De Perogrullo

Cosas que uno ya sabe, pero que vuelve a descubrir cada tanto.

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Foto: smh.com.au

Ganar para volver a perder, eso es el tenis. Es un deporte curioso, cuanto más se gana, menos tiempo hay de descanso. Si un tenista pierde a las primeras de cambio en un torneo, tendrá una semana entera para preparar el próximo campeonato. En cambio si uno sale campeón un domingo, el martes ya está saltando a la cancha en un nuevo torneo, en un nuevo país.

Por si fuera poco, el tenis castiga las malas rachas más que ningún deporte individual. Por la sencilla razón que se compite con mucha frecuencia, una mala gira implica tres o cuatro torneos mínimo.

Se trata de perder lo menos posible. Pongamos de ejemplo a Alexander Zverev, el actual número 4 del mundo. "Sascha" jugó este año 24 torneos, ganó 5. En otras palabras, en las 24 semanas en las que compitió, en 19 perdió una vez.

Se compite contra el rival de turno, pero también contra el historial de uno. Eso de "defender los puntos", es algo así como alcanzar la misma ronda que el año pasado. Son todas verdades que el público del tenis lo sabe, pero aquellos que entramos al deporte consumiendo fútbol, cuesta entender.

Cada derrota una eliminación. Y la contracara: los triunfos se celebran arriba de un avión, viajando hacia otro lado. Se gana Roland Garros y ya hay que meterse en una cancha de pasto para entrenar.

En definitiva, el deporte de élite te exige muchos sacrificios, aparecen cuando las cámaras no enfocan y tendemos a minimizarlos quienes vemos todo ese mundo desde afuera.