​Irregular, impreciso, inseguro

Peñarol cayó ante Sud América uno a cero y dejó además de tres puntos, un sinfín de dudas.

_mjm8097.jpg

El domingo pasado éramos felices, punteros e hinchas de un cuadro que iba en ascenso, dispuesto a llevarse el clausura por delante. Eso fue después de la victoria ante Defensor, donde el Peñarol de Pablo Bengoechea mostró su mejor cara.

El del domingo pasado fue sin siquiera deslumbrar un equipo, despierto, preciso, veloz y hasta seguro en todas sus líneas. Un Peñarol batallador, crecido ante un rival similar.

El domingo pasado además nos fuimos con la ambición de querer ver más de este equipo, confiando que si se le ganó con comodidad al violeta, la IASA iba a ser un mero trámite. Jamás sospechábamos que el encuentro se iba a dar como se dio, que el aurinegro iba a sentirse presionado y sometido al juego del buzón.

Lo cierto es que ya desde el pitido inicial ejecutado por Leodán González, algo andaba mal entre los futbolistas mirasoles. Se le entregó por demás la pelota al rival y fue difícil mantenerla en los pies de jugadores aurinegros.

Hasta que a los diez minutos Rodales creyó conveniente inducir en el engaño a Ángel Luna con un amague berreta y como obvio resultado perdió el balón y le dio al veloz puntero la posibilidad de entrar al área con pelota en pleno dominio. La pasividad en la marca de la pareja de zagueros permitió al autor del gol rematar con la más absoluta comodidad y así abrir el marcador.

Un error defensivo de ésta naturaleza es admisible teniendo en cuenta la calidad de jugadores que tiene Peñarol de mitad de cancha hacia abajo (léase: Rodales, MacEachen, Sandoval, entre otros). Pero de ahí a desaprovechar ochenta minutos para empatar y ganar el encuentro como ocurrió, hay una oquedad.

Aguiar, Rodríguez y Pacheco se mostraron especialmente imprecisos, y Bengoechea tardó en darse cuenta que el problema estaba en la generación de futbol y no en la concreción, y por ende lamentamos que Hernán Novick gozara de poco más de veinte minutos para entrar en juego y cambiar la fatídica suerte de este desdibujado aurinegro.

El partido se fue con muy poco futbol y también muy poca voluntad, y así de rápido se desvaneció esa felicidad y esa ambición que había dejado el Peñarol del domingo pasado.

La pregunta es ¿Qué equipo vamos a ver el domingo que viene? o ¿Cómo hacemos para que Peñarol vuelva a jugar como ante Defensor? Quien escribe entiende que el factor emocional es clave.

Este manya no sale a jugar siempre con la misma motivación, este manya se viene abajo con un gol de la IASA a los 10 minutos, a estos jugadores parece en ocasiones pesarles demasiado la pelota.

Los jugadores se desviven contando entre semana la cantidad de "finales" que les queda por disputar, y llegado el día del partido pareciera no importarles, ¿Así de fácil pierden una final?

Vestir la camiseta amarilla y negra debería ser suficiente motivación como para salir a comerte la cancha ante quien sea. El Peñarol con el que yo crecí salía a matar futbolísticamente a cualquier rival, sea un rival de copa o el último de la tabla del Clausura. Y eso me cuesta verlo en el Peñarol de hoy.

Hay que ver como los referentes del club y el propio DT logran inculcar a los más jóvenes ese espíritu impávido que hacía a mi cuadro vencer a cualquiera y dar vuelta resultados adversos. No quiero fumarme más derrotas de esta naturaleza, tenemos que transmitirle a los jugadores la seguridad que les permita jugar sin presión pero con mentalidad ganadora. Ya pasó la hora de resignar puntos,

¡Hay que salir a ganarle a todos!

@Iker_Monchakos