¿Qué necesidad?

Pasan los años y los sorteos de la Conmebol siguen dejando la misma sensación: pena.

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Foto: infobae.com
Debe haber algún motivo que desconocemos, porque no puede ser que no se den cuenta. No puede ser que nadie les haya dicho, que no haya un mísero asesor que les dé un consejo. Lo ve un continente entero, ¿cómo no lo van a ver ellos?

Pasan los años y siempre que termina un sorteo de la Copa Libertadores me queda rondando la misma pregunta: ¿cómo se pueden hacer las cosas tan mal? En forma (la ceremonia) y en contenido (el sorteo en sí).

Empecemos por el contenido, que es lo más importante. Lo primero que rompe los ojos es la cantidad de incógnitas que hay. Argentina 4, Brasil 3 y Chile 2 por doquier. ¿Por qué no esperar a que estén todos los clasificados confirmados?

No cuesta nada. Sería más atractivo para los espectadores e incluso más justo, ya que todos conocerían a sus rivales a partir del mismo momento. Además, con este sistema, hay varios equipos que aún están compitiendo y que, con el sorteo hecho, pueden especular con salir Ecuador 2 o Ecuador 3, en función de la dificultad de los posibles rivales.

Ponele que no quieren hacer el sorteo cerca de las fiestas (no tiene nada que ver, pero bueno). ¿Qué tiene de malo hacerlo el 10 de enero, o por ahí? Quince o veinte días de anticipación son más que suficientes para que los equipos se preparen.

En esta línea, un paso más (pero ya sería pedir mucho) podría ser lo que hace la Champions: sortear la primera fase, que se juegue y recién después, con los 32 equipos confirmados, sortear la fase de grupos. Pero para correr primero hay que saber caminar.

Luego está el tema de la composición de los bolilleros. ¿Alguien sabe cuál fue el criterio para organizarlos? No, porque no fue informado debidamente. Y aparte, aunque te lo cuenten, no vas a entender demasiado, porque no es muy claro.

Básicamente, esta vez los cabezas de serie fueron dos equipos argentinos, dos brasileños y los campeones de los cuatro países de la zona norte (Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela). El año que viene serán los campeones de la zona sur. Y así sucesivamente.

La idea parece ser darle importancia al hecho de ser campeón, dándole el mismo valor a Zamora (campeón venezolano) que a Cruzeiro (campeón brasileño). Suena loable, pero en términos de competitividad, no es lo más lógico.

El sistema de bolilleros para hacer sorteos tiene un objetivo central: la agrupación de equipos de similar potencial, de modo que no queden grupos tan desparejos. Para lograr esto, hay varios caminos: usar un ranking (al estilo FIFA), asignarle importancia a cada país y en función de eso repartir (como hace la UEFA) y seguramente otros que no conozco.

Poner a Perú 2 -cualquiera sea su nombre- y a Boca en el mismo bolillero no parece la mejor opción. Así pasa que en un mismo grupo quedan San Lorenzo y San Pablo, y en otro están juntos Mineros de Guayana y Universitario de Sucre.

No tiene demasiada ciencia: hacer el sorteo cuando se conozcan todos los equipos y reordenar los bolilleros por paridad deportiva. Ideas demasiado básicas para que no las hayan pensado todavía. Por eso digo que algo raro tiene que haber.

Caso aparte: la ceremonia

Al margen de todo lo opinado anteriormente sobre el sorteo, está todo lo que se puede decir sobre la ceremonia y el espectáculo que lo rodea. Y lamentablemente los conceptos que se pueden emitir son tanto o más duros.

Quiero creer que la Conmebol y FOX tienen en cuenta que el sorteo es un espectáculo televisivo y que allí radica su potencial. Bien. Desde que arrancó la trasnmisión de TV hasta que salió la primera bolilla pasaron 100 minutos. Un disparate.

Lo peor de todo es que esos 100 minutos fueron sumamente aburridos. Los discursos de dirigentes, discursos de gerentes de marcas patrocinadoras y homenajes a otros dirigentes se llevaron gran parte de esos 100 minutos. Exactamente lo que la gente no quería ver. Un calvario.

Después hubo un reconocimiento a padres e hijos campeones de la Libertadores, y al campeón y los goleadores de la última edición. No sé si era el momento, pero no estuvo mal y no robó demasiado tiempo.

En el medio, espectáculos musicales de Carlos Baute y Alex Ubago. Sin meternos en juicios musicales, lo que sí choca un poco es que para un torneo americano cante un artista español. La propuesta de la Orquesta Sinfónica de Paraguay era buena. Tanto que la pusieron en el lugar menos privilegiado posible.

Larga, previsible y aburrida. Así viene siendo hace años. No me da el conocimiento como para proponer ideas al respecto, pero me imagino que basta con una recorrida por YouTube buscando piques de otros lados.

Es ponerle ganas. Y entender que no es la fiesta de los dirigentes, sino de los cuadros y sus hinchas. Al mediodía júntense a darse para adelante entre sí, pero de noche, para las cámaras, dénle a la gente lo que se merece.