La colina de la vida
Dos casos que son una muestra de los caminos a los que deben sobreponerse los talentos que surgen en cada deporte.
María Mello (Foto: Marcelo Szwarcfiter)
Escribir de los deportes que no tienen tanta difusión empezó casi sin querer para mí, lo admito. Mi idea, cuando ingresé en este apasionante mundo del periodismo, allá por el año 2000, era poder trabajar en la cobertura del básquetbol, deporte que practiqué gran parte de mi vida y del fútbol, la gran pasión que tenemos los uruguayos.
Pero quiso el destino que mi primera chance de tener una oportunidad laboral seria se diera en este ámbito y desde ese día, y hasta hoy, no lo abandoné jamás. Lentamente fui aprendiendo a querer esta rama de mi profesión tan olvidada para la gran mayoría de los medios, hasta el punto de ser uno de sus principales defensores en los medios que me tocó desempeñarme y de sus espacios.
Pero las grandes alegrías me la dieron los deportistas, a quienes conocí, me enseñaron cada día, ayudaron a crecer y hasta emocionaron con cada una de sus caminos de sacrificio y entrega, la mayoría de las veces rodeados de pocos y con escasos o nulos apoyos.
Hace algunas semanas me tocó escribir para el suplemento Tribuna del diario La República sobre la tricampeona continental de lanzamiento de jabalina, María Mello, y su historia de vida.
Es de esas notas que se hacen solas, escuchando a la protagonista contar con la firmeza del luchador a lo que se debió sobreponer y como, con esfuerzo y ganas, se puede cambiar en gran parte la realidad adversa en la que se está.
En la misma, “Mimí”, como la conocen aquellos más cercanos, comentó sus problemas para alimentarse y cómo influyen a la hora de entrenar (no puede hacer doble horario) y hasta a la hora de estudiar.
Sus problemas de vivienda, de un entorno adverso y de una realidad que la quería llevar por otro camino. Pero el deporte la dirigió a tomar una vía diferente, al punto que es una de las candidatas a llegar a los Juegos Olímpicos de Río 2016, además de la gran cantidad de medallas ya obtenidas y records batidos hasta el momento.
Imagino que fue la misma sensación que sintió el colega Pablo Benítez cuando escribió esta nota para El Obsevador con Martín Castañares, un artiguense que recientemente ganó la medalla de oro en salto con garrocha en los pasados Juegos Sudamericanos de la Juventud de Lima.
En la misma el atleta cuenta cómo entrena, las condiciones a las que se debe exponer cada día, las dificultades que ello le genera y hasta podríamos agregar, luego de hablar con su entrenador, los problemas graves de alimentación que sufrió y a los que trata de sobreponerse.
Talentos
Estos dos casos son una muestra de los caminos a los que deben sobreponerse varios de esos talentos que surgen en cada deporte. Una parte más de la escasez de contención que se le puede brindar a un joven que se destaca en lo que hace, y en el que el deporte es visto como el último orejón del tarro ante una sociedad que siempre tiene otras prioridades.
Porque si bien se han tratado de mejorar las apuestas con el correr del tiempo, tanto desde lo económico como lo institucional, estamos muy lejos, ya no del continente mismo, sino de las posibilidades mínimas para encarar una competencia internacional en condiciones de igualdad.
Conseguir que aquellos valores (al menos) que practican la actividad tienen "ese qué se yo" diferente, tengan transporte público gratis, alimentación en base de canastas o algún otro sistema que se pueda instrumentar, acceso mínimo a vestimenta para entrenar o competir, un lugar digno donde quedarse cuando se compite en la capital o hasta apoyo psicológico constante o curricular para que puedan seguir con sus estudios no es algo para lo que se necesite grandes sumas de dinero.
