Los Benjamin Button del fútbol

Los grandes del fútbol uruguayo, cada vez más chicos a nivel internacional.

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Cada año que pasa, los grandes del fútbol uruguayo me hacen recordar a la película ‘El curioso caso de Benjamin Button’.

Para los que no son muy amantes del cine, la película relata la historia de una persona que nace siendo vieja y va rejuveneciendo con el paso del tiempo, hasta ser un bebé. El caso inverso al rumbo normal de la vida de una persona.

Eso es exactamente lo que veo en Nacional y Peñarol a medida que el tiempo avanza, mientras pasan torneos internacionales y copas perdidas: dos equipos que nacieron siendo grandes y se ven cada vez más relegados en el ámbito internacional.

NACIERON GRANDES:

Los uruguayos fueron uno de los creadores de la Copa Libertadores, los que marcaron el rumbo hace 70 años. Entre los dos suman 8 títulos, lo mismo que suman todos los países que no son Argentina y Brasil.

Todos los rivales los respetaban. Su actitud era ejemplo para la región. A todos les daba gusto recibir a estos adultos en su casa.

Sin embargo, esto dejó de ser así hace casi 30 años. Tantos, que nunca tuve el placer de ver a un equipo uruguayo salir campeón de la Copa. Apenas 'sufrí' una final jugada por Peñarol, y me alegré por una semifinal de Nacional.

Sí, soy de Nacional, pero esta columna intenta no tener colores. Porque ambos pasan por lo mismo: los clubes, los hinchas, los jugadores.

SE VAN VOLVIENDO JÓVENES:

Como buenos jóvenes, les gusta pelearse. Y a medida que se van peleando, la discusión va perdiendo sentido y argumentos.
Entonces primero nos encontrábamos peleando títulos internacionales. Pero claro, eso ya no pasa, entonces pasamos a la discusión del:

- “Yo 5, y vos?”
- Yo la juego siempre.


Y como esa nos aburre, porque hace 25 años sigue igual, pasamos a la hermosa discusión del decanato o la del ‘peso en la AUF’. Porque como buenos adolescentes, como no puedo tener lo que realmente quiero, me jacto de lo que tengo y creo que es importante.

-          Yo soy el decano.

Ojalá alguno alguna vez le responda al otro:

-          ¿Sabés qué? ¡Me chupa un huevo!

Y la discusión no continúe y gasten fuerzas en lo que realmente importa. Pero no, eso nunca va a suceder porque es algo que haría alguien mayor, alguien maduro. No un joven que está pasando por el complicado momento de la adolescencia, que ya no sabe lo que quiere y lo que busca.

LA PUBERTAD:

Ese momento extraño en que uno experimenta cambios en su cuerpo.

Esa etapa de la vida donde se hacen estadios, donde se cambian las maquetas tanto como uno se cambia el peinado porque quiere estar lindo para los demás. No importa lo que pase por dentro, es momento de mostrar para afuera.

Es una etapa rara, esa en que le das un beso a la persona que te gusta y te surgen cosas. Y te parece que conseguiste la gloria. Pero nah… La gloria vendrá luego. Si te casás con ella/él.

Eso les pasa a nuestros púberes equipos. Le dan un besito a una final de Libertadores o una semifinal y se sacan cartel con eso.

Dejamos el “Yo 5” para llegar al “Yo vi una final”. La mediocridad en su estado más puro. Y, como si fuese el acné, va progresando cada vez más.

Entonces hacemos y agrandamos el estadio, pero por dentro estamos cada vez peor. Queremos ser lindos, pero el acné nos está matando.

LA NIÑEZ:

Creo que es la etapa en la que estamos ahora.

¿Qué hace un niño cuando va al almacén? Se quiere comprar todos los dulces que ve, sin importar cuánto se gaste o cuán mal les haga comer eso.

Ellos quieren eso y sus padres, de mal hábito, les siguen el ritmo.

Entonces los presidentes compran y compran. Venden poco. Pero traen jugadores en mercado de pases, como un niño que compra algo a 3 por $10.

Y los equipos, como buenos niños, están indefensos. Salen a jugar a la calle Libertadores y les pasan cosas malas. Y vuelven a su casa heridos, más que la vez anterior.

Sus padres los curan un poco, los miman, les compran esos caramelos que quieren sin pensar en su bienestar y los mandan otra vez a jugar. Y así sucesivamente.

Solo adentro de casa se sienten seguros. Afuera, te dan lástima. Como cuando uno ve a un niño en la calle e insulta por dentro a sus padres por dejarlo tan indefenso.

EL FINAL:

Pese al proceso inverso de Benjamin Button, en la película el personaje termina muriendo, como todo mortal.

Tal vez los uruguayos todavía no estamos en esa etapa. Pero, a menos que encuentren la cura para esta extraña enfermedad (llamémoslo así), ese paso será inevitable.

Y será así que las nuevas generaciones, tal como la mía, solo veremos jugar copas internacionales. De ahí a ganarlas, nos falta un milagro que revierta todo este “curioso” proceso…