Falló la gente
El operativo de seguridad no funciona, la gente no colabora.
Este clásico fue uno más... uno más de tantos otros en que los incidentes fuera de la cancha protagonizaron durante largos minutos el espectáculo. De esta forma, la próxima semana los diarios deportivos tendrán sus páginas de “POLICIALES” y escribirán respecto de qué tan acertado o qué tantos fracasos tuvo el operativo diagramado por los jerarcas de turno.
De esta forma, el próximo clásico los mismos jerarcas, u otros, tomarán “fuertes medidas de seguridad” para prevenir los desmanes que puedan producirse. Esto resulta tan absurdo como los listados de objetos que pueden o no entrar a la cancha. ¿Para qué prohibimos termo, mate y pilas grandes, si la violencia se ejerce con cualquier elemento que haya a mano? El vallado y las butacas son elementos más contundentes que los rollos de papel ¿Cuál será la solución?
Si a fin de cuentas el operativo de seguridad tampoco funciona y volvimos a ver banderas con los colores del rival en la tribuna ¿Cuál será la solución? “Hecha la ley, hecha la trampa”, dice el refrán. La sabiduría popular es tan vieja como la violencia y la culpa no es de la policía. Un partido con treinta, cuarenta o cincuenta mil personas no es un buen lugar para controlar qué se ingresa y qué no. Siempre pasan elementos que no deberían estar, es imposible conseguir el éxito absoluto.
Comparto con algunas soluciones que se exigen a las autoridades, así como también comparto con aquellos que aseguran que los dirigentes de los dos equipos grandes no hacen mayores esfuerzos por controlar a sus hinchas. Comparto con aquellos que se indignan cuando recuerdan que no existen sanciones económicas fuertes contra las instituciones que provocan desmanes, ni tampoco quita de puntos para los equipos protagonistas de estos absurdos hechos.
Un espectáculo deportivo tiene varios protagonistas. Nos guste o no, los hinchas son protagonistas y no se puede jugar un partido dentro de la cancha si afuera no se cuenta con las garantías apropiadas. Si una hinchada se interpone en la realización de un espectáculo en paz, esa institución debe asumir las consecuencias.
Mirando para el costado
Hay un aspecto que sigue resultando poco creíble. No escuché hinchas de Nacional que chiflaran o desaprobaran a aquellos que ingresaron con banderas de Peñarol, no vi que los hinchas de Peñarol silbaran a los revoltosos que sintiéndose guapos actuaron con cobardía ante la mirada de un estadio entero, paseando “de vivos” por la tribuna y rompiendo todo lo que encontraran a su paso.
La violencia la ejercen unos pocos pero son unos cuantos los que la fomentan, hasta sin querer, con una canción, con un grito o un gesto. Son muchos más todavía los que miran, callados, en silencio y sin nada para decirle a esos pocos.
Hasta que las minorías no cuenten con una verdadera muestra de desaprobación del resto, desde mi punto de vista, son responsables. Aquello de “unos pocos violentos”, no sirve de nada. El problema nos afecta a todos y nace desde esa canción, ese insulto o la falta de respeto hacia el rival que todos los hinchas sabemos mostrar. No hay policía que pueda controlar en la puerta cuántos insultos, gestos o ganas de romper y pelear tiene cada hincha a la hora de ingresar.
La solución como siempre, parece no ser la de optar por el camino más corto, prohibiendo o intentando un control absurdo sobre las hinchadas, pidiendo a otros (policía, autoridades, ministro) que aporten esa solución.
La receta no la tiene nadie, pero habrá que intentar el camino largo, con discursos institucionales que llamen a sus hinchas a evitar y desaprobar a viva voz los problemas que surjan, las canciones que se canten o las banderas que se muestren.
Tal y como está planteado el panorama, la grandeza de nuestros clubes al día de hoy no se debería medir en cuál tiene más títulos, más clásicos ganados, ni más hinchas. El club más grande debería ser el que pida una sanción para sus hinchas, acepte una quita de puntos y monte un discurso contra los indeseables de su propia tribuna, cosa que hasta ahora temen hacer. Porque ese será el club que esté haciendo un aporte positivo a la sociedad.
La solución también debe tener un poco de cada uno, de “la gente bien”, esa que no pega ni tira proyectiles, pero que no muestra sensatez a la hora de agarrarse "sus partes" mirando a la otra tribuna y justificarse luego diciendo, “es el folclore”.
Así que habrá que ponerse las pilas, y de las grandes. ¡Ah! cierto que no se pueden entrar.