Día 9
Diario del año en que no tuvimos deporte
El otro día me contaron que existe una aplicación para invertir en la bolsa de valores. Podés comprar y vender acciones y copiarle sus compras y ventas a los que lo hacen bien. Como una red social de brokers, que es como se les llama a los intermediarios de estas compras y ventas.
Me la descargué y empecé a mirar las cotizaciones. Y los perfiles de los inversionistas mejor rankeados. Me quedé con la sensación de que nadie entiende nada de lo que está pasando. Estoy hablando de una escala mundial. Gente comprando y vendiendo acciones de Amazon, Apple, o Starbucks por tirar ejemplos.
Darle valor a las cosas es algo que hacemos todos. Como bichos capaces de dotar de sentido a la vida y sus alrededores, nos gusta pensar que las cosas tienen un valor. Y no solo valor económico. A veces el valor que le atribuimos a algo es tan fuerte, que queda arraigado como una verdad absoluta. Y otras veces es tan volátil que se termina pareciendo a las acciones de la bolsa de valores.
Yo creo que nos aferramos más a lo primero. Generalmente le damos valor a ciertas cosas y eso no suele cambiar durante mucho tiempo, hasta que algún episodio de nuestra vida o, en este caso, de la vida de todos, patea el tablero.
Así le juramos amor eterno a nuestro equipo deportivo, así nos volvemos fanáticos de una banda, de un autor, de una serie. Así también proyectamos nuestra vida y ponemos en nuestra lista de prioridades que lo más importante es viajar, es comprarse una casa, o es tener hijos. Para la mayoría de la gente todas estas cosas no cambian día por medio.
Pero entonces algo sucede. Una crisis por ejemplo. Una económica y devalúa el peso uruguayo, y sube la inflación y entonces tu sueldo vale menos, tu trabajo vale menos o marchás al seguro de paro. O una crisis sanitaria. Y entonces se suspende la Liga Uruguaya, te cierran el gimnasio y no podés ir a la oficina a trabajar.
Y el valor de todo se reacomoda, como en la bolsa de valores. Hay cosas que van al alza y otras que caen en picada. El alcohol en gel sube, las acciones de una empresa de hotelería se desploman. Una noticia dice que hay que consumir vitamina C, entonces el precio del limón anda por las nubes. Otra noticia dice que no se puede hacer deporte, entonces las acciones de Nike bajan.
Y entonces me pongo a pensar, qué acciones compraría yo hoy en día en el mundo deportivo. Es una metáfora, no es que vaya a poner plata. Pero ¿qué compraría barato ahora para vender caro después? Podría ser un abono para todos los playoffs de la Liga Uruguaya. Ahora saldría barato, nadie sabe si se hacen.
A los videojuegos o deportes electrónicos se les pueden comprar acciones ahora, pero están al alza. Igual que a Netflix y a YouTube. Hubiera sido mejor comprarlas antes de que empezara todo esto. Fijate que ya hay gente que después de una semana de cuarentena está pensando en pagar el Premium de YouTube. Qué locura.
O podría ser por ejemplo, en patrocinar a un deportista lesionado, que parecía que no iba a llegar a los Juegos Olímpicos, pero ahora tiene la chance de prepararse y clasificar para 2021. Se le puede jugar unas fichitas. Y así estoy, imaginándome que estoy apostando, pero en realidad más que apostando invirtiendo. Pensando en cómo las cosas van a ganar o perder valor cuando el Coronavirus pase, o se instale y ya no sea un riesgo.
Una cosa es segura, por aquello de la oferta y la demanda, cuando todo esto termine va a ser un buen momento para comprar acciones de “Quedarse en casa”. Nadie va a quererlas, van a estar baratísimas y cuando pasen un par de meses, seguro vuelven a subir.
Me la descargué y empecé a mirar las cotizaciones. Y los perfiles de los inversionistas mejor rankeados. Me quedé con la sensación de que nadie entiende nada de lo que está pasando. Estoy hablando de una escala mundial. Gente comprando y vendiendo acciones de Amazon, Apple, o Starbucks por tirar ejemplos.
Darle valor a las cosas es algo que hacemos todos. Como bichos capaces de dotar de sentido a la vida y sus alrededores, nos gusta pensar que las cosas tienen un valor. Y no solo valor económico. A veces el valor que le atribuimos a algo es tan fuerte, que queda arraigado como una verdad absoluta. Y otras veces es tan volátil que se termina pareciendo a las acciones de la bolsa de valores.
Yo creo que nos aferramos más a lo primero. Generalmente le damos valor a ciertas cosas y eso no suele cambiar durante mucho tiempo, hasta que algún episodio de nuestra vida o, en este caso, de la vida de todos, patea el tablero.
Así le juramos amor eterno a nuestro equipo deportivo, así nos volvemos fanáticos de una banda, de un autor, de una serie. Así también proyectamos nuestra vida y ponemos en nuestra lista de prioridades que lo más importante es viajar, es comprarse una casa, o es tener hijos. Para la mayoría de la gente todas estas cosas no cambian día por medio.
Pero entonces algo sucede. Una crisis por ejemplo. Una económica y devalúa el peso uruguayo, y sube la inflación y entonces tu sueldo vale menos, tu trabajo vale menos o marchás al seguro de paro. O una crisis sanitaria. Y entonces se suspende la Liga Uruguaya, te cierran el gimnasio y no podés ir a la oficina a trabajar.
Y el valor de todo se reacomoda, como en la bolsa de valores. Hay cosas que van al alza y otras que caen en picada. El alcohol en gel sube, las acciones de una empresa de hotelería se desploman. Una noticia dice que hay que consumir vitamina C, entonces el precio del limón anda por las nubes. Otra noticia dice que no se puede hacer deporte, entonces las acciones de Nike bajan.
Y entonces me pongo a pensar, qué acciones compraría yo hoy en día en el mundo deportivo. Es una metáfora, no es que vaya a poner plata. Pero ¿qué compraría barato ahora para vender caro después? Podría ser un abono para todos los playoffs de la Liga Uruguaya. Ahora saldría barato, nadie sabe si se hacen.
A los videojuegos o deportes electrónicos se les pueden comprar acciones ahora, pero están al alza. Igual que a Netflix y a YouTube. Hubiera sido mejor comprarlas antes de que empezara todo esto. Fijate que ya hay gente que después de una semana de cuarentena está pensando en pagar el Premium de YouTube. Qué locura.
O podría ser por ejemplo, en patrocinar a un deportista lesionado, que parecía que no iba a llegar a los Juegos Olímpicos, pero ahora tiene la chance de prepararse y clasificar para 2021. Se le puede jugar unas fichitas. Y así estoy, imaginándome que estoy apostando, pero en realidad más que apostando invirtiendo. Pensando en cómo las cosas van a ganar o perder valor cuando el Coronavirus pase, o se instale y ya no sea un riesgo.
Una cosa es segura, por aquello de la oferta y la demanda, cuando todo esto termine va a ser un buen momento para comprar acciones de “Quedarse en casa”. Nadie va a quererlas, van a estar baratísimas y cuando pasen un par de meses, seguro vuelven a subir.