Pase lo que pase
El período de pases también tiene su lado mental.
Gastón Rodríguez, de Wanderers, ha sonado con fuerza para ir a Peñarol, sin embargo el pase no se concretó.
Terminan largas temporadas y los jugadores deben descansar. Aprovechar una parte del año “tranquilos”. Esa sería la idea. Pero la realidad es que en esa misma parte del año tienen lugar los períodos de pases, y allí para muchos hay todo menos tranquilidad. Más bien hay incertidumbre.
El período de pases es, naturalmente, un período de especial ansiedad. El deportista se encuentra en permanente estado de alerta, aprensivo, preocupado. Y es lógico, ya que quiere saber dónde va a jugar.
Sea por una posibilidad positiva (por ejemplo, un pase a un equipo más grande o al exterior), o por una posibilidad negativa (como no tener la seguridad de conseguir un equipo en dónde jugar). Realidades distintas, pero ambas generadoras de ansiedad.
¿Y qué consecuencias puede traer esta ansiedad? Por ejemplo, puede alterar la alimentación del deportista. O hacer que coma demasiado, y esto en período dónde además no entrena, puede derivar en una ganancia de peso mayor a la esperable durante el receso.
Además, si es por una posibilidad negativa, puede venir asociada a una pérdida de motivación, y a un estado de ánimo negativo.
Pero pensemos que el deportista tenga su situación asegurada, que sabe que continuará en su club. Igualmente es muy posible que esté pendiente de los movimientos que se realizan dentro de su plantel, ya que afectarán directamente sus posibilidades.
Es común estar preocupándose por cuántos jugadores hay en mi puesto, quiénes son y qué posibilidades me deja esa realidad. Y eso genera pensamientos y sentimientos. Por ejemplo, si traen otro jugador en su puesto, comienza a cuestionarse sobre si no es valorado por su entrenador o club.
Entonces, el jugador está de vacaciones o en pretemporada, pero su mente está trabajando todo el tiempo.
Visto de esta forma, el período de pases parece una amenaza al deportista. Y algunos lo ven así. Pero para otros, esta instancia es una oportunidad. Una opción positiva, que puede permitir un mejor desarrollo y continuidad de la carrera deportiva.
Un nuevo club, un nuevo entrenador, nuevos compañeros. Una nueva historia. Para muchos, una nueva esperanza. Aquí se puede lograr elevar la motivación y la autoconfianza, con un cambio que es externo (y por ende, más simple que cambiar factores de la propia persona).
Ejemplos hay varios. Quizás el más reciente sea el pase del "Morro" García de Nacional a River Plate, en busca de una oportunidad que le permita volver a su nivel. Cuando el jugador busca más minutos, lo que está buscando es más seguridad y confianza. Y tras ello, seguramente podrá tomar mayores riesgos y lograr su mejor juego.
Por otra parte, a veces lo que se busca es repetir algún factor que ya generó buen rendimiento en el pasado, como puede ser un entrenador determinado. Hay jugadores que rinden más con ciertos entrenadores, ya sea por el estilo de juego o por el rol que le dan a este jugador en el grupo, o incluso por la forma de llegarle del entrenador.
Y en ocasiones, el jugador busca esa “sociedad exitosa”, que también puede darse entre dos jugadores. Aquí podemos citar el ejemplo buscado en Aguada entre Osimani y García Morales.
Para terminar, un apartado especial para la importancia de estos períodos para jugadores jóvenes, que recién están terminando de formarse o consolidarse. En este sentido, pocos clubes tienen una política institucional de buscar lo mejor para el jugador. Y es claro que para él, lo mejor es jugar.
Si un jugador no será tenido en cuenta, o si va a tener poquísimas posibilidades, lo mejor para ambas partes sería cederlo a préstamo para que siga desarrollándose y luego retorne. Muchas veces el club se queda con jugadores para estirar su plantel o para poder usarlos en el entrenamiento, y luego al no tener posibilidades de jugar, los deportistas van perdiendo motivación y autoconfianza, además de ritmo de juego.
