Sí me acuerdo
Dicen que de los segundos nadie se acuerda, de hecho yo era uno de los que lo confirmaba. Trouville, este Trouville, me obligó a cambiar esa percepción.
En 93 años de historia solamente disputamos cinco finales, así que únicamente por este hecho ya es ponderable haber llegado a definir. Más aún, en un torneo tan parejo como lo fue este, haber sido finalistas es más que meritorio. Por si fuera poco, toda persona ligada al básquetbol sabe los obstáculos que tuvo este plantel a lo largo de la Liga, y la grandeza con la que superó los mismos.
Por esto es que yo -y me atrevo a decir que casi la totalidad de los hinchas rojos- me ilusioné y me vi obligado a exigir a estos muchachos a pesar de las bajas por lesión y distintas circunstancias adversas. Columna a columna les otorgué la culpa, y no me arrepiento. Nunca nadie más que ellos mismos y nosotros, los hinchas, dio favorito a este plantel; sin embargo ya en el primer partido de cuartos de final ante Defensor, volvieron a mostrar sus principales virtudes, la actitud y la rebeldía.
Desde el primer playoff lo dije, podemos ganar y podemos perder, no nos sentía mucho más que nadie pero tampoco mucho menos. Eso sí, no podía quedar nunca la sensación de haber podido dar más.
Vencimos a Defensor en cinco juegos, por tres a dos, y en mi opinión sufriendo más de la cuenta. Con este triunfo no solo se logró pasar a semifinales, si no que se logró superar esa barrera de cuartos de final que desde hace mucho tiempo se estaba haciendo imposible.
Ya en semifinales, el rival de turno fue Atenas. Quizás aquí se vio la mejor versión roja, jugando partidos casi perfectos, defendiendo como nunca, tomando tiros cómodos y embocándolos. Ni siquiera los pésimos números en tiros libres fueron impedimento para pasar a la final y lograr, dato no menor, el retorno a la Liga Sudamericana.
La final fue algo diferente ya partiendo de la base de que era una serie al mejor de siete partidos. Malvín era el rival, el que se había armado para ser campeón sin excusas y el del plantel más caro y largo. Pero nosotros, con lo nuestro, ganamos el primer partido. El segundo y tercer juego pasó lo que no podía pasar, que nos ganen en actitud. Sabíamos que tenían el mejor plantel, pero no podían tener más corazón. El cuarto y quinto juego esto cambió radicalmente.
Es cierto que igual perdimos y que no logramos nuestro mayor anhelo que era ser campeones ¿pero quién me va a erizar tanto como “el rana” tirándose de cabeza? ¿Quién me va emocionar tanto como Kevin y su llanto tras la derrota? ¿Qué me va a llenar tanto el alma como ver a mi gente despidiendo a los jugadores como lo hicimos con ese “yo te daré” con más amor propio que ganas? Nadie ni nada me va a sacar este plantel de la memoria.
Ya me lo habían anticipado los más veteranos hinchas del club, hay planteles que más allá de lo que logren serán siempre inolvidables, como aquel Trouville del 1973. Este también lo será.
Ya se está hablando lo que será el armado del plantel para la Liga que viene y parece que será, en su gran mayoría, el mismo. Ojalá que así sea, todos y cada uno de estos muchachos merece seguir en el club.
Vamos por el camino correcto, desde abajo hacia arriba. Hay muy buenos profesionales y materia prima trabajando en las formativas del club que obligan a soñar. Hay jugadores que prácticamente nacieron en la institución como Manuel Mayora y Juani Ducasse que hay que cuidar como a nadie. No hay nada más lindo que jugar con gente que sienta la camiseta, que se identifique con el club, y eso es un plus. Basta con mirar al “Rana” o a Joaquín.
A cuidar lo que tenemos y a estar más orgullosos que nunca de formar parte de este club. Por muchos más “yo te daré”…
Por esto es que yo -y me atrevo a decir que casi la totalidad de los hinchas rojos- me ilusioné y me vi obligado a exigir a estos muchachos a pesar de las bajas por lesión y distintas circunstancias adversas. Columna a columna les otorgué la culpa, y no me arrepiento. Nunca nadie más que ellos mismos y nosotros, los hinchas, dio favorito a este plantel; sin embargo ya en el primer partido de cuartos de final ante Defensor, volvieron a mostrar sus principales virtudes, la actitud y la rebeldía.
Desde el primer playoff lo dije, podemos ganar y podemos perder, no nos sentía mucho más que nadie pero tampoco mucho menos. Eso sí, no podía quedar nunca la sensación de haber podido dar más.
Vencimos a Defensor en cinco juegos, por tres a dos, y en mi opinión sufriendo más de la cuenta. Con este triunfo no solo se logró pasar a semifinales, si no que se logró superar esa barrera de cuartos de final que desde hace mucho tiempo se estaba haciendo imposible.
Ya en semifinales, el rival de turno fue Atenas. Quizás aquí se vio la mejor versión roja, jugando partidos casi perfectos, defendiendo como nunca, tomando tiros cómodos y embocándolos. Ni siquiera los pésimos números en tiros libres fueron impedimento para pasar a la final y lograr, dato no menor, el retorno a la Liga Sudamericana.
La final fue algo diferente ya partiendo de la base de que era una serie al mejor de siete partidos. Malvín era el rival, el que se había armado para ser campeón sin excusas y el del plantel más caro y largo. Pero nosotros, con lo nuestro, ganamos el primer partido. El segundo y tercer juego pasó lo que no podía pasar, que nos ganen en actitud. Sabíamos que tenían el mejor plantel, pero no podían tener más corazón. El cuarto y quinto juego esto cambió radicalmente.
Es cierto que igual perdimos y que no logramos nuestro mayor anhelo que era ser campeones ¿pero quién me va a erizar tanto como “el rana” tirándose de cabeza? ¿Quién me va emocionar tanto como Kevin y su llanto tras la derrota? ¿Qué me va a llenar tanto el alma como ver a mi gente despidiendo a los jugadores como lo hicimos con ese “yo te daré” con más amor propio que ganas? Nadie ni nada me va a sacar este plantel de la memoria.
Ya me lo habían anticipado los más veteranos hinchas del club, hay planteles que más allá de lo que logren serán siempre inolvidables, como aquel Trouville del 1973. Este también lo será.
Ya se está hablando lo que será el armado del plantel para la Liga que viene y parece que será, en su gran mayoría, el mismo. Ojalá que así sea, todos y cada uno de estos muchachos merece seguir en el club.
Vamos por el camino correcto, desde abajo hacia arriba. Hay muy buenos profesionales y materia prima trabajando en las formativas del club que obligan a soñar. Hay jugadores que prácticamente nacieron en la institución como Manuel Mayora y Juani Ducasse que hay que cuidar como a nadie. No hay nada más lindo que jugar con gente que sienta la camiseta, que se identifique con el club, y eso es un plus. Basta con mirar al “Rana” o a Joaquín.
A cuidar lo que tenemos y a estar más orgullosos que nunca de formar parte de este club. Por muchos más “yo te daré”…