Clásico mental
Los aspectos psicológicos que incidieron en la goleada.
¿Cuál fue la clave para que Peñarol fuera tan superior a Nacional en un partido? Obviamente hubo diferencias futbolísticas, pero nadie esperaba tanto. Siempre se habla de que es un partido especial y que no hay favoritos, y esta vez la previa parecía así mismo. Pero no lo fue.
La primera gran diferencia parece haber estado en la motivación. Peñarol tenía claro por qué jugaba, y era lógico. Además de la motivación natural de ganar un clásico –que era igual para ambos–, tenía la motivación de jugar por ser puntero.
Es cierto, Nacional tenía la motivación de acercarse y poder disputar el Clausura o la Anual, y también de poder dejar a Peñarol en una situación complicada. Pero en la acción se vio que el equipo aurinegro quería más que el tricolor, desde el inicio del juego. Y eso tiene que tener una razón.
Seguramente una de las decisiones de Fossati añadió una motivación extra: Pacheco y su despedida clásica. La inclusión del "Tony" generó una motivación especial en él, queriendo despedirse de la mejor manera y como lo merece. Pero también generó una motivación especial en sus compañeros que se ve reflejada en el festejo final cuando es levantado en andas luciendo la remera 6 de Omar “Cacho” Caetano. Justamente Caetano, campeón Intercontinental en 1966 con Peñarol, fue quien llevó a Pacheco al club.
Otra diferencia se vio durante todo el partido: concentración. Hablamos de la capacidad de cada jugador de sostener su atención en los estímulos que le interesan durante un período determinado de tiempo.
¿Por qué esta diferencia? Es imposible afirmar con certeza, pero el entorno clásico puede haber desenfocado a un plantel con muchos jóvenes que no están habituados a ese marco, y que en vez de motivarse por ello se sientan bajo presión. En este mismo sentido, no sería extraño pensar que hubiera más ansiedad en los jugadores tricolores. La ansiedad es generada por lo desconocido, por la falta de experiencias similares, y sin dudas allí Peñarol tuvo una ventaja. Y la ansiedad suele generar pensamientos negativos y desconcentración.
Peñarol jugó con gran intensidad todo el partido… Nacional no lo hizo, al punto que recibió goles en momentos trascendentes del juego: final del primer tiempo e inicio del segundo. Estos goles cambiaron el partido, además de por aumentar el resultado, por la incidencia psicológica en uno mismo y en el rival.
Nacional había jugado mal, pero se iba al descanso 0 - 1; era negocio. Sin embargo termina 0 - 2, lo cual cambia el estado de ánimo del vestuario y obliga a Pelusso a buscar la reacción de alguna manera, mandando a la cancha a dos jugadores con experiencia en clásicos: Recoba y “Morro” García.
Por si fuera poco, dos sucesos al inicio del segundo tiempo impiden cualquier posibilidad de reacción de Nacional. El primero es la expulsión de Darwin Torres (vale comentar que es su segunda expulsión consecutiva en clásicos, lo que habla sobre el manejo que el jugador está haciendo bajo estas situaciones de presión), y en seguida el tercer gol de Peñarol. Tras esto, no hubo reacción y era claro que Peñarol podía seguir de largo, tal como lo hizo.
La goleada es un resultado, pero es claro que hubo diferencias notorias en el desempeño de ambos como equipos, así como de sus individualidades. Y estas diferencias se explican por aspectos técnico-tácticos, pero también se explican por lo psicológico en la previa y durante el propio partido.