El momento es ahora
Peñarol en Miami y la chance de colaborar que desperdiciaron los medios.
Foto: Peñarol Oficial
Este sábado no pude ver el partido de Peñarol contra Miami United, el primer amistoso del 2019 para los aurinegros. Procuré buscar los goles después, pero fue muy difícil. De lo que sí pude leer ríos de tinta y ver decenas de fotos y videos fue de la hinchada de Peñarol y su "fiesta".
En páginas partidarias de Peñarol se jactaban de la cantidad de gente que fue al partido y de cómo alentó y cantó sin parar. Están en su derecho y es lógico. Pero la cosa empezó a hacer un poco de ruido cuando en medios periodísticos se realizaba una cobertura de iguales proporciones y similares calificativos.
Por medios periodísticos entendemos páginas web de diarios, portales y redes sociales de periodistas. En ninguna de ellas aparecen los goles ni análisis del partido, pero en todas se celebra a la hinchada.
Era un partido amistoso, sin importancia y totalmente alejado de la violencia. Posiblemente los que fueron a ver a Peñarol en Miami ni siquiera sean barrabravas. Y no hay que condenar que vayan a alentar a su equipo, al contrario, pero también hay que ponerlo en su justa medida y ver la prioridad que le damos.
Porque después los mismos medios o las mismas cuentas de Twitter que hoy nos muestran a la hinchada como algo relevante (lo más relevante del partido en algunos casos), se quejan de los incidentes y alardean que "todos somos responsables".
Ser reponsable no es escribir con semblante de afligido y tono de circunstancia un día después que matan a uno. Tampoco alcanza con advertir antes del clásico "que no haya violencia". Sería mejor pensar en eso todos los días, incluso en los momentos que parecen menos riesgosos.
Hacer el seguimiento, a veces con lujo de detalles, de un grupo de hinchas en Miami no genera violencia de por sí. Pero pone un granito de arena en el imaginario colectivo que, luego nos lamentamos, está matando al fútbol y alejando a la familia.
Ese imaginario colectivo es el de los hinchas por encima del espectáculo. Los hinchas son el espectáculo, "mirá el carnaval de los hinchas de Peñarol en la tribuna", "imperdible recibimiento". Está buenísimo todo ese color, pero a los medios, ojo con el lugar que les damos. Porque después de ese mismo carnaval surgen cosas feas y somos los primeros en criticarlo.
En pleno enero, y sin hechos de violencia en el radar, parece el momento más inoportuno para editorializar sobre este tema. Yo creo, sin embargo, que es el momento donde se define el partido.
En páginas partidarias de Peñarol se jactaban de la cantidad de gente que fue al partido y de cómo alentó y cantó sin parar. Están en su derecho y es lógico. Pero la cosa empezó a hacer un poco de ruido cuando en medios periodísticos se realizaba una cobertura de iguales proporciones y similares calificativos.
Por medios periodísticos entendemos páginas web de diarios, portales y redes sociales de periodistas. En ninguna de ellas aparecen los goles ni análisis del partido, pero en todas se celebra a la hinchada.
Era un partido amistoso, sin importancia y totalmente alejado de la violencia. Posiblemente los que fueron a ver a Peñarol en Miami ni siquiera sean barrabravas. Y no hay que condenar que vayan a alentar a su equipo, al contrario, pero también hay que ponerlo en su justa medida y ver la prioridad que le damos.
Porque después los mismos medios o las mismas cuentas de Twitter que hoy nos muestran a la hinchada como algo relevante (lo más relevante del partido en algunos casos), se quejan de los incidentes y alardean que "todos somos responsables".
Ser reponsable no es escribir con semblante de afligido y tono de circunstancia un día después que matan a uno. Tampoco alcanza con advertir antes del clásico "que no haya violencia". Sería mejor pensar en eso todos los días, incluso en los momentos que parecen menos riesgosos.
Hacer el seguimiento, a veces con lujo de detalles, de un grupo de hinchas en Miami no genera violencia de por sí. Pero pone un granito de arena en el imaginario colectivo que, luego nos lamentamos, está matando al fútbol y alejando a la familia.
Ese imaginario colectivo es el de los hinchas por encima del espectáculo. Los hinchas son el espectáculo, "mirá el carnaval de los hinchas de Peñarol en la tribuna", "imperdible recibimiento". Está buenísimo todo ese color, pero a los medios, ojo con el lugar que les damos. Porque después de ese mismo carnaval surgen cosas feas y somos los primeros en criticarlo.
En pleno enero, y sin hechos de violencia en el radar, parece el momento más inoportuno para editorializar sobre este tema. Yo creo, sin embargo, que es el momento donde se define el partido.