Esta historia empezó en enero, luego de dos clásicos de verano, en plena pretemporada. Bengoechea fue cesado, tras ganar los dos torneos cortos en los que dirigió a Peñarol. Da Silva tomó en aquel entonces a este equipo, armado -según sus propios dirigentes- para la doble competencia: pelear la Libertadores y ser campeón del Uruguayo. 

Solamente pasó un trimestre, y la mitad de las expectativas ya se desmoronaron con la eliminación de la Libertadores. No solo eso, Peñarol tuvo una ventaja de cuatro puntos en la Tabla Anual que no pudo mantener, y ahora está apretado por Nacional en ese campeonato. Ninguno de los dos es puntero del Clausura. 

En medio de un mal presente deportivo, un momento como tantos otros que Peñarol viene viviendo en los últimos años, Da Silva destapó la olla y criticó la preparación física que heredó del anterior cuerpo técnico.

En el programa radial 100% Deporte  aseguró: "El equipo se preparó para ganar los clásicos (de verano). Peñarol empezó y a la semana puso el mejor equipo en el clásico y a la otra semana también. Cuando empezó la Copa teníamos un plantel que no tenía pretemporada, llegaron jugadores que no estaban en forma para comenzar la actividad".

Da Silva salió ahora, cuando todo va mal, a criticar el estado físico de los futbolistas. Más allá de que sea cierto o no, mi pregunta es: si quiere futbolistas preparados físicamente a su gusto ¿por qué no agarra equipos con el suficiente tiempo de preparación, y no en plena pretemporada?

Lo que hayan hecho los demás, no solo está fuera de su alcance, sino que es parte del pasado. Capaz que lo más sensato sería agarrar el equipo con más tiempo. De lo contrario, si el tiempo que tuvo fue suficiente, entonces la responsabilidad es suya y de sus asistentes, no de los anteriores.

Se entiende que, como me dijo un amigo, las posibilidades se dan cuando surgen, no cuando uno quiere. Bien, partamos de la base de que un entrenador no agarra trabajo cuando quiere, sino cuando la oportunidad se presenta.

Si su predecesor fue recientemente destituido, sea en la etapa que sea, convengamos que algún problema había. Y si la lógica es lo que prima en la gestión deportiva (no estoy seguro de que eso suceda en Peñarol), los problemas pueden ser deportivos. 

Dentro de los problemas deportivos pueden estar aquellos técnico-tácticos, y también los físicos. Es decir, destituyeron a un cuerpo técnico porque a los ojos de la directiva no consiguió hacer bien su trabajo. Y si hizo cosas buenas, hubo resultados que no se obtuvieron. En gran parte de los casos, eso puede involucrar el componente físico, fundamental en el deporte de alto rendimiento.

A grandes rasgos, cualquier entrenador que agarre un equipo así, puede encontrarse con una mala preparación en diversos aspectos. Todo eso será parte del pasado y estará fuera del alcance del entrenador que agarre trabajo en ciertos momentos complicados.

Si asume la responsabilidad de dirigir a un equipo, lo hace con las condiciones que hay, las conocidas y las que desconocía. Si no es capaz de aceptar eso, que no agarre equipos en mitad de pretemporada o de una temporada.

Y si es capaz de aceptarlo, entonces, cuando los resultados no llegan, lo más sensato es ejercer una autocrítica y no recordar al público sobre lo malo que otros hayan hecho antes. 

Por si fuera poco, Da Silva puso sobre la mesa un tema que no compromete tanto al exentrenador, como sí compromete a los dirigentes y sus criterios para tomar decisiones.

"El equipo se preparó para ganar los clásicos". Sí, Da Silva, ese es el club del que te hiciste cargo, y así alineó Peñarol sus prioridades esta temporada: primero los clásicos de verano, después lo demás. De no haber sido así, hoy en día usted no sería el técnico de Peñarol y el que estaría dando respuestas en la victoria o la derrota sería Bengoechea.

Da Silva lo supo desde el principio, sin embargo decidió hablar de este tema ahora, cuando lo que está cuestionado es su reputación. Una actitud muy poco ética y bastante reprobable. Así es muy fácil.