Ansiedad

Un clásico con dos equipos que evidenciaron la principal función de la ansiedad: asegurar la supervivencia.

ifran-espino.jpg

La ansiedad es una anticipación involuntaria de un daño o desgracia futuros. Así define Wikipedia la ansiedad, pero bien podría estar hablando del foul de Fucile sobre Ifrán en la jugada previa al gol de Peñarol.

Sabemos que en las redes sociales y en esos programas donde la gente llama para decir lo que opinan, calificaron a Fucile de todo menos de ansioso. En la tribuna seguramente la gente no haya gritado "Fucile, ansioso, jugás mejor después de desmayarte".

Pero lo cierto es que esos fouls de los laterales, cerca de la banda, con el jugador de espalda, son más comunes de lo que uno espera. Y sin duda hay un gran componente de ansiedad, de irracionalidad.

Los entrenadores se cansan de repetir que no hagan fouls cuando el jugador está de espalda, los arqueros quedan roncos de gritar "sin foul", pero igual los jugadores y los laterales en particular lo siguen haciendo.

El tiro libre terminó en gol de Peñarol. Fucile anticipó involuntariamente un daño, porque Peñarol empataba cuando no venía generando demasiado peligro, y porque Bengoechea había armado un equipo más para aguantar un resultado que para salir a buscarlo.

La ansiedad se trata de una señal de alerta que advierte sobre un peligro inminente y permite a la persona que adopte las medidas necesarias para enfrentarse a una amenaza.

En el primer tiempo las señales de peligro llegaban desde la parte derecha de la defensa de Peñarol. Sebastián Fernández le resultaba imparable a Aguirregaray y las amenazas por ese sector eran reales.

Peñarol no tomó ninguna medida y por eso el gol vino por ese lado. Aguirregaray sacó mal un saque de banda, no entendió el movimiento de Zalayeta o se apuró a sacar (otro síntoma de ansiedad). Luego Píriz hizo en una jugada un simposio de ansiedad: primero le erró a un cabezazo, luego a una volea y por último le erró al propio Sebastián Fernández cuando lo quiso frenar.

Hay una diferencia entre la ansiedad normal y la patológica. Cuando uno se enfrenta a una amenaza real, la ansiedad es normal, pero cuando uno imagina las amenazas o las sobredimensiona, la ansiedad es patológica.

La inclusión de Abero en la mitad de la cancha para tener más marca fue sobredimensionar el juego de Peñarol. En los partidos previos Peñarol no demostró tener un circuito de juego armado, más bien las jugadas de ataque respondieron a alguna inspiración de Aguiar o Forlán. Abero, Eguren, Romero y Porras fueron una reacción desmedida a la amenaza de juego de Peñarol.

Bengoechea lo dijo bien claro: la inclusión de Mac Eachen, un zaguero jugando de lateral, respondía a que en su cabeza se imaginaba que podía ir ganando el partido y la inclusión de más delanteros por parte de Nacional (Abreu en particular) la podía solucionar sin tener que hacer ningún cambio. Un razonamiento que perfectamente se aplica si Peñarol iba empatando, pero el entrenador carbonero no podía declarar en la previa que saldría a buscar el empate.

En este punto hasta los periodistas demostraron ansiedad por criticar a Mac Eachen. Ya sabían lo que iban a decir antes del partido, pero el zaguero (lateral en la emergencia) jugó un buen partido. Si se esperaba que desbordara hasta el fondo, se sumara al ataque y tirara centros certeros, el equivocado es uno.

El clásico dejó una conclusión irrefutable por cualquier médico o aficionado al fútbol. Los dos entrenadores evidenciaron la principal función de la ansiedad: asegurar la supervivencia.