Causas y azares

Murió Cruyff… Justo un 24 de marzo, cuando se cumplen 40 años del Golpe en Argentina, por el que se negó a ir al Mundial '78.

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(Foto: AP / Manu Fernández)
Falleció Johan Cruyff y el fútbol está de luto. Se fue uno de los grandes de la historia del fútbol, un revolucionario de este hermoso deporte, un mágico, un rebelde. Mucho se ha escrito sobre su trayectoria, sus logros con Ajax, con Barcelona. Tanto que no tendría sentido reiterar.
 
Mucho se escribió de su pasaje por la selección holandesa, de la histórica naranja mecánica (esa que pasó por arriba a Uruguay) que todos dicen se merecía ser campeona del mundo. Y también mucho se ha escrito sobre el Mundial siguiente, el de Argentina 1978, que Holanda volvió a perder en la instancia decisiva. Ahí Cruyff no estuvo.
 
Se dice que renunció al Mundial por temas de contrato con la marca que auspiciaba a su selección. Se dice también que por proteger a su familia, ya que lo habían asaltado, y que no viajó por la dictadura argentina y las violaciones a los derechos humanos.

Puede que haya renunciado un poco por cada cosa, difícil saberlo. Más aún teniendo en cuenta que PDA nunca podrá cumplir el sueño de entrevistarlo, y sobre todo porque si Juan Carlos Chelsea lo hizo para Fanáticos, seguro no se lo preguntó.
 
Silvio Rodríguez cantaba sobre causas y azares. No sé cuán azaroso es que Cruyff haya fallecido justo el día que se cumplen 40 años del Golpe de Estado en el país vecino, pero me gusta creer que algunos azares se enredan, por esas cosas, con algunas causas.
 
La rebeldía de Cruyff es digna de reconocimiento, quizá más que su magia con la pelotita. Es probable que, con él en cancha, la historia en el Mundial hubiera sido otra, y Holanda sería campeón del mundo. Con el diario del lunes es fácil decirlo: capaz que le erraste Johan querido. Tendrías que haber ido y arruinado la fiesta.

No por el pueblo argentino, que bastante la sufrió; no por Kempes, por más que como comentarista nos caiga muy mal; pero sí por Videla, por Massera y por todos los hijos de mala madre (y padre) que desaparecieron a treinta mil personas y regaron de sangre un país entero.
 
Nos bombardean todo el tiempo con aquello de que “el jugador de fútbol tiene que dedicarse a jugar” y nada más.  Son muchas las voces que critican, y que intentan silenciar, cuando aparece una pancarta en una cancha reclamando derechos para los deportistas, o cuando un plantel, como el de Belgrano de Córdoba en estos días, se anima a reclamar verdad y justicia por los treinta mil desaparecidos argentinos.

Seguramente fueron muchas voces las que criticaron a Cruyff, uno de los mejores del mundo de su tiempo, por renunciar a su selección. Elijo pensar que morir justo hoy es su manera de volver a decirle no, como hace casi cuarenta años, al fascismo y al terrorismo de Estado. Me parece un símbolo mucho más fuerte que tirar flores al río sin siquiera pedir perdón.