Para bajar a tierra
La derrota frente a Wanderers tuvo un doble efecto, en los números y en lo anímico.
En lo anímico
Cuando ya se escuchaban voces que nos ponían como candidatos, que nos sacaban del descenso, loas de todas partes llovían como mimos al ego. Cuando tras haber ganado un solo partido el éxtasis nos hacía olvidar quiénes somos y dónde estamos, Wanderers nos bajó a tierra.
Lo cierto es que tenemos un buen equipo, pero vamos a ganar y vamos a perder, es importante aprendernos esto de memoria para no dejarnos inflar y caer como globos pinchados.
Asimismo, no podemos perder de vista que tenemos un equipo aguerrido, que va a dar batalla hasta el último minuto en todos los partidos. Ese último minuto...
En los números
Nos bajamos del pelotón de punteros, seguimos a cuatro puntos de Cerro, a cinco de Danubio y a seis de Racing, Fénix y Juventud en la fatídica. Es decir que no están a un partido de ser alcanzados, pero estamos todos cerca. Va a ser una dura batalla a la que hay que sumar a los tres ascendidos.
Aunque alguien diga que esto recién empieza (cosa que es verdad) y que generalmente luego de la cuarta o quinta fecha se comienzan a discriminar los equipos que van a pelear arriba, nosotros la tenemos difícil.
Lo que se viene
Decimos eso por lo que viene. En el corto plazo tenemos dos paradas de las más difíciles del año (sin contar a los grandes). La próxima fecha jugamos contra Danubio, el rival más directo que tenemos y la siguiente contra River de visita.
Hace tiempo que Danubio nos viene aguando en Belvedere, y no hay que matarse si no ganamos, pero es uno de los partidos más importantes del torneo. Danubio está en una situación muy parecida a la nuestra, está complicado en el descenso y su objetivo es meterse en una copa. De hecho, es el rival a alcanzar en la tabla de abajo.
En el terreno matemático estriba la importancia del partido, pero también es necesario que en las primeras fechas consigamos ganar en confianza.
En síntesis, vamos a ganar y vamos a perder
Si bien a priori todos confiábamos en que a Wanderers podíamos ganarle bien, el fútbol es el fútbol y Liverpool no es el Barcelona.
La mirada está puesta en el proceso, en cada entrenamiento y cada fin de semana, sabiendo que lo importante es ir gestando un grupo afianzado y con mentalidad combativa.
Ahora sabemos que todos los partidos son perdibles y ganables, el que trabaje mejor tendrá más chances de hacer la diferencia.
Pensando en lo que viene no hay que desesperarse, hay que cuidarle el ánimo a los jugadores y aplaudirlos en la victoria y en la derrota con mucha vergüenza.
En ese sentido queremos gritar bien fuerte, así en las malas como en las buenas: “¡Ole ole ole, Papa, Papa!”