Eso que no es defender

La creación de fútbol, un problema de larga data en Uruguay.

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Foto: fifa.com
Cada partido es más evidente: el hueco que dejó la ida de Forlán es inmenso. Tan grande como la distancia que separan a Suárez de un volante con el cual apoyarse.

La línea de volantes de Uruguay no está al mismo nivel que su defensa y su ataque, en parte porque los volantes no rinden de la mejor manera, pero también porque el ataque y la zaga uruguaya son de las mejores del mundo. Si los volantes jugaran a su nivel seríamos Alemania, eso está claro.

Pero en la línea de volantes se evidencia un problema genético del futbolista uruguayo: la creación. Porque si bien la defensa contra Argentina rindió bien, como muestra podemos tomar las chances argentinas: un remate de Dybala en el palo, uno de Messi salvado in extremis por Josema y un tiro libre de Messi que saca Muslera.

Pero claro, a los defensas con defender les basta. Silva y Fucile hicieron partidos más que correctos en este aspecto, pero ¿alguno recuerda un desborde y centro de alguno de los dos?

Cuando en el segundo tiempo Uruguay debía adelantar líneas y proponer, no había juego por afuera. Silva es un zaguero convertido en lateral y Fucile bastante tenía con marcar a Di María.

No es que a Uruguay le faltó solamente habilitar a sus delanteros, a Uruguay le costó enormidades subir la pelota. Godin y Josema tuvieron que apoyarse infinidad de veces con Muslera, y tampoco era que la presión argentina fuera asfixiante. Pero Arevalo Ríos no es Mascherano, ni cualquier otro volante que pueda conectar la defensa con la línea media.

Y así Uruguay fue espeso, muy espeso, algo que es muy bueno a la hora de defender, que incomoda a los rivales, pero que a la hora de atacar es muy perjudicial.

La entrada del Cebolla no iba a poder solucionar ese problema, y la de Rolan tampoco. Sí lo hizo Gastón Ramírez, supo identificar el problema y bajó casi de cinco para agilizar el juego. Fue el único que puso por lo menos tres habilitaciones dentro del área contraria.

Pero a no equivocarse, estos problemas el Uruguay post-Forlán los tuvo siempre y ha sabido convivir con ellos. Por eso rivales como Chile y Colombia en sus últimas visitas al Centenario fueron partido bien ganados, ante dos equipos que asumen el control del partido.

Argentina en el segundo tiempo no lo hizo y los problemas de Uruguay quedaron al descubierto. La creación no es un problema solamente de nombres, por eso no se puede solucionar solamente cambiando jugadores.

Soy de los que piensan que el primer tiempo de Uruguay no estuvo mal, con Di María y Messi recibiendo incómodos en las bandas y Argentina sin juego por el centro. La suerte acompañó cuando la pelota rebotó en Muslera y no lo hizo cuando rebotó en Giménez.

Pero si nos guiamos por los partidos contra Argentina, el plan de Tabárez siempre fue el mismo: aguantar el primer tiempo y cuando la desesperación y el cansancio hagan lo suyo en el rival, apretar un poco y subir el ritmo.

El resto es cuestión de expectativas. Uruguay es un equipo mucho más vertical que de juego asociativo, cuatro o cinco pases y terminar la jugada. El problema es que no estamos pudiendo empezar esa combinación de pases.

La tabla de posiciones está tan entreverada porque son muy pocos los equipos que sacan puntos de visitante. De hecho la posición de Uruguay se explica por los tres puntos en Bolivia y el punto robado a Brasil.

Cada partido en el Centenario es una final, y pocos equipos en el mundo rinden como Uruguay en situaciones límite. El partido contra Paraguay siempre fue la final de esta fecha FIFA, el resto hubiera sido todo ganancia.