Hay que empezar por empezar
Tristemente acostumbrados.
Uruguay es un país donde el fútbol es parte de su idiosincrasia, de su identidad. No está ni bien ni mal, otros países tienen otros elementos que los identifican. En Uruguay el fútbol es omnipresente: los políticos usan metáforas futboleras para explicar temas, los informativos le dedican cerca de media hora y cuando juega la selección las jornadas son más cortas, o directamente feriados.
En este país el fútbol marca agenda, y todo lo que pasa alrededor de él también. Pero el fútbol no es ejemplo de nada, es reflejo (uno de los tantos) de la sociedad en que vivimos. No podemos pretender que sea un canto a la paz cuando vivimos en una sociedad violenta.
El año pasado algunos se escandalizaron con el video de “La Violencia” de Agarrate Catalina con No Te Va a Gustar, en su versión original, Yamandú Cardozo introducía la canción diciendo: “Será que la violencia es exclusiva del deporte de una barra brava, de un sector socioeconómicamente sumergido o castigado, o será que la semilla de la violencia está esperando en nosotros latente desde siempre en cualquiera de nosotros”.
Acá no hay soluciones fáciles, es un tema estructural, pero no por eso debemos adormecernos con lo que pasa. Por principio dudo de aquellos que ofrecen soluciones mágicas a temas complejos. Seguramente los que pedían “mano dura” hoy no quieran hacerse responsable de los 28 policías lesionados, de los desbordes de la Guardia Republicana, de las imágenes de rostros rotos y niños llorando.
Y a usted, que desde la comodidad del sillón (desde el mismo lugar donde yo escribo), había comprado ese discurso de “mano dura”, sepa que estas son las consecuencias. La represión en este tipo de espectáculos no es selectiva.
"¿Cómo empezar cuando no hay solución?", se preguntaba la Catalina en otro año. Yo propongo dejarnos de discursos simplistas, los dirigentes saben quiénes son los violentos, pero identificarlos ante la policía tiene un costo de seguridad personal muy grande.
La policía no quiere meterse en un tema donde necesita el apoyo de dirigentes y la opinión pública. Los políticos miden los costos en imagen y votos a la hora de encarar un tema donde hay mucho que perder.
"¿Cómo empezar cuando te toca a vos?", porque en algún momento nos va a tocar hacer una parte a aquellos que alguna relación tenemos con el fútbol: dirigentes, periodistas, jugadores e hinchas. Sobre todo los hinchas, el fútbol es de ustedes, para bien o para mal.
Volvemos a la canción de La Violencia: "Soy un alma que supura veneno de otra generación". ¿Valió la pena tanto desastre por un antecedente allá por 1988? Hinchas de Nacional cuentan que cuando fueron a Rosario los hicieron pasar mal, entonces ahora tocaba el turno de hacerlos pasar mal a ellos.
"¿Cómo vengo amar al otro, si el otro me vino a odiar?", es una pregunta que bien podría hacerse cualquier miembro de la policía o cualquier hincha que se haya visto agredido.
Porque a eso se está yendo a la cancha, a odiar al otro (hincha de otro cuadro o policía), odio que se cultiva entre semana en las redes sociales, en los programas partidarios, en los comunicadores irresponsables, en los antecedentes violentos, en las declaraciones de los dirigentes.
Y cuando los desbordes ocurren, el otro hincha, el que piensa en su club, el que no prende la radio cuando su equipo pierde, el que siempre va al mismo lugar en la cancha, el que sabe que es mucho más lindo simpatizar por los colores que eligió, ese hincha se aleja, se entristece porque otra vez se los vuelve a poner a todos en la misma bolsa, porque el fútbol cada vez es un poco menos de él, y mucho más de “ellos”.
“Cómo el otro va a curarme a mí
Si es que yo lo vine a matar.
Hay que empezar por empezar”
En este país el fútbol marca agenda, y todo lo que pasa alrededor de él también. Pero el fútbol no es ejemplo de nada, es reflejo (uno de los tantos) de la sociedad en que vivimos. No podemos pretender que sea un canto a la paz cuando vivimos en una sociedad violenta.
El año pasado algunos se escandalizaron con el video de “La Violencia” de Agarrate Catalina con No Te Va a Gustar, en su versión original, Yamandú Cardozo introducía la canción diciendo: “Será que la violencia es exclusiva del deporte de una barra brava, de un sector socioeconómicamente sumergido o castigado, o será que la semilla de la violencia está esperando en nosotros latente desde siempre en cualquiera de nosotros”.
Acá no hay soluciones fáciles, es un tema estructural, pero no por eso debemos adormecernos con lo que pasa. Por principio dudo de aquellos que ofrecen soluciones mágicas a temas complejos. Seguramente los que pedían “mano dura” hoy no quieran hacerse responsable de los 28 policías lesionados, de los desbordes de la Guardia Republicana, de las imágenes de rostros rotos y niños llorando.
Y a usted, que desde la comodidad del sillón (desde el mismo lugar donde yo escribo), había comprado ese discurso de “mano dura”, sepa que estas son las consecuencias. La represión en este tipo de espectáculos no es selectiva.
"¿Cómo empezar cuando no hay solución?", se preguntaba la Catalina en otro año. Yo propongo dejarnos de discursos simplistas, los dirigentes saben quiénes son los violentos, pero identificarlos ante la policía tiene un costo de seguridad personal muy grande.
La policía no quiere meterse en un tema donde necesita el apoyo de dirigentes y la opinión pública. Los políticos miden los costos en imagen y votos a la hora de encarar un tema donde hay mucho que perder.
"¿Cómo empezar cuando te toca a vos?", porque en algún momento nos va a tocar hacer una parte a aquellos que alguna relación tenemos con el fútbol: dirigentes, periodistas, jugadores e hinchas. Sobre todo los hinchas, el fútbol es de ustedes, para bien o para mal.
Volvemos a la canción de La Violencia: "Soy un alma que supura veneno de otra generación". ¿Valió la pena tanto desastre por un antecedente allá por 1988? Hinchas de Nacional cuentan que cuando fueron a Rosario los hicieron pasar mal, entonces ahora tocaba el turno de hacerlos pasar mal a ellos.
"¿Cómo vengo amar al otro, si el otro me vino a odiar?", es una pregunta que bien podría hacerse cualquier miembro de la policía o cualquier hincha que se haya visto agredido.
Porque a eso se está yendo a la cancha, a odiar al otro (hincha de otro cuadro o policía), odio que se cultiva entre semana en las redes sociales, en los programas partidarios, en los comunicadores irresponsables, en los antecedentes violentos, en las declaraciones de los dirigentes.
Y cuando los desbordes ocurren, el otro hincha, el que piensa en su club, el que no prende la radio cuando su equipo pierde, el que siempre va al mismo lugar en la cancha, el que sabe que es mucho más lindo simpatizar por los colores que eligió, ese hincha se aleja, se entristece porque otra vez se los vuelve a poner a todos en la misma bolsa, porque el fútbol cada vez es un poco menos de él, y mucho más de “ellos”.
“Cómo el otro va a curarme a mí
Si es que yo lo vine a matar.
Hay que empezar por empezar”