La semilla del odio
Otra reflexión sobre el antichilenismo de los uruguayos.
Tal vez esta columna sea un poco llover sobre mojado. No porque se parezca a la opinión de las mayorías bulliciosas (más bien todo lo contrario), sino porque ya se escribieron, desde este mismo pedacito de la web, dos columnas que son hermanas mayores de esta.
Tan es así, que me atrevo a hacerte una recomendación: si ya leíste los artículos de Ignacio Álvarez y Omar Cazarré y te parecieron espantosos, anti patria, o directamente cualquiera, mi consejo es que ni te gastes en leer este. En serio, te lo digo para ahorrarte el mal momento.
Las redes sociales son una masacre de chilenos. Los periodistas deportivos discuten qué tiene que hacer Perú para ganarle a Chile, sin disimular ni un poquito las tremendas ganas de que eso pase. Rodrigo Romano grita el gol de los peruanos casi como el de Suárez contra los ingleses.
La gente en sus casas también. Y encima te lo hiciste en contra, chileno puto. El mismo RR confiesa que el segundo gol de Chile fue una "espada en la yugular" (las palabras importan, la metáforas dicen mucho).
Acá se escribe una columna de reflexión y crítica al odio contra los chilenos, y los comentarios recibidos muestran niveles de violencia que sinceramente asustan. Algo nos pasa bo, por favor démonos cuenta.
En una columna anterior, señalaba que el fútbol es el medio de socialización por excelencia de los varones uruguayos, en tres planos distintos pero interdependientes: práctica, conversación y lenguaje. Decía que la participación en el mundo del fútbol facilita la cohesión social, reforzando la identidad nacional y generando lazos de solidaridad comunitaria.
Sin ir todavía a las causas del anti chilenismo, no caben dudas de que el párrafo anterior ayuda a explicar este sentimiento colectivo. Si el fútbol une, las emociones que de él emergen también.
En estos días, odiar a Chile, sentir esa mezcla de rabia porque se agrandan y lástima porque pobrecitos nunca ganaron nada, es obligatorio. Hay que manifestar el odio para ser aceptado por los demás, para que te sientan un compatriota (qué palabra tan horrible) y te pongan me gusta en el Facebook. Este odio a Chile también nos une, por más absurdo que esto parezca.
El bombo en las redes sociales, las conversaciones entre indignados que se refuerzan mutuamente su indignación y se sienten bien por compartirla, son intercambios que generan cohesión atrás de una causa común: repudiar al otro, en este caso al chileno.
Las grandes corrientes teóricas que estudian los procesos de construcción social de una identidad nacional, afirman que los mismos se concentran tanto en el reforzamiento del "nosotros" como en la diferenciación con respecto a "los otros". Cuando decimos que el chileno es agrandado, cagón y perdedor, también estamos diciendo que el uruguayo es humilde, tiene huevo y ganó todo. Sí, lo estamos diciendo. Todo el tiempo lo estamos diciendo.
Para mí tiene razón Ignacio Álvarez (me refiero al integrante de PDA, no a su tocayo más conocido y menos querible) cuando separa las raíces de este anti chilenismo en dos grandes partes: que nunca ganaron nada, y que encima son agrandados y bocones. Creo que no tiene mucho sentido seguir dándole vueltas a esto, pero tal vez un resumen valga la pena.
Ignacio dejó muy claro el egoísmo nacionalista que subyace en ese deseo unánime de que los chilenos no levanten nunca una copa. Necesitamos que no la ganen para seguir burlándonos de ellos y reafirmando nuestra superioridad. La pucha que somos buena gente.
Después viene la otra parte, esa que jura que los chilenitos se la creen. ¿De dónde sacamos eso? ¿Qué actitud tuvieron en la historia del fútbol para hacernos concluir que son más agrandados que otros, o sin ir más lejos, que nosotros mismos?
Y en esta segunda parte parafraseo lo dicho por Omar: qué equivocados que estamos al autodefinirnos como humildes. ¿Nosotros humildes, que nos jactamos todos los días de ser los más ganadores del continente, que nos llenamos la boca con nuestras gloriosas hazañas, y encima después nos enorgullecemos de nuestra humildad?
No hay un acto tan soberbio y contradictorio a la vez como el de sacarse cartel de la humildad propia. Queremos que todos sepan, valoren y reconozcan nuestro destaque en esa cualidad, cuando ser humilde implica exactamente lo contrario. Al final, somos una manga de Paolos Monteros aquella vez que dijo: "Los más grandes somos los más humildes". Maravilloso.
Está bien, el odio es un sentimiento (en este caso colectivo) y como tal, su componente pasional le gana a los entreveros del cerebro. Pero toda irracionalidad, por más espontánea que parezca, esconde semillitas explicables.
No las conozco, pero pienso que tiene que ver con lo mismo de siempre, con que el amor visceral por nuestra celeste tiene como contracara el odio violento contra todo aquel que se atreva a tocarla. Tal vez la semilla del odio esté en nosotros mismos.
A mí me encanta el fútbol, pero no dejo de pensar que esos sentimientos son exageraciones que nos terminan enfermando, ya sea en la pasión por lo nuestro y la obsesión por ganar, como en el desprecio por el otro y el drama de perder.
Por último, te pido disculpas a vos, que seguiste leyendo a pesar de mi advertencia, si la columna fue demasiado similar a las citadas. Es que pienso bastante parecido, pero no me resistí a dar mi parecer.
Además, y aunque capaz no haga homenaje a nuestra humildad como uruguayos, celebro que desde Por Decir Algo sigan saliendo visiones contrarias al sentido común socio-deportivo; y al mismo tiempo me entristece un poco que este tipo de planteos solo salgan de lugares como este, en un rinconcito de la web, mientras los grandes medios (y la muchísima gente que los sigue) se revuelven en un patrioterismo fanático del que después, si algún día vuelan butacas o llueven piñas, se alejarán indignados y dirán que el fútbol es solo un juego.