La mente bajo el guante
El perfil psicológico del arquero, el jugador distinto en el fútbol.
Columna en base a la audición de 13 a 0 (810 AM El Espectador) el día 01/03/14.
Viste de un color distinto. Puede usar las manos. Tiene un entrenador aparte. Son algunas de las diferencias visibles de un arquero por sobre sus compañeros de un equipo de fútbol. Pero existen otras diferencias, más o menos visibles, que son las psicológicas. El arquero tiene un perfil especial, una mentalidad diferente, que intentaremos describir y comprender.
¿Cuáles son las claves mentales del arquero? Creo que las podríamos resumir en concentración, toma de decisiones y tolerancia a la frustración.
Está claro que el arquero es el jugador más expuesto dentro de la cancha. Un error suyo puede tener consecuencias directas en el resultado del partido. Por eso muchas veces tienen el pensamiento de “No me puedo equivocar”, lo cual conlleva una autoexigencia muy alta y una presión enorme que debe acostumbrarse a manejar.
¿Y qué sucede cuando el error aparece? Allí viene la importancia de la tolerancia a la frustración. Un buen arquero –desde el punto de vista psicológico– debe lograr aislar el error y poder seguir enfocado en su tarea a pesar del mismo. Y esto es un gran desafío. Porque sabe que el error no se va a borrar. Un “9” que erra una situación clara, si convierte la siguiente hace que nadie recuerde su error. Pero en el caso del arquero, el error queda registrado en el marcador del partido.
La autoconfianza del arquero debe ser alta, pero principalmente debe ser estable. Él no puede dejar que una situación puntual lo desestabilice. Por esto, en general los arqueros son bastante controlados desde el punto de vista emocional; no tan pasionales como otros jugadores de campo.
Al mismo tiempo, el arquero necesita estar concentrado todo el tiempo, en un foco externo pero bastante amplio. No es solamente seguir la pelota, sino que sigue todo lo que sucede en el campo para intentar anticipar lo que puede llegar a suceder. Es responsable por ordenar la defensa e incluso el mediocampo. Además, debe estar concentrado incluso cuando se equipo está atacando, ya que un contragolpe lo puede tomar por sorpresa. Esos partidos en donde el arquero trabaja poco pueden ser muy riesgosos si no tienen entrenada su concentración.
Debe ser capaz de tomar decisiones en un instante y ejecutarlas con gran rapidez (“¿salgo o no salgo?”, “¿intento agarrar o despejar?”, etc.). Por ejemplo, la transición defensa-ataque del otro equipo puede ser muy rápida, y que sea necesario salir a cortar fuera del área (quizá el más claro ejemplo sea el de Manuel Neuer). Esto exige concentración y toma de decisiones, además de técnica y velocidad. Y haciéndolo, su equipo lleva ventaja. Algunos dicen que “juega con 12 jugadores”, porque el arquero también cumple con la función de líbero.
Al respecto de la motivación de los arqueros, es claro que más que nadie es clave que sea muy elevada la motivación intrínseca, aquella que se genera por el placer del desempeño en sí. Sólo el placer especial de jugar en este puesto hace comprensible que un deportista elija una posición que, para quien mira de afuera, puede parecer tan ingrata.
Por otro lado, Marcelo Roffé (Psicólogo del Deporte argentino), afirma en base a su experiencia que el nivel intelectual de los arqueros supera al promedio de los futbolistas. Esto ayuda a que razone más, reflexione y evalúe más, y sea más autocrítico.
Como vemos, el arquero, desde el punto de vista psicológico, es una combinación de una personalidad especial con unas habilidades psicológicas altamente desarrolladas. Pero, lo más importante, es que dichas habilidades son entrenables.
Para terminar, en el deporte, además de ser hay que parecer. Porque eso es lo que se transmite. Y los arqueros deben transmitir seguridad y tranquilidad. Esto hará que sus compañeros jueguen con una cuota extra de confianza, al tiempo que intimidará a los rivales haciéndolos dudar más a la hora de definir. No es casualidad ver muchos goleros que son líderes, e incluso capitanes de sus equipos.
