Los que hayan tenido la suerte de viajar por mucho tiempo al exterior saben que entre las cosas que más se extrañan estando lejos es el Franzini. Esa sensación de estar de vuelta en casa no iba a estar completa hasta no pisar el Templo violeta una vez más.

Con la ilusión de quien no va al Estadio hace más de ocho meses, es que fui a la cancha el domingo esperando encontrarme con ese cuadro distinto que siempre me hace tan feliz.

Pero lo que pasó el domingo, lejos de dibujarme una sonrisa, dolió en los ojos. No jugamos a absolutamente nada. Fue un espanto por donde se lo mire: una defensa que se desarmaba cada vez que nos tocaban atrás, el Mono que tampoco pudo hacer magia para salvar todos nuestros errores y todas las chances de gol que tuvimos por alguna razón terminaban en mil rebotes inentendibles.

Era un partido para que terminara en tragedia. Nos podrían haber hecho 2 o 3 goles más sin problemas. Nico descontó sobre el final haciéndose cargo de un penal y fue de lo mejor que tuvimos en el mediocampo.

Cuando el árbitro pitó el final nos hizo un favor a todos. Extrañaba el Franzini, pero no extrañaba esto.

Menos que menos extrañaba la extensa carta de puteadas que la gente le dedicó a Tejera mientras hacía una lenta caminata hacia los vestuarios. Así no, muchachos. Y menos a los nuestros. Nunca fui partícipe de la idea de que los insultos sirvan para algo más que hacer daño. No me importa cuán parte del «folklore del fútbol» sean.

De todas formas, posiblemente Tejera dé un paso al costado porque hace tiempo que este equipo no encuentra su juego y tiene problemas por todas partes.

Lo cierto es que la directiva lo tendría que haber cesado antes de arrancar el campeonato y no dos partidos después, convirtiéndonos en los equipos resultadistas que no pueden ver perder a su equipo dos fechas seguidas.

¿Lo bueno? No podemos jugar peor que esto, de acá solo queda ir en subida. Como cada año que arranca, Defensor perdió muchísimos jugadores, pero de nuevo, como cada año, tendremos a otros tantos de las canteras para hacer renacer a este equipo. A confiar otra vez.