Quizás con acuerdos, apuestas claras y concisas, y ganas de ayudar a cambiar una realidad se pueda lograr. Para que el día de mañana las historias que salgan en los medios sean de aquellos deportistas que bajaron un récord, mejoraron su rendimiento, o practican el deporte con la intensidad de la pasión que este implica y no tener que contar cómo llegan a los logros las María Mello o los Martín Castañares, ante todo y ante todos.
Pero quiso el destino que mi primera chance de tener una oportunidad laboral seria se diera en este ámbito y desde ese día, y hasta hoy, no lo abandoné jamás. Lentamente fui aprendiendo a querer esta rama de mi profesión tan olvidada para la gran mayoría de los medios, hasta el punto de ser uno de sus principales defensores en los medios que me tocó desempeñarme y de sus espacios.
Pero las grandes alegrías me la dieron los deportistas, a quienes conocí, me enseñaron cada día, ayudaron a crecer y hasta emocionaron con cada una de sus caminos de sacrificio y entrega, la mayoría de las veces rodeados de pocos y con escasos o nulos apoyos.
Hace algunas semanas me tocó escribir para el suplemento Tribuna del diario La República sobre la tricampeona continental de lanzamiento de jabalina, María Mello, y su historia de vida.
Es de esas notas que se hacen solas, escuchando a la protagonista contar con la firmeza del luchador a lo que se debió sobreponer y como, con esfuerzo y ganas, se puede cambiar en gran parte la realidad adversa en la que se está.
En la misma, “Mimí”, como la conocen aquellos más cercanos, comentó sus problemas para alimentarse y cómo influyen a la hora de entrenar (no puede hacer doble horario) y hasta a la hora de estudiar.
Sus problemas de vivienda, de un entorno adverso y de una realidad que la quería llevar por otro camino. Pero el deporte la dirigió a tomar una vía diferente, al punto que es una de las candidatas a llegar a los Juegos Olímpicos de Río 2016, además de la gran cantidad de medallas ya obtenidas y records batidos hasta el momento.
Imagino que fue la misma sensación que sintió el colega Pablo Benítez cuando escribió esta nota para El Obsevador con Martín Castañares, un artiguense que recientemente ganó la medalla de oro en salto con garrocha en los pasados Juegos Sudamericanos de la Juventud de Lima.
En la misma el atleta cuenta cómo entrena, las condiciones a las que se debe exponer cada día, las dificultades que ello le genera y hasta podríamos agregar, luego de hablar con su entrenador, los problemas graves de alimentación que sufrió y a los que trata de sobreponerse.
Talentos
Estos dos casos son una muestra de los caminos a los que deben sobreponerse varios de esos talentos que surgen en cada deporte. Una parte más de la escasez de contención que se le puede brindar a un joven que se destaca en lo que hace, y en el que el deporte es visto como el último orejón del tarro ante una sociedad que siempre tiene otras prioridades.
Porque si bien se han tratado de mejorar las apuestas con el correr del tiempo, tanto desde lo económico como lo institucional, estamos muy lejos, ya no del continente mismo, sino de las posibilidades mínimas para encarar una competencia internacional en condiciones de igualdad.
Conseguir que aquellos valores (al menos) que practican la actividad tienen "ese qué se yo" diferente, tengan transporte público gratis, alimentación en base de canastas o algún otro sistema que se pueda instrumentar, acceso mínimo a vestimenta para entrenar o competir, un lugar digno donde quedarse cuando se compite en la capital o hasta apoyo psicológico constante o curricular para que puedan seguir con sus estudios no es algo para lo que se necesite grandes sumas de dinero.
Quizás con acuerdos, apuestas claras y concisas, y ganas de ayudar a cambiar una realidad se pueda lograr. Para que el día de mañana las historias que salgan en los medios sean de aquellos deportistas que bajaron un récord, mejoraron su rendimiento, o practican el deporte con la intensidad de la pasión que este implica y no tener que contar cómo llegan a los logros las María Mello o los Martín Castañares, ante todo y ante todos.