Viste de un color distinto. Puede usar las manos. Tiene un entrenador aparte. Son algunas de las diferencias visibles de un arquero por sobre sus compañeros de un equipo de fútbol. Pero existen otras diferencias, más o menos visibles, que son las psicológicas. El arquero tiene un perfil especial, una mentalidad diferente, que intentaremos describir y comprender.
¿Cuáles son las claves mentales del arquero? Creo que las podríamos resumir en concentración, toma de decisiones y tolerancia a la frustración.
Está claro que el arquero es el jugador más expuesto dentro de la cancha. Un error suyo puede tener consecuencias directas en el resultado del partido. Por eso muchas veces tienen el pensamiento de “No me puedo equivocar”, lo cual conlleva una autoexigencia muy alta y una presión enorme que debe acostumbrarse a manejar.
¿Y qué sucede cuando el error aparece? Allí viene la importancia de la tolerancia a la frustración. Un buen arquero –desde el punto de vista psicológico– debe lograr aislar el error y poder seguir enfocado en su tarea a pesar del mismo. Y esto es un gran desafío. Porque sabe que el error no se va a borrar. Un “9” que erra una situación clara, si convierte la siguiente hace que nadie recuerde su error. Pero en el caso del arquero, el error queda registrado en el marcador del partido.
La autoconfianza del arquero debe ser alta, pero principalmente debe ser estable. Él no puede dejar que una situación puntual lo desestabilice. Por esto, en general los arqueros son bastante controlados desde el punto de vista emocional; no tan pasionales como otros jugadores de campo.
Al mismo tiempo, el arquero necesita estar concentrado todo el tiempo, en un foco externo pero bastante amplio. No es solamente seguir la pelota, sino que sigue todo lo que sucede en el campo para intentar anticipar lo que puede llegar a suceder. Es responsable por ordenar la defensa e incluso el mediocampo. Además, debe estar concentrado incluso cuando se equipo está atacando, ya que un contragolpe lo puede tomar por sorpresa. Esos partidos en donde el arquero trabaja poco pueden ser muy riesgosos si no tienen entrenada su concentración.
Debe ser capaz de tomar decisiones en un instante y ejecutarlas con gran rapidez (“¿salgo o no salgo?”, “¿intento agarrar o despejar?”, etc.). Por ejemplo, la transición defensa-ataque del otro equipo puede ser muy rápida, y que sea necesario salir a cortar fuera del área (quizá el más claro ejemplo sea el de Manuel Neuer). Esto exige concentración y toma de decisiones, además de técnica y velocidad. Y haciéndolo, su equipo lleva ventaja. Algunos dicen que “juega con 12 jugadores”, porque el arquero también cumple con la función de líbero.
Al respecto de la motivación de los arqueros, es claro que más que nadie es clave que sea muy elevada la motivación intrínseca, aquella que se genera por el placer del desempeño en sí. Sólo el placer especial de jugar en este puesto hace comprensible que un deportista elija una posición que, para quien mira de afuera, puede parecer tan ingrata.
Por otro lado, Marcelo Roffé (Psicólogo del Deporte argentino), afirma en base a su experiencia que el nivel intelectual de los arqueros supera al promedio de los futbolistas. Esto ayuda a que razone más, reflexione y evalúe más, y sea más autocrítico.
Como vemos, el arquero, desde el punto de vista psicológico, es una combinación de una personalidad especial con unas habilidades psicológicas altamente desarrolladas. Pero, lo más importante, es que dichas habilidades son entrenables.
Para terminar, en el deporte, además de ser hay que parecer. Porque eso es lo que se transmite. Y los arqueros deben transmitir seguridad y tranquilidad. Esto hará que sus compañeros jueguen con una cuota extra de confianza, al tiempo que intimidará a los rivales haciéndolos dudar más a la hora de definir. No es casualidad ver muchos goleros que son líderes, e incluso capitanes de sus equipos.