Los ídolos se eligen

Era mágico verte en la cancha, lo bien que cuidabas la pelota. Vos no le pegabas, la acariciabas. Lo tuyo era puro lujo.

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Facebook.com/DanubioOficial

Me costó dormir. Estaba nervioso, inquieto. Lo último que sabía es que quedaste en responder la propuesta de Danubio, ya conocíamos la de Nacional, que por cierto era mayor. Esta mañana me pase esperando la noticia. Sabía cuál iba a ser, pero quería leerlo. Quería confirmarlo. Quería que vos me lo confirmaras.

Dicen que la familia no se elige, que sí los amigos. Y así como en el fútbol uno elige de qué cuadro ser hincha, también elige sus ídolos, sus referentes. Y yo te elegí a vos. No vi jugar a los “Pibes de Walt Disney” del 88, pero gracias a ellos hoy soy hincha de este cuadro. Gracias a ellos te conocí. Gracias a ellos te adopté como mío. Para mí, que apenas tengo 24 y no vi jugar a ninguna de las viejas glorias, vos sos el referente. Vos sos el distinto.

Era mágico verte en la cancha, lo bien que cuidabas  la pelota. Vos no le pegabas, la acariciabas. Lo tuyo era puro lujo. En mi recuerdo están el gol (golazo) a Nacional en el Parque Central. El gol en el 4 a 1 contra Peñarol con todo el Estadio en contra. El 7-2 histórico. El penal picado en Jardines a Nacional, y después fuiste y se la picaste a Peñarol. El de tiro libre en el Monegal, y muchos más. Estabas destinado a ser distinto. Hasta que ese día llegó. Tú último partido, la despedida. Recuerdo muy bien que no fui, no pude ir. No jugábamos por nada, solo para despedirte. ¿Y qué hiciste?, te fuiste haciendo cuatro goles, nunca visto. Era el día de la despedida, pero yo no estaba triste. Estaba feliz. Se iba un grande para hacerse más grande. Se iba “El Nacho”, pero yo sabía que ibas a volver. Estaba seguro que lo ibas hacer. Volver a tu casa.

Y allá te seguí yo. Por club que ibas, club por el que te seguía. España, Inglaterra, Grecia y tú último paso por el Standard. Por todos lados intentaba saber de vos. Las camisetas en Jardines con tu nombre te hacían presente. Me peleé con todos por vos cuando jugaste en la selección. Sos distinto, ellos no lo entienden. Es tu lugar, por más que no quieran.

El día llegó. El día destinado a la vuelta llegó. Volverte a entrenar con Danubio me volvió a ilusionar. Esta camiseta está por el piso, sólo con verte sentí que volvía a levantar. La frase “cuando vuelva a Uruguay solo juego en Danubio”, esa que tantas veces me infló el pecho, se hacía realidad. Estaba todo pronto, y se acabó. Todo volvió al caerse al piso.

No puedo juzgarte como jugador, sos de los mejores, y como trabajador que sos, defendes lo tuyo. Sí puedo juzgarte como persona. Me enseñaron que los contratos no se firman con las palabras, y a las palabras se las lleva el viento. Hoy se las llevó el viento, la lluvia y la plata. Y como persona siento que me fallaste. Toda la culpa no es tuya, lo sé. Si hoy no tenemos plata para igualar la oferta de Nacional, no es tu culpa. Años llevamos con dirigentes mal gastando la plata, trayendo paquetes y vendiendo por chirolas. Atrás queda el tiempo donde Arturo le igualaba la oferta a cualquiera y teníamos presupuesto para rato. Ahora penamos, y festejamos si clasificamos a una copa. No es tu culpa, no te preocupes. Tu culpa es decir una cosa, y no hacerla. Tu culpa es hacerme ilusionar como hincha, y decepcionarme. Tu culpa es, si tantas ganas y tan convencido estabas de jugar en Danubio, no hacerlo.

Por suerte tengo memoria, y todo lo que me diste no lo voy a borrar. Voy a guardar todos tus goles, tus gambetas, tu entrega y toda tu magia en mi más atesorado recuerdo. Cuando pises Jardines con la otra camiseta, no sé qué voy hacer. He aplaudid a muchos y me he callado con otros, per contigo no sé qué voy hacer. Cómo hago para curar la tristeza que siento en este momento. Tampoco sé.

Los ídolos se eligen, y yo te había elegido. Por suerte esto sigue, nada es para siempre.