Los años no vienen solos

En momentos determinantes, aparecen jugadores experientes.

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No cabe duda que desde el punto de vista físico, generalmente los jugadores jóvenes suelen sacar ventaja ante los más veteranos. Estos últimos ya han decaído en lo que respecta a algunas de las valencias más importantes, mientras los primeros están en su etapa de máximo rendimiento físico.

Sin embargo, las últimas definiciones nos hacen cuestionarnos por qué en momentos clave los jugadores experientes aparecen con rendimientos muy elevados. En la definición por el título del Metropolitano, Luis “Bicho” Silveira cambió el rumbo de la primera final. En partidos previos, Eduardo “Caballo” Lambert había dado aportes claves a su equipo. Ambos jugadores que superan ampliamente la barrera de los 40 años.

Nuevamente, en la definición de los ascensos brillaron el “Bicho” y el “Sapo” Juan Rovira. Ya en la Liga Sudamericana, Malvín hizo historia venciendo en los tres juegos con un altísimo rendimiento de Nicolás Mazzarino. Estos últimos, jugadores de 38 y 39 años.

Pasando al fútbol, Nacional se afirmó en su mejor momento con otro gol olímpico de Álvaro Recoba, y en Peñarol también se han destacado Pacheco y Zalayeta. Por último, en el sorprendente Racing aparece en el arco el “Loco” Jorge Contreras, quien hace poco festejó en la cancha sus 43 años de edad.

¿Hay algún aspecto psicológico que justifique el alto rendimiento de estos jugadores? Sin dudas que sí. La experiencia incide directamente en muchas habilidades mentales, principalmente el manejo de la ansiedad y la autoconfianza.

Un jugador con tantos años de carrera ha vivido muchas más situaciones que un joven, y esto hace que haya menos situaciones “nuevas” o desconocidas. Y como sabemos, lo desconocido genera ansiedad, nerviosismo, por no saber cómo será. Los jugadores mencionados se han visto enfrentados innumerables veces a situaciones como las que les ha tocado vivir recientemente, y eso les brinda una experiencia de cómo manejar la situación.

Independientemente de que en las oportunidades anteriores hayan tenido éxito o hayan fracasado, hubo una vivencia y un aprendizaje. Seguramente cuando enfrentan nuevamente una situación similar, repetirán aquello que funcionó y modificarán aquello que no generó buenos rendimientos o resultados.

Otro aspecto a tener en cuenta, es que estos jugadores en general perciben como menos riesgosa la situación. Un jugador joven, que se está afirmando recién, percibe que su futuro depende de lo que pase en ese momento o ese partido. Entonces la presión es mayor y no siempre el jugador tiene herramientas para salir airoso de allí.

Los jugadores experientes, en general, no piensan tanto en su futuro deportivo sino que se centran más en el presente. No piensan qué oportunidades les traerá su desempeño actual, sino en hacer las cosas bien y muchas veces se enfocan en disfrutar. Esto se justifica incluso en el no saber por cuánto tiempo más podrán hacerlo, y si volverán a vivir una situación similar.

Por último, vale decir que estos jugadores también ponen en práctica todas sus “mañas” y su liderazgo a la hora de conducir un grupo, llevar un partido hacia el terreno que les es más conveniente, y obtener ventajas de todas las maneras que han ido aprendiendo que pueden hacerlo a lo largo de tantos años en la cancha.

En resumen, la experiencia incide en la fortaleza y la estabilidad mental del deportista, brindando muchas veces un plus que compensa las desventajas que puede tener desde otros puntos de vista. Esto no va en desmedro de los jóvenes, que son muy importantes y también pueden brillar en estos momentos; sino a favor de lograr planteles con la justa mixtura de estos dos componentes.