutir, y otro seria el análisis y es cierto que el golero se tiró muy bien. Pero la pelota era un jabón. Si iba fuerte, era gol. También es verdad que la cancha no estaba para afirmarse.
Creo que nadie puede dudar de que la historia habría sido otra de ponernos 1 - 1 y con un jugador más en ese momento, y el errar el penal nos afectó (y mucho mas importante que errar un penal, es eso lo que no puede pasar). No solo eso, si no que por una distracción, y producto de otra jugada en largo, recibimos el segundo gol a los 46’. Increíble.
Igual es justo decir, que ellos le agarraron mejor la mano a la cancha, y más que nada al viento a favor que tuvieron en el primer tiempo.
Para la segunda mitad salimos con buenas intenciones, pero casi al principio tomamos otro gol de contragolpe. Se agrandó Chacarita. Peñarol jugo un poco con la ventaja, y los primeros minutos del complemento no fueron buenos. Sin embargo con el correr de los minutos, salió a flote el arca de Rosario y empezó a pesar el físico y de nuevo nos adueñamos del partido.
Los cambios que incluyó Rosario en la cancha (cambios que demoró demasiado), resultaron -aunque no parecían en principio- ser muy efectivos. Después de una buena jugada les convertimos el primer descuento por medio de Jorge Gonzalez. Qué pena que no haya llegado antes, porque se pusieron tan nerviosos que a los pocos minutos Affonso puso el segundo.
Increíblemente el otro cambio del entrenador, Trindade (que no sé bajo que concepto entró) se perdió el empate a los pocos minutos de habernos puesto solo a un gol. Pudo haberse tratado de una remontada histórica cuando el volante definió de frente al arco, pero la pelota se perdió afuera, y no fue.
De todas formas es de destacar la rebeldía del equipo, que aún viéndose tres goles abajo siguió luchando y casi tiene su recompensa. O mejor dicho, la tuvo. El premio estuvo en ver a Peñarol ensuciar el partido y hacer tiempo (de los últimos minutos no se jugó casi nada, fue alevoso) y pasar unos nervios terribles, en un partido en el que llego a estar 3 goles por arriba.
Párrafo aparte merece la banda, que bajo la lluvia y el viento siguió alentando, no importándole nada. De todas maneras, aquí no ha pasado nada. Racing tuvo una mala tarde y perdió, nada más. Ahora hay que mirar para adelante, en virtud de que el domingo tenemos otra batalla. Esta vez será en el Cerro, contra un equipo al que se puede ganar.
Hasta el domingo, ¡vamos Racing!