Día 16

Diario del año que no tuvimos deporte

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La muerte súbita golpeó a Paraguay en 1998.

​Un chino se come un murciélago en octubre y en marzo un programa de radio de Uruguay llega a su fin. Reite del efecto mariposa, aunque no es ese el programa que termina, vale la pena aclarar. Por suerte. 

Qué tentación echarle la culpa de todo al chino del murciélago. No me parece mal, es hasta poético, chino comemurciélago puede ser un buen insulto cuando venga a jugar el Guangzhou la final de la intercontinental al Parque Viera. En definitiva, bien rastreado, el problema capaz que efectivamente empezó ahí, y seis meses después estamos todos encerrados en nuestras casas, encontrando motivos para vivir en la contemplación sistemática de las telas de araña. ¿Ya le pusieron nombre a sus arañas? ¿O al menos ya las reconocen? Yo estoy bastante seguro de que una está teniendo crías. La del vértice superior derecho del living, la patuda. Tiene muchos puntitos alrededor. Ojalá salgan sanitas.

La tentación de la culpa decía, de remontar el hilo hasta el principio y ver quien lo cortó, y dónde, y por qué. Aunque la verdad, que poco sentido tiene, al menos en términos filosóficos. Quizás en lo científico sí, porque hay que ver de dónde salió el virus, para ver cómo matarlo, pero culturalmente un poco andamos con ganas de echarle la culpa de todo al chino del murciélago. “¿No lavaste los platos?” Noooo, viste que con esto del coronavirus… Y todo un poco así, como que le vamos echando la culpa de nuestras falencias al bendito virus. No digo que no sea así, no digo que este tono depre que agarré en estos 15 días no tenga que ver con eso, claro, tiene que ver, ¿pero qué pasó en el medio? ¿que pudimos hacer distinto para no llegar a este punto? Y sobre todo, ¿qué cosas teníamos ganas de hacer y ahora aprovechamos y le echamos la culpa al Covid-19?

Cuántas empresas están echando gente por el Coronavirus, cuántas parejas se están puteando.... ¿Todo eso es realmente por el COVID? Me suena a que no. Me parece que la crisis ni saca lo peor ni saca lo mejor de nadie, como mucho saca lo que somos. Uno no tiene mucha alternativa en los momentos cúlmines digamos. Viene el tigre, te va a comer, no me la creo la que de repente encontrás fuerzas de la nada y te convertís en cocodrilo dundee y lo fajás a cuchillazos. Mas bien espero algo acorde a nuestras características, una muerte medio humillante, rogándole al tigre que no te coma. Me imagino al cacique medina diciéndole que no le sorprende, que que otra cosa podía esperar de uno amarillo y negro a rayas.

Ayer me escribió un amigo, no recuerdo bien por qué, pero bueno, ¿por qué no? y en las charlas habituales terminamos hablando un poco de esto, de cómo la gente te corta la cara, te habla mal, y le echa la culpa al COVID. Y no sé cómo pasamos a la trascendencia de los grandes actos. No sé cuando. Pero no importa, me decía, imaginate si la gente supiese que ese es el último acto de su vida. Ah ya sé, mi amigo tenía preparada su frase final, muy ceremoniosa, yo le decía que no iba a tener tiempo de frases épicas, y que además él no tiene una vida muy épica así que no vale la pena esperar un final muy épico. Pero me decía que de última él no, pero capaz que sí su último acto, aunque fuese simple. ¿Cuál será la última vez que vamos al bar a tomar una cerveza, o que vamos al cine? ¿cuál fue la última película que fuiste a ver al cine?

Me parece que fue una muy berreta. De una mina que compra una librería, o algo así, no me acuerdo. No me gustó. Nada memorable. pero yo no sabía que era la última vez que íbamos a ir al cine. O sea, si hubiese sabido hubiese pedido, no sé, Jurassic Park, o una de Tarantino, o Shrek, qué se yo. Una buena buena. Pero uno no está siempre ante la situación de que es el úuuuultimo algo. O más bien, casi nunca está. En general, no se sabe.

Y pensaba en aquellos chistes de que el último partido de la Libertadores fue entre Gremio e Inter, y fue una locura, de expulsados, de no goles, de emociones, y como que hacía justicia a la Libertadores que termine así. Estábamos orgullosos. Sintetizaba en esos 90 minutos una especie de esencia, o eso creíamos, de la Copa Libertadores. Pierna fuerte y orden táctico. Sufrimiento y sudor.

(nota al pie, en realidad a la misma hora jugó Racing que le gano 1 a 0 a Alianza Lima, pero se lo ignora y listo, la poesía está primero)

Pero claro, ellos no sabían que estaban jugando por última vez la copa. Si no, ¿cómo hubiese sido? El otro dia Felo, ustedes lo conocen, me preguntaba ¿realmente somos tan buenos como nuestra última versión? ¿Estamos a la altura de lo que queremos ser cuando nos despedimos? ¿Siempre somos el Inter y el Gremio dejando la vara alta?

Me parece que no, me parece que la decadencia es el más habitual de los cierres. Difícil retirarse en la gloria. Difícil planificarlo. No está sencillo, no todos somos com Jordan flotando en el aire. Que dicho sea de paso, Jordan se retiró en los Washington Wizards y casi nadie se acuerda de un partido suyo con esa camiseta. Pienso en Maradona, medio pie en la cancha y medio afuera, en Zidane, cabeza perdida en el final y en la final. 

¿Cómo terminamos las cosas? Ojalá todos tengamos la dignidad de mi amigo, pensando frases para la posteridad. Pero ¿qué pasa cuando no sabemos que es el final? ¿Qué pasa con Zalayeta, esfumándose en el aire, como un agente secreto que cumple su misión, y se va. ¿Qué pasa con Ayrton? que la última vez que se subió a un auto con vida, no coincidió con la última vez que se bajó por sus propios medios. 

Nunca había experimentado tan en carne propia esa sensación horrible de que todo se termine sin aviso. ¿Sabés a qué se parece? A la muerte súbita. Pero no me malinterpretes, no me refería a la muerte súbita de Marc-Vivien Foé o Miklos Feher, que también podría serlo. No quería ponerme tan drástico. 

Yo estaba hablando del gol de oro. Me acuerdo aquel de los franceses a Paraguay en el 98. Chilavert estaba en su momento de gloria. Las atajaba todas. Qué partido que jugó ese día. ¿Alguien le puede reprochar algo? Parecía imbatible, pero justo se la mandan a guardar en el alargue, justo en el Mundial que estrenaba el gol de oro. 

Es como si acá, de repente estuvieras leyendo algo al micrófono, grabando una edición más de tu programa de radio. Y al momento siguiente…