Discrepo
Lamentablemente, no estoy de acuerdo con la elección del Balón de Oro del Mundial.
Foto: fifa.com
Me pareció una pena que un Mundial tan atractivo futbolísticamente, con tantos buenos jugadores y con un justo campeón que desplegó tan buen fútbol, tuviera un Balón de Oro, a mi juicio, inmerecido.
Desde mi humilde punto de vista, Lionel Messi no fue el mejor jugador del Mundial. No tengo 100% claro quién debió serlo, pero estoy bastante seguro que él no. Tal vez Müller, Lahm, Kroos (aunque no jugó bien en la final), Robben o hasta el propio James Rodríguez, que no llegó ni a semis.
Desconozco el criterio de elección y quiénes ponían su voto para elegirlo, pero para mí le erraron.
Messi tuvo una buena fase de grupos (ni siquiera excelente), en la que anotó cuatro goles y -pese a no brillar- hizo que su equipo ganara y avanzara a la siguiente ronda. No maravilló, pero fue decisivo. Hasta ahí te la llevo.
En octavos, contra Suiza, jugó más o menos, pero volvió a ser importante: en la hora fue el artífice de una jugada que definió Di María. Seguía sin maravillar, pero era clave. Hasta ahí todavía te la llevaba.
En cuartos, contra Bélgica, volvió a jugar más o menos. Lo marcaron bien (como siempre) y perdió más de lo que ganó. Como casi todos los partidos, pero esta vez no incidió en el resultado.
Semis y final. Momento cúlmine del Mundial. Su equipo en gran momento, funcionando a full, la defensa firme y, enfrente, los rivales más complicados. Obviamente, como todas las selecciones, era el momento para que aparecieran sus estrellas.
Y Messi no apareció. No anduvo. Tuvo una o dos escapadas por partido, pero luego siempre fue frenado. Y tuvo lagunas importantes, y en momentos cumbres, como el alargue contra Alemania.
No jugó bien, punto. Ni se cagó, ni se escondió, ni dejó tirado a su selección. No le salieron las cosas, no pudo desarrollar su juego por errores propios y virtudes de sus marcadores. Cosas del fútbol.
Su saldo es una buena y decisiva fase de grupos, un octavo de final aceptable, y una recta final en franco descenso, sin goles, asistencias, ni peso en los resultados. Parece demasiado poco para ser el mejor jugador del Mundial.
Más si hubo otros jugadores que fueron mucho más regulares durante todo el torneo (por ejemplo Robben o Lahm), que hicieron más goles (por ejemplo Müller), que fueron tanto o más decisivos para ganar partidos (por ejemplo James Rodríguez o Hummels), o que se agigantaron en las instancias finales (por ejemplo Mascherano).
En fin, vaya uno a saber cuál fue el criterio de elección. A mí me dejó un sabor de injusticia. Por eso, parafraseando al veterano Lubo Adusto Freire, a los que eligieron el Balón de Oro les digo: "Discrepo".
Desde mi humilde punto de vista, Lionel Messi no fue el mejor jugador del Mundial. No tengo 100% claro quién debió serlo, pero estoy bastante seguro que él no. Tal vez Müller, Lahm, Kroos (aunque no jugó bien en la final), Robben o hasta el propio James Rodríguez, que no llegó ni a semis.
Desconozco el criterio de elección y quiénes ponían su voto para elegirlo, pero para mí le erraron.
Messi tuvo una buena fase de grupos (ni siquiera excelente), en la que anotó cuatro goles y -pese a no brillar- hizo que su equipo ganara y avanzara a la siguiente ronda. No maravilló, pero fue decisivo. Hasta ahí te la llevo.
En octavos, contra Suiza, jugó más o menos, pero volvió a ser importante: en la hora fue el artífice de una jugada que definió Di María. Seguía sin maravillar, pero era clave. Hasta ahí todavía te la llevaba.
En cuartos, contra Bélgica, volvió a jugar más o menos. Lo marcaron bien (como siempre) y perdió más de lo que ganó. Como casi todos los partidos, pero esta vez no incidió en el resultado.
Semis y final. Momento cúlmine del Mundial. Su equipo en gran momento, funcionando a full, la defensa firme y, enfrente, los rivales más complicados. Obviamente, como todas las selecciones, era el momento para que aparecieran sus estrellas.
Y Messi no apareció. No anduvo. Tuvo una o dos escapadas por partido, pero luego siempre fue frenado. Y tuvo lagunas importantes, y en momentos cumbres, como el alargue contra Alemania.
No jugó bien, punto. Ni se cagó, ni se escondió, ni dejó tirado a su selección. No le salieron las cosas, no pudo desarrollar su juego por errores propios y virtudes de sus marcadores. Cosas del fútbol.
Su saldo es una buena y decisiva fase de grupos, un octavo de final aceptable, y una recta final en franco descenso, sin goles, asistencias, ni peso en los resultados. Parece demasiado poco para ser el mejor jugador del Mundial.
Más si hubo otros jugadores que fueron mucho más regulares durante todo el torneo (por ejemplo Robben o Lahm), que hicieron más goles (por ejemplo Müller), que fueron tanto o más decisivos para ganar partidos (por ejemplo James Rodríguez o Hummels), o que se agigantaron en las instancias finales (por ejemplo Mascherano).
En fin, vaya uno a saber cuál fue el criterio de elección. A mí me dejó un sabor de injusticia. Por eso, parafraseando al veterano Lubo Adusto Freire, a los que eligieron el Balón de Oro les digo: "Discrepo".