Aguantá un rato, biología
Una defensa a Tabárez que en realidad no quiere ser tal.
Y al final llegué a la conclusión que hay que defenderlo. Cuidado, no es que haya que tomar partido por un bando, incluso no tengo claro que existan bandos. Fue una conclusión que llegué luego de la Copa América. Uruguay jugó espantoso, los partidos fueron inmirables. Como siempre supimos competir y emparejar partidos, pero fue horrible de ver.
Tabárez volvió a insistir con Cavani haciendo de Suárez, pero Cavani no es nueve, es segunda punta, necesita bajar, tocar la pelota, volcarse a los costados. No es de esos delanteros que fijan centrales, que se mueven en el ancho del área. Por eso cada vez que lo acompañó otro delantero, Uruguay jugó algo mejor.
Como a muchos, me queda siempre esa duda sobre qué pasaría si ponemos un mediocampo menos combativo y más armador de juego. Por factores externos algo de eso pasó en las primeras dos fechas de la eliminatoria.
El Cacha no pudo jugar y el Tata demostró que puede hacer el mismo desgaste pero aportar más juego. Lo acompañó Corujo que no tuvo un gran rendimiento, pero tampoco desentonó. Ese lugar tiene pinta que será de Nández en un futuro cercano.
Todo esto son discusiones de juego, que si la pasamos por el tamiz de las redes sociales y los periodistas con opiniones incendiarias, llegamos a los extremos de decir que Tabárez es un entrenador híper defensivo, amarrete en sus planteos, que tiene un "club de amigos" y que solo sabe jugar a una cosa.
Eso genera que los post partidos sean insoportables. Están todos agazapados en Whatsapp, Twitter, Facebook, asados de amigos y charlas de taxistas. En caso de perder, los mártires de Tabárez recuerdan épocas oscuras, donde los técnicos respondían a intereses de terceros y el liberalismo hacía estragos a la clase trabajadora.
Esos mismos, en caso de ganar salen a preguntar dónde se esconden aquellos que quieren ver caer al actual entrenador, a decir que van a tener que seguir esperando y deben guardarse las críticas donde mejor les quepan (en una carpeta en Mis Documentos llamada "editorial Andate Tabárez").
No me cuenten para ese fuego cruzado, es aburridísimo. Pero sí llegué a una conclusión: la selección de Uruguay es una isla de buen funcionamiento en el medio de un mar de bizarreadas. Es una pieza que funciona dentro de una máquina bastante rota.
Y solo por eso la paciencia tiene que ser mucho mayor, incluso al punto de entender que los resultados deportivos sirven para acompañar un proceso, pero que el trabajo no se agota cuando se alcanzan o dejan de alcanzarse objetivos de juego.
Hace varios años le pregunté a Matías Faral (jefe de prensa de la AUF) si existía la posibilidad de un "proceso Tabárez" sin el Maestro. Me contestó que no. Luego pensé que los encargados de tomar la decisión son los mismos de siempre, los que conocemos hace años.
Una lástima que no haya un "proceso Tabárez dirigencial". Por ahora solo queda esperar que la biología demore en hacer su trabajo.