La Academia de antes
Se nos escaparon dos puntos que necesitábamos y teníamos en la mano el sábado de tarde.
Algunos locos emprendimos viaje a Florida el sábado después del almuerzo (el partido era a las 5, pero había que ir hasta allá, eh). De más está decir que volvimos con una profunda decepción a causa del resultado final.
No porque pensáramos que le íbamos a ganar a El Tanque, que si bien la esperanza siempre existe, no era lo más probable, sino porque a pesar de que arrancamos abajo en el marcador, ¡llegamos a ir ganando! Inédito.
De los cambios que hizo el entrenador del equipo principal, no hay mucho que discutir, ni reprochar. Salió Lalo, el Loco (este quizás el menos entendible) y Agustín, que si bien es de lo mejor que tenemos, viene jugando mal.
Es difícil decir que estén mal hechos los cambios en la alineación, pero son propios de un entrenador que hace rato que no encuentra el equipo; si es que alguna vez lo tuvo. Tal vez la rotación se podría buscar más por el lado de la alineación o de la disposición del equipo, y no tanto desde meros intercambios de nombres en las mismas posiciones.
Dicho esto, la Academia no empezó mal el partido. Dominaba, tocaba, desbordó más de una vez por medio de Trindade y de Zabala. Atacaba. Pero de la nada, lo de siempre: pelota entre líneas por el medio del área, definición de primera y gol local. Bah, de El Tanque.
Después de esto nos olvidamos de lo bueno que habíamos hecho y nos descontrolamos un poco. Igual fuimos en busca del empate. Y con una buena jugada liderada por Dany lo encontramos.
Aprovechamos el impulso y robamos una pelota (producto de presionar arriba, no meternos abajo) que terminó en una linda anotación de Zabala que nos puso 2 - 1. Milagro. Así nos fuimos al descanso.
Los primeros minutos del segundo tiempo tampoco fueron malos. No dominamos el partido pero lo teníamos controlado. Nuestro problema pasó fundamentalmente por no saber rematar los pocos contragolpes prolijos que pudimos sacar. Para un equipo que juega de la manera que pretende Rosario Martínez, preocupante.
Faltando un buen rato para el final, nos dedicamos exclusivamente a defender el gol de ventaja. Nos terminó saliendo muy mal, ya que nos igualaron el partido a falta de pocos minutos, dejándonos sin reacción.
Nuestra urgencia de ganar y de sumar puntos nos pasó factura una vez más. Si en el gol hubo o no una floja respuesta de Gelpi, quedará para discutir en otro momento. Lo cierto es que nos desbordaron muchas veces por izquierda y nos cabecearon cerca del arco. Si queremos aguantar resultados, no podemos recibir goles así.
Los minutos finales sobraron, y nos volvimos molestos y preocupados una vez más. Ya hace tiempo no somos el Racing que podía perder, pero sabía a lo que jugaba, o intentaba. Y si había que defender un resultado, lo hacía y lo hacía bien.
Para emular a una columna de esta misma página, que vuelva el Racing que tocaba por los costados, que tenía una identidad, que defendía a muerte, que remontaba partidos, que vuelva la Academia de antes.
No porque pensáramos que le íbamos a ganar a El Tanque, que si bien la esperanza siempre existe, no era lo más probable, sino porque a pesar de que arrancamos abajo en el marcador, ¡llegamos a ir ganando! Inédito.
De los cambios que hizo el entrenador del equipo principal, no hay mucho que discutir, ni reprochar. Salió Lalo, el Loco (este quizás el menos entendible) y Agustín, que si bien es de lo mejor que tenemos, viene jugando mal.
Es difícil decir que estén mal hechos los cambios en la alineación, pero son propios de un entrenador que hace rato que no encuentra el equipo; si es que alguna vez lo tuvo. Tal vez la rotación se podría buscar más por el lado de la alineación o de la disposición del equipo, y no tanto desde meros intercambios de nombres en las mismas posiciones.
Dicho esto, la Academia no empezó mal el partido. Dominaba, tocaba, desbordó más de una vez por medio de Trindade y de Zabala. Atacaba. Pero de la nada, lo de siempre: pelota entre líneas por el medio del área, definición de primera y gol local. Bah, de El Tanque.
Después de esto nos olvidamos de lo bueno que habíamos hecho y nos descontrolamos un poco. Igual fuimos en busca del empate. Y con una buena jugada liderada por Dany lo encontramos.
Aprovechamos el impulso y robamos una pelota (producto de presionar arriba, no meternos abajo) que terminó en una linda anotación de Zabala que nos puso 2 - 1. Milagro. Así nos fuimos al descanso.
Los primeros minutos del segundo tiempo tampoco fueron malos. No dominamos el partido pero lo teníamos controlado. Nuestro problema pasó fundamentalmente por no saber rematar los pocos contragolpes prolijos que pudimos sacar. Para un equipo que juega de la manera que pretende Rosario Martínez, preocupante.
Faltando un buen rato para el final, nos dedicamos exclusivamente a defender el gol de ventaja. Nos terminó saliendo muy mal, ya que nos igualaron el partido a falta de pocos minutos, dejándonos sin reacción.
Nuestra urgencia de ganar y de sumar puntos nos pasó factura una vez más. Si en el gol hubo o no una floja respuesta de Gelpi, quedará para discutir en otro momento. Lo cierto es que nos desbordaron muchas veces por izquierda y nos cabecearon cerca del arco. Si queremos aguantar resultados, no podemos recibir goles así.
Los minutos finales sobraron, y nos volvimos molestos y preocupados una vez más. Ya hace tiempo no somos el Racing que podía perder, pero sabía a lo que jugaba, o intentaba. Y si había que defender un resultado, lo hacía y lo hacía bien.
Para emular a una columna de esta misma página, que vuelva el Racing que tocaba por los costados, que tenía una identidad, que defendía a muerte, que remontaba partidos, que vuelva la Academia de antes.