Con alma y vida

El Villa volvió a Primera y todo un barrio lo festeja.

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Foto: FB Siempre el Villa 2
Llueve, llueve como si no hubiera mañana. Llueve como para darle ese tinte más épico a un partido que podía cumplir un sueño largamente esperado: volver a Primera. Llueve como aquella tarde de 2003 cuando la inauguración del Obdulio Varela. Lo que en Villa Española se hace con años de esfuerzo, de remar contra la corriente, se retribuye así, con lluvia. Como si alguien, en algún lugar, se emocionara hasta las lágrimas.
 
Es difícil que un hincha, como este que escribe, intente ser objetivo. Por eso se puede cuestionar que, como voy a decir, el Villa se merecía el ascenso. Pero más allá de lo futbolístico, se lo merecía. Se lo merecía el barrio entero que salió a recibir la caravana con los festejos, agarrando cualquier cosa amarilla y roja con tal de agradecerles al club y a sus jugadores por darles una alegría gigante. El barrio entero, en la calle, estaba de fiesta.
 
Cinco años. Cinco eternos años sin jugar. Cinco años donde, por momentos, no parecía que hubiera salida posible a un club que funcionaba con respirador, con el esfuerzo de algunos que, con aciertos y errores, lo mantuvieron vivo. Hace tres años parecía imposible ver al Villa de vuelta en una cancha, pero el sueño se cumplió. Después de casi desaparecer, eso ya era suficiente: volver a verlo los fines de semana.
 
Pero volvieron el Bigote, el Caña, el Bocha, el Perla, con un amor al barrio y al club que supera cualquier cosa. Pero la directiva ordenó el club, lo saneó. Pero subimos rápido a la B. Con ese empuje la ilusión creció y el ascenso a Primera, una locura hacía poco tiempo, era posible.
 
Y se consiguió. Y la alegría hace que como en un flash te pasen mil cosas por la cabeza. Desde que entrabas de mascota en el Charrúa, jugando en la C, pasando por ganar en el Estadio, por que te hicieran descender por no tener cancha, por el ascenso en Colonia, por los cierres de Julio, por las voladas del Gato, por los goles del Bigote… Por el viejo divino que me hizo hincha del Villa.
 
Abracé al Mauri, al Gonza, al Colo. A Darwin, a Héber, a Pati. A tanta gente de toda la vida que hasta hace poco ni sabía cómo se llamaban. Al Dani, al Baby y a Tapera. Abracé a muchos que ni siquiera sé cómo se llaman. Nos abrazamos todos. Nos abrazamos, nos reímos y lloramos todos. Nos abrazó, seguro que lo hizo, el Peca querido. Fue un abrazo, hoy, con más alma y con más vida que nunca.
 
¡¡El Villa el Villa nomá!!