Los otros olímpicos
El periodismo deportivo y los Juegos Olímpicos.
A los grandes medios no les interesan los deportes menores. No es algo que vengo a descubrir en la cobertura de Río 2016, pero nuevamente un Juego Olímpico lo evidencia. Puedo escribir cientos de líneas con las excusas de los medios, pero no dejarían de ser excusas. En periodismo lo que de verdad interesa se cubre.
El panorama en líneas generales fue el siguiente: Antel compró los derechos de televisación para Uruguay. El arreglo era que Claro (Carlos Slim y sus empresas tenían los derechos mundiales) le daba 12 señales a elección a la empresa uruguaya.
Antel contrata a Tenfield para que se encargue de la operativa, básicamente recibir esas 12 señales y dejarlas prontas para transmitir por las pantallas escogidas (Vera + o TNU). No conozco cómo fueron esas negociaciones, pero Tenfield también se hizo cargo de la parte periodística, por eso se escucharon y vieron sus periodistas llevando a adelante las transmisiones.
TNU envió a Martín Franco y al Profe Piñeyrúa a Río, Sergio Gorzy fue enviado por Antel. Los canales privados, al no tener los derechos, no enviaron a un solo periodista a Río. Y como me dijo un periodista de unos de los canales, "que no me vengan con la excusa del presupuesto, que en 2004 estábamos como ahora y el canal mandó gente a Atenas".
Pero también en Río hubo un grupo de periodistas que sabían muy bien a lo que iban: Facundo Castro, Verónica Trokebetrygier (Llama Celeste), Pablo Benítez, Enrique Arrillaga y Andrés Cottini. El esfuerzo que hicieron los cinco para estar en Río es casi comparable al de los atletas uruguayos. No es solo que algunos no hayan ganado plata, es que incluso fueron a pérdida.
Ellos han puesto su amor por el deporte por encima de sus condiciones laborales, renunciando a mucho para tener la oportunidad de contar de primera mano lo que pasaba. En Uruguay no hay periodista deportivo que entienda más de deportes menores que estos cinco. Quizás haya alguno que sepa mucho sobre una disciplina, pero que domine el panorama completo de los deportistas uruguayos como ellos, no hay.
La cobertura de los medios uruguayos de los Juegos ha sido floja, no sorprende, pero hay responsabilidad de varios actores. Los medios tendrán su cuota-parte, pero también la tenemos nosotros como audiencia.
Seguramente Antel y TNU hayan recibido el mensaje abrumador de la audiencia descontenta con la transmisión de la final de salto largo. Las redes sociales y las webs especializadas dejan cada vez menos espacio a los periodistas que "talentean" transmisiones. Se trata de entender y saber comunicar, y si no se entiende, se trata de llevar a alguien que lo haga.
Pero también habrá que estar atentos en estos cuatro años a lo que hacen Emiliano Lasa y Dolores Moreira, exigir que de vez en cuando las secciones deportivas de los informativos digan algo de ellos. Capaz que el minuto semanal dedicado al pelo de Cristiano Ronaldo podría ir a los atletas uruguayos.
Prestar atención a los periodistas que se ocupan del deporte uruguayo todos los días, informarnos a través de ellos, interesarnos mínimamente. Así, quizás, dejemos de indignarnos falsamente cada cuatro años cuando conocemos las condiciones en las que entrenan nuestros deportistas. Cambiemos la ecuación. Si algo interesa, hagámoslo relevante.
El panorama en líneas generales fue el siguiente: Antel compró los derechos de televisación para Uruguay. El arreglo era que Claro (Carlos Slim y sus empresas tenían los derechos mundiales) le daba 12 señales a elección a la empresa uruguaya.
Antel contrata a Tenfield para que se encargue de la operativa, básicamente recibir esas 12 señales y dejarlas prontas para transmitir por las pantallas escogidas (Vera + o TNU). No conozco cómo fueron esas negociaciones, pero Tenfield también se hizo cargo de la parte periodística, por eso se escucharon y vieron sus periodistas llevando a adelante las transmisiones.
TNU envió a Martín Franco y al Profe Piñeyrúa a Río, Sergio Gorzy fue enviado por Antel. Los canales privados, al no tener los derechos, no enviaron a un solo periodista a Río. Y como me dijo un periodista de unos de los canales, "que no me vengan con la excusa del presupuesto, que en 2004 estábamos como ahora y el canal mandó gente a Atenas".
Pero también en Río hubo un grupo de periodistas que sabían muy bien a lo que iban: Facundo Castro, Verónica Trokebetrygier (Llama Celeste), Pablo Benítez, Enrique Arrillaga y Andrés Cottini. El esfuerzo que hicieron los cinco para estar en Río es casi comparable al de los atletas uruguayos. No es solo que algunos no hayan ganado plata, es que incluso fueron a pérdida.
Ellos han puesto su amor por el deporte por encima de sus condiciones laborales, renunciando a mucho para tener la oportunidad de contar de primera mano lo que pasaba. En Uruguay no hay periodista deportivo que entienda más de deportes menores que estos cinco. Quizás haya alguno que sepa mucho sobre una disciplina, pero que domine el panorama completo de los deportistas uruguayos como ellos, no hay.
La cobertura de los medios uruguayos de los Juegos ha sido floja, no sorprende, pero hay responsabilidad de varios actores. Los medios tendrán su cuota-parte, pero también la tenemos nosotros como audiencia.
Seguramente Antel y TNU hayan recibido el mensaje abrumador de la audiencia descontenta con la transmisión de la final de salto largo. Las redes sociales y las webs especializadas dejan cada vez menos espacio a los periodistas que "talentean" transmisiones. Se trata de entender y saber comunicar, y si no se entiende, se trata de llevar a alguien que lo haga.
Pero también habrá que estar atentos en estos cuatro años a lo que hacen Emiliano Lasa y Dolores Moreira, exigir que de vez en cuando las secciones deportivas de los informativos digan algo de ellos. Capaz que el minuto semanal dedicado al pelo de Cristiano Ronaldo podría ir a los atletas uruguayos.
Prestar atención a los periodistas que se ocupan del deporte uruguayo todos los días, informarnos a través de ellos, interesarnos mínimamente. Así, quizás, dejemos de indignarnos falsamente cada cuatro años cuando conocemos las condiciones en las que entrenan nuestros deportistas. Cambiemos la ecuación. Si algo interesa, hagámoslo relevante.