​No hay dolor

La psicología en el retorno de los jugadores a la competencia tras una lesión.

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Columna en base a la audición de 13 a 0 (810 AM El Espectador) el día 22/02/14.

El año pasado, en la columna titulada “Me duele acá”, hacíamos referencia al tema de las lesiones deportivas, preguntándonos si la cabeza tiene algo que ver con las lesiones, o sin son algo puramente físico. Hoy retomaremos el tema para hablar más especificamente del retorno a la actividad deportiva tras las lesiones.

Sin negar la importancia de la parte física, debemos decir que la mente juega un rol clave tanto en la prevención de lesiones como en la recuperación de las mismas.  Y más aún, en el retorno a la competencia del jugador.

En lo que respecta a la prevención, los factores psicológicos que inciden se pueden dividir en condicionamientos personales (derivan de la personalidad y las experiencias previas del deportista, ej.: exceso de ansiedad, submotivación o sobremotivación, baja autoconfianza, estados de ánimo negativos) y factores de estrés (exigencia del entrenamiento o la competencia, exposición pública, cambios en su vida deportiva o personal; aquí vale aclarar que no es la situación la que genera el estrés, sino la interpretación cognitiva que hace el deportista de dicha situación, lo cual le generará una serie de cambios fisiológicos). En ambos casos, cuando el deportista juega tenso o desconcentrado, el riesgo de lesión aumenta.

Al mismo tiempo, aparecen situaciones llamativas donde las lesiones “coinciden” con partidos decisivos o en víspera de competencias importantes. Aquí muchas veces se da lo que denominamos “válvula de escape”.  La lesión, de manera no consciente, sirve al deportista para salir de una realidad que no logra manejar y le incomoda. No es que pida el cambio sin tener nada, sino que su alto nivel de estrés termina desbordándolo y la lesión es la forma de escapar de esa situación. La otra forma de escapar, que también se ve algunas veces, es la expulsión.

Por el lado de la recuperación, el Psicólogo del Deporte puede acompañar el estado anímico del deportista durante el tiempo que se mantiene sin entrenar a la par de sus compañeros, durante el cual habitualmente se siente “poco útil” y sin saber qué hacer por haber sido alterada su rutina habitual.  El jugador pasa por etapas de angustia y enojo, estados negativos que van contra su recuperación, por lo que es importante sustituir esos pensamientos y buscar que el deportista se establezca metas –en conjunto con el médico y/o fisioterapeuta– que pueda ir cumpliendo para ver cómo su recuperación avanza de manera positiva.

Pero uno de los momentos claves, y que ha estado en el tapete últimamente, es el retorno al entrenamiento y a la competencia del jugador. La psicología puede ayudar mucho en esta etapa, especialmente para que el deportista recupere la confianza en el miembro lesionado. Es bastante común que cuando un jugador vuelve de la lesión tenga miedo de resentirse, y para ello evite los movimientos de riesgo, o evite especialmente el movimiento en el cual se lesionó. A través de técnicas como la visualización, el Psicólogo del Deporte aprovecha el tiempo de recuperación para ir preparando al deportista para su reintegro al deporte.

A su vez, el jugador viene sin ritmo por lo cual debe ser conciente de la situación y ser paciente consigo mismo. Es común que quiera hacer mucho en poco tiempo, para “recuperar el tiempo perdido” e incluso demostrar –o demostrarse– que está en buen estado. Esto sucede especialmente cuando su retorno es muy esperado o su equipo está jugando algo importante, como han sido los casos de Leandro García Morales y Santiago Vidal en los playoff de la Liga Uruguaya. Esta ansiedad, si no es controlada, suele ir contra su propio rendimiento.

En resumen, la Psicología del Deporte tiene mucho para aportar, tanto para fortalecer al jugador de forma que pueda afrontar las situaciones de presión de forma positiva, como para ayudar en la recuperación y el retorno a la competencia en el caso de deportistas lesionados.  Y en estos casos, siempre recordar que el mejor abordaje será el interdisciplinario.