Es claro que el período de pases no es en sí bueno ni malo, pero lo que debemos saber es que no es un período neutro para el deportista. Es un momento especial, en donde el deportista muchas veces necesita contención para poder transitarlo de forma positiva.
El período de pases es, naturalmente, un período de especial ansiedad. El deportista se encuentra en permanente estado de alerta, aprensivo, preocupado. Y es lógico, ya que quiere saber dónde va a jugar.
Sea por una posibilidad positiva (por ejemplo, un pase a un equipo más grande o al exterior), o por una posibilidad negativa (como no tener la seguridad de conseguir un equipo en dónde jugar). Realidades distintas, pero ambas generadoras de ansiedad.
¿Y qué consecuencias puede traer esta ansiedad? Por ejemplo, puede alterar la alimentación del deportista. O hacer que coma demasiado, y esto en período dónde además no entrena, puede derivar en una ganancia de peso mayor a la esperable durante el receso.
Además, si es por una posibilidad negativa, puede venir asociada a una pérdida de motivación, y a un estado de ánimo negativo.
Pero pensemos que el deportista tenga su situación asegurada, que sabe que continuará en su club. Igualmente es muy posible que esté pendiente de los movimientos que se realizan dentro de su plantel, ya que afectarán directamente sus posibilidades.
Es común estar preocupándose por cuántos jugadores hay en mi puesto, quiénes son y qué posibilidades me deja esa realidad. Y eso genera pensamientos y sentimientos. Por ejemplo, si traen otro jugador en su puesto, comienza a cuestionarse sobre si no es valorado por su entrenador o club.
Entonces, el jugador está de vacaciones o en pretemporada, pero su mente está trabajando todo el tiempo.
Visto de esta forma, el período de pases parece una amenaza al deportista. Y algunos lo ven así. Pero para otros, esta instancia es una oportunidad. Una opción positiva, que puede permitir un mejor desarrollo y continuidad de la carrera deportiva.
Un nuevo club, un nuevo entrenador, nuevos compañeros. Una nueva historia. Para muchos, una nueva esperanza. Aquí se puede lograr elevar la motivación y la autoconfianza, con un cambio que es externo (y por ende, más simple que cambiar factores de la propia persona).
Ejemplos hay varios. Quizás el más reciente sea el pase del "Morro" García de Nacional a River Plate, en busca de una oportunidad que le permita volver a su nivel. Cuando el jugador busca más minutos, lo que está buscando es más seguridad y confianza. Y tras ello, seguramente podrá tomar mayores riesgos y lograr su mejor juego.
Por otra parte, a veces lo que se busca es repetir algún factor que ya generó buen rendimiento en el pasado, como puede ser un entrenador determinado. Hay jugadores que rinden más con ciertos entrenadores, ya sea por el estilo de juego o por el rol que le dan a este jugador en el grupo, o incluso por la forma de llegarle del entrenador.
Y en ocasiones, el jugador busca esa “sociedad exitosa”, que también puede darse entre dos jugadores. Aquí podemos citar el ejemplo buscado en Aguada entre Osimani y García Morales.
Para terminar, un apartado especial para la importancia de estos períodos para jugadores jóvenes, que recién están terminando de formarse o consolidarse. En este sentido, pocos clubes tienen una política institucional de buscar lo mejor para el jugador. Y es claro que para él, lo mejor es jugar.
Si un jugador no será tenido en cuenta, o si va a tener poquísimas posibilidades, lo mejor para ambas partes sería cederlo a préstamo para que siga desarrollándose y luego retorne. Muchas veces el club se queda con jugadores para estirar su plantel o para poder usarlos en el entrenamiento, y luego al no tener posibilidades de jugar, los deportistas van perdiendo motivación y autoconfianza, además de ritmo de juego.
Es claro que el período de pases no es en sí bueno ni malo, pero lo que debemos saber es que no es un período neutro para el deportista. Es un momento especial, en donde el deportista muchas veces necesita contención para poder transitarlo de forma positiva.