La vuelta
Ver a todo el pueblo unido una vez más, los colores, la alegría y ojos de felicidad.
Foto: Federico Jurado - www.somosaguada.com
A las 20:30 las calles que rodean el Palacio Peñarol ya están teñidas de rojo, verde y blanco, con gente que viene, que va, cola para las entradas y toda esa hermosa imagen de nuevo; ese folklore de la previa del partido intacto como en las finales. Surgen los reencuentros y nuevos encuentros entre esa gente que por unos meses dejó de estar trepando las tribunas para alentar, sufrir, vivir cada segundo de juego. Es inevitable no revivir.
Revivir las finales al grito de dale campeón, ver a todo el pueblo unido una vez más, los colores, la alegría y ojos de felicidad, será que tenía razón aquella murga que coreaba: “esta felicidad no termina más, no termina más”. No solo revivir por repetir el escenario y el rival, sino revivir por volver a sentir un montón de cosas latentes durante este invierno, que se hizo corto, entre tanto festejo, y no hubo frío por tanto carnaval.
La noche contó con una nueva estrella, una bandera gigante, la bandera, enorme como lo que en ella está inscripto: los siete federales, el Caupolicán (que vale recordar somos el único equipo que tiene este título) y la última copa de la liga pasada, que todavía deja huellas en nuestra garganta, en nuestras miradas y nuestros corazones. Bandera que no deja de mostrar la grandeza de este club por su gloria y por su gente, gente que sabe dejar mucho más que el aliento y mucho más que sus energías.
Si algo se sabía era que el partido contra Defensor Sporting que había que ganar sí o sí ya lo habíamos ganado. Pero es verdad que no siempre es fácil un nuevo comienzo y que esto recién empieza. El cuadro se mostró bien, con actitud; Trelles se destacó y Dilligard fue el goleador del equipo. Arrancamos con un punto arriba, con “la primera en casa”, y con una única certeza, que lo dice la canción que esta barra canta: “Aguada ya salió campeón, Aguada ya salió campeón…”
Revivir las finales al grito de dale campeón, ver a todo el pueblo unido una vez más, los colores, la alegría y ojos de felicidad, será que tenía razón aquella murga que coreaba: “esta felicidad no termina más, no termina más”. No solo revivir por repetir el escenario y el rival, sino revivir por volver a sentir un montón de cosas latentes durante este invierno, que se hizo corto, entre tanto festejo, y no hubo frío por tanto carnaval.
La noche contó con una nueva estrella, una bandera gigante, la bandera, enorme como lo que en ella está inscripto: los siete federales, el Caupolicán (que vale recordar somos el único equipo que tiene este título) y la última copa de la liga pasada, que todavía deja huellas en nuestra garganta, en nuestras miradas y nuestros corazones. Bandera que no deja de mostrar la grandeza de este club por su gloria y por su gente, gente que sabe dejar mucho más que el aliento y mucho más que sus energías.
Si algo se sabía era que el partido contra Defensor Sporting que había que ganar sí o sí ya lo habíamos ganado. Pero es verdad que no siempre es fácil un nuevo comienzo y que esto recién empieza. El cuadro se mostró bien, con actitud; Trelles se destacó y Dilligard fue el goleador del equipo. Arrancamos con un punto arriba, con “la primera en casa”, y con una única certeza, que lo dice la canción que esta barra canta: “Aguada ya salió campeón, Aguada ya salió campeón…”