El fútbol es de los jugadores, no hay vuelta que darle. La gente paga por ver jugadores. Si bien algunos son incondicionales de algunos colores o equipos, el negocio lo hacen los jugadores.

Por eso al Milan multicampeón de principios del siglo XXI lo veía muchísima más gente que al actual. O vayamos a un ejemplo más insignificante a escala global, ¿cuántos uruguayos siguen viendo a Liverpool luego de la ida de Suárez?

Incluso las selecciones son de jugadores. El Uruguay de Suárez y Cavani, el Brasil de Neymar, la Argentina de Messi o la España de Xavi e Iniesta. De todos los deportistas de élite, los jugadores de fútbol son los que tienen más impacto a nivel mundial, de eso quedan pocas dudas. Sin jugadores no hay espectáculo.

Por todo esto los jugadores deberían hablar más: si el Mundial de Qatar llevaba hasta el año pasado 1200 muertos, los jugadores deberían salir a trancar con fuerza. Sin jugadores no hay Mundial.

Sin jugadores no hay negocio, y eso los jugadores de la selección lo saben. Durante demasiado tiempo la plata se la estaban llevando las personas incorrectas. Es por lo menos curioso que una nota de Tenfield diga: "Están presionando, desde una posición de poder, a los neutrales de la AUF y a los propios clubes".

Esa frase así, suelta, bien podría definir el accionar de Tenfield, pero se la adjudican a un dirigente (las comillas no se las cree nadie) hablando sobre la presión de los jugadores de selección.

Hace un tiempo le planteaba al "Bigote" López y a Agustín Lucas que para mí al jugador de fútbol le falta conciencia de clase. Porque uno no puede pedirle al volante central de Rentistas que se manifieste en contra de sus condiciones laborales, pero sí se le puede exigir a aquellos jugadores que ya tienen un nombre y una carrera que levanten la voz por esos otros.

Hoy los jugadores de la selección no hacen otra cosa que reclamar lo que es suyo, por ellos y por los que vendrán. Se están "empoderando", esa palabra que está tan de moda en la academia.

La escribo entre comillas porque empoderar hace referencia a un colectivo desfavorecido, y si bien el futbolista uruguayo podría aplicar a esa categoría, estos jugadores de selección claramente no están desfavorecidos.

El fútbol es de los jugadores, en Uruguay se están a empezando a dar cuenta, y eso no son buenas noticias para los que inexplicablemente son dueños del fútbol hace tanto tiempo.