La decisión correcta

¿Qué es y cómo se entrena la toma de decisiones en el deporte?

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En las últimas semanas, dos jugadas de los playoffs de la Liga Uruguaya de Básquetbol ejemplificaron perfectamente la importancia de la toma de decisiones en el deporte. En la primera, Smith dejó con sensación de absoluta incomprensión a una multitud de Aguada, al hacer una falta innecesaria y dar la posibilidad de ganar a Defensor Sporting, luego de que él mismo le diera la victoria parcial al aguatero. En la segunda, ya en la Final, Garcés hipotecó la victoria de Sporting al intentar convertir rápido tras un rebote, cuando no tenía necesidad de hacerlo para luego permitir un ataque a Malvín… está jugada se olvidará más rápido porque 10 minutos después y tras dos alargues, el fusionado puso la serie 1 - 0 a su favor.

Pero entonces… ¿por qué jugadores profesionales y experientes tienen estos errores en momentos clave? Y no sucede solo en el básquetbol, sino en todos los deportes de interacción, muchísimas veces. Vemos jugadores de fútbol que parecen elegir la opción más difícil o menos adecuada en reiteradas situaciones (ej.: rematar al arco en una pelota quieta cuando tengo más ventaja en el centro, y estoy desbalanceado atrás).

Tomar decisiones es más complejo de lo que parece. Y un partido es un juego de continuas tomas de decisiones, donde quien mejor lo haga tendrá más posibilidades de éxito. ¿Qué condiciona la toma de decisiones? Básicamente tres cosas: factores situacionales, la experiencia, y la carga emocional.

Los factores situacionales van desde los más objetivos, como la cantidad de opciones y el tiempo disponible para decidir y ejecutar. Por ejemplo, en fútbol, no es lo mismo decidir para patear un tiro libre (tengo tiempo para pensar y ejecutar) que durante el juego (quizá tengo un instante apenas para patear antes que el defensor llegue). Durante el juego, las decisiones deben ser casi “automáticas”.

Otro factor situacional tiene que ver con la capacidad de atención/percepción del jugador. Un jugador nunca hará un pase a un jugador que no ve… y allí el error es la falta de atención y no la mala decisión. Por ejemplo, muchos basquetbolistas penetran sin atender luego de tomar la decisión de ir al aro, y entonces son incapaces de cambiar su decisión cuando salta un grande en ayuda. Eso puede resultar en una pérdida; si estuviera atendiendo seguramente decidiría descargar o tomar un tiro de cuarta, con mejor resultado.

¿En qué juega la experiencia? En que cuanto mayor sea, más automatizado está el deportista, habrá aprendido más de los errores, conocerá mejor la localización y los desplazamientos de compañeros y rivales, y hasta de la pelota. Pensemos en tenis: todas las bolas son distintas, sin dudas. Pero la capacidad de anticiparse, de leer los movimientos del rival y así prever a dónde me jugará, será mucho más efectiva cuanta más experiencia posea. En deportes de equipo pasa con esos jugadores que decimos “se entienden muy bien”; en general se anticipan bien a lo que hará el otro.

Hay otros factores que en realidad tienen que ver con las creencias del deportista. Los objetivos del deportista, así como su forma de evaluarse, condicionan su toma de decisiones. No tomará las mismas decisiones un jugador de básquet que se evalúa en base a los puntos que anota, que uno que lo hace en base a sus porcentajes de campo. El primero tendrá tendencia a definir más veces por su cuenta, mientras que el segundo solo tirará cuando realmente crea que su margen de error es bajo.

¿Y cuál es la carga emocional de la decisión? Se relaciona con cómo se siente el deportista, especialmente en relación a su capacidad. Es decir, cuanta confianza tiene. Es lógico que un tirador prefiera el tiro a la penetración, así como lo es que un tenista intente jugar para su golpe más eficiente. Y si la confianza baja, seguramente evitará ese gesto técnico y buscará otra opción. Un ejemplo puede ser como muchas veces, cuando un basquetbolista siente que no está en una buena noche para el tiro, en vez de forzarlo busca asistir.

El otro aspecto emocional que incide en la toma de decisiones es la ansiedad. Cuando un jugador se encuentra muy ansioso, suele apurar el proceso de toma de decisiones, y no evalúa siquiera la situación, sino que repite una decisión preestablecida por el mecanismo que generó la ansiedad. Por ejemplo, si un futbolista delantero pasa varios partidos sin convertir un gol, se apura a finalizar cualquier jugada rápidamente, sin evaluar si es lo mejor para dicha situación.

Dicho todo lo anterior… ¿cómo se entrena la toma de decisiones? Básicamente, buscando que la situación de entrenamiento sea lo más similar posible a la de juego y dejando que el jugador tome decisiones allí. Plantearle situaciones en las que debe resolver por sí mismo. Por ejemplo, en básquetbol un equipo puede hacer su clásico 5x5 utilizando reloj de 24 y tablero, y planteando distintas soluciones que pueden suceder en un partido. Y si el jugador toma una decisión equivocada o no atiende algún estímulo importante como el reloj de posesión, señalarlo y repetir para que se automatice la situación correcta. Es fundamental que la decisión se evalúe por la decisión en sí, y no por su resultado.

Otra forma es a través de videos. Muchas veces el jugador percibe en el video lo que no atendió en la cancha, y de esa forma puede convencerse de la necesidad de atender mejor o ampliar su campo de atención a la hora del juego. Por ejemplo, para un volante la necesidad de levantar la cabeza y mirar todo el frente de ataque una vez que recibe, ya que puede suceder que se enfoque solo en su lado del campo de juego.

En resumen, la toma de decisiones es un proceso complejo y entrenable, y es parte fundamental del deporte. Sin dudas un jugador tomará muchísimas decisiones a lo largo del juego, y su capacidad para tomar la mejor decisión será determinante en su rendimiento.