Consecuentes con la historia

El plantel cumplió y con una victoria clásica maquilló un Apertura para el olvido.

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A diferencia de la inmensa mayoría de los comunicadores de este país, los que seguimos de cerca al campeón del siglo sabíamos que para sobreponerse a Nacional no se necesitaba ser un ballet. Era cuestión de hacer un partido inteligente y de explotar las debilidades del rival como lo diseñó ayer a la perfección Jorge Goncalves.

También sostuvimos lo importante que era levantar el ánimo de nuestros jugadores y hacerles dejar por 90 minutos la mochila de este comienzo de temporada macabro. Tito, y creo que también otros referentes del plantel, lograron mostrarle a los más jóvenes la trascendencia que tenía este encuentro para el verdadero hincha mirasol.

Así lograron calar hondo en la motivación de Jonathan Rodríguez, a quien no le quedó chica la responsabilidad de efectivizar dos “mano a mano” en su debut clásico. El floridense ratificó la máxima de que los clásicos los ganan los “hinchas”, por encima de la experiencia y el valor económico de otros jugadores.

Si bien sabíamos que era vital jugar con “pierna fuerte”, como lo hicieron Bizera y Macaluso o Novick y Piriz durante todo el partido, era también medular jugar para los costados, buscar la espalda del rival y aprovechar al máximo la calidad de los pies de Aguiar y Pacheco.

Y así fue que les ganamos nuevamente, no solo porque fuimos más guapos, sino que además jugamos mejor al fútbol. Y he ahí la historia que pasa desapercibida en un club al que se le destaca su hombría y su fortaleza anímica. Ayer Peñarol fue una demostración de inteligencia, de efectividad y de jerarquía.

Me deja tranquilo que a pesar de los malos momentos podamos seguir estirando esta hegemonía histórica, con viejos capitanes como el eterno “Tony”, con hombres como Luis Aguiar que partido a partido se meten en el corazón del hincha, y con ídolos que forjan en este tipo de partidos como el botija Rodríguez.

Todos los clásicos dejan algo y este sin duda no fue la excepción. Más allá del presente deportivo, más allá de los problemas en la interna y más allá de los violentos que se hacen llamar hinchas y nos quisieron robar la fiesta de ayer, Peñarol hizo valer su legado histórico y se interpuso con su estirpe de eterno campeón.