
Día 17
Diario del año que no tuvimos deporte

Las palabras parecen gastadas. Han sido tan usadas ya, que un poco no tienen sentido. Exactamente como cuando decís una palabra tantas veces seguidas que pierde el sentido y se transforma en simple sonido. Por ejemplo: Atletismo. Atletismo, atletismo, a tle tis mo. O todavía, todavía, todavía. Toda-via. Toda via. Todavía todavía todavía. Listo, ya no significa nada todavía, nunca más va a poder recuperar su significado.
Y es que sinceramente ya no hay mucho que decir. Las personas que viven solas deben haberse olvidado de cómo se habla. No se si me pasó alguna vez en mi vida, pero es posible que haya gente que ha pasado un día entero sin decir una sola palabra. Hay días que soy consciente de mi primera palabra, me refiero antes, cuando el mundo era mundo y salíamos de nuestras casas. Antes, me ha pasado, que me estoy preparando para hacer una llamada muy tempranera, quizás para reservar hora para el carnet de salud, o algo asi, y de repente me doy cuenta que no hablo desde que me desperté. Entonces ahí hay que probar la voz antes de llamar, porque por ahí pasa que no tenes mas voz, o que todavía no se activó, y te sale como un ronroneo, un carraspeo que no es exactamente una voz.
Pero ahora es distinto. Capaz que si vivis solo, todavía no hablaste en todo el dia. Hoy por ejemplo, capaz que no dijiste nada. ¿Cuánto se puede estar sin hablar? Incluso si no vivis solo medio que las palabras se gastan y no tienen mucho sentido. Te sentas a almorzar, y las conversaciones no fluyen. ¿De qué vas a hablar?
Hoy nos sentamos a cenar en casa, y creo que estuve tentado a preguntar por como estuvo el día. Estuvo como todos los otros días, y como los que vendrán, pero no solo eso, sabemos exactamente cómo fue el día del otro. Ah que no sabes lo que me pasó, le dije hoy a mi compañera. Si, se lo que te pasó, no es que me lo imagino, se exactamente lo que te pasó todo el día, casi que lo tengo anotado. Las palabras van perdiendo sentido, y la verdad que estoy flipando con eso.
¿Queeeeee?
¿Qué fue eso? ¿flipando puse? A ver, sí, sí, sí, flipando. Madre mía, estoy pensando en español españa. ¿desde cuando? ¿cómo me pasó esto? ¿será curable? ¿o capaz que ya avanzó sobre mi y no tengo remedio?
Y es cierto, ayer me encontré pensando en español españa ahora que pienso, y me dio un poco de gracia. Creo que dije algo así como “esto es una pega”, o algo por el estilo, y me dio gracia. Pero ahora me preocupa.
Lo cierto es que hasta la semana pasada dediqué unas 8 horas diarias a seguir el Torneo de Candidatos de Ajedrez, transmitido por 3 españoles muy divertidos, y por tanto, ahora que pienso, deben ser las 3 voces que más escuché en la última semana. He intercambiado pocas palabras con seres humanos reales, y luego algunas películas y series, pero claro, subtituladas, las palabras de esos actores no se cuelan en el cerebro. Salvo Fuck. Pero en español poco y nada. Es razonable, ya las conversaciones cotidianas no tienen sentido, no hay para hablar de mucho. ¿de que vas a hablar, de verdad? Y cuando comprás alguna cosa en el almacén, hay como un cuidado extremo por medir las palabras. Somos todos como los jugadores de fútbol que se cuidan porque los agarra la cámara. Murmullos, palabras cortas, la eterna mano tapando la boca para poder decirse las cosas más básicas.
Por cierto, en mi almacén atienden dos venezolanos y una portuguesa. La portuguesa es la madre de los venezolanos, y habla muy bien el español, pero se nota el acento extravagante. Como a Cristiano. De hecho ella es de Madeira, la misma isla en la que nació Cristiano, aunque él nació mucho más pobre que ella, más castigado, pero ahora es infinitamente más rico, y ella trabaja en un almacén de 20 metros cuadrados.
La importancia de las cosas se vuelve mucho más relativa ahora que pienso. Hasta hace un mes más o menos, yo diría que Cristiano era un tipo importante para mi. Digamos, necesitaba ver sus partidos, estar al tanto de en qué club estaba jugando, si iba a pegar el pase, ver si lograba ser campeón de Europa con la Juventus, alguna discusión esporádica sobre si es mejor que Messi o que Pelé o un dato curioso de la velocidad a la que encabeza un contragolpe. Yo diría que todas las semanas hablaba de Cristiano en algún momento.
Mi almacenera portuguesa no tanto, o al menos no lo reflexionaba. La veía mucho más que a Cristiano, y a veces incluso hablábamos de Cristiano, porque ella me cuenta de Madeira, que parece que es hermosa, y del barrio donde nació Cristiano. Pero ahora la cosa cambió. Mi almacén, y digo MI como se habla en primera persona del cuadro de fútbol, es una de las cosas más importantes de la cotidiana. Organizaron todo que reite de la cruz roja. Fila afuera, distancia de metro y medio como en la escuela, carteles, y un horario generoso de apertura. Ese almacén tiene todo lo que yo necesito para vivir, a 30 metros de mi puerta, es mi escudo ante una pandemia aterradora, contra las aglomeraciones, contra el contacto masivo, por supuesto que contra la ropa también, porque puedo ir en pantuflas y bata. Y además me cuenta como es Madeira. Si me preguntas ahora, me parece mucho más razonable que de la portuguesa viva en una casa de 1000 M2. Mi almacén es muchisimo mas importante que Cristiano, que Messi, que casi todo.
Ayer vi la noticia de que ingenioso Cristiano Ronaldo como hacía cuarentena en su casa de 10000 KM2, y como sufría por no poder pasear en su ferrari. La próxima vez que vea una noticia de un futbolista pasando la cuarentena lo asesino, o lo borro del FIFA.