Un semestre en 90 minutos
El equipo logró vencer a Fénix con una excesiva dificultad y prepara con más tranquilidad la semana clásica.
El objetivo, ya trazado hace meses, es vencer al tradicional rival. Más allá de los malos momentos, más allá del pésimo Torneo Apertura que está haciendo el carbonero, los muchachos preparan esta semana de manera especial.
La última escala antes de este gran encuentro fue el Fénix de Capurro, parada a la que la escuadra del Tito sorteó con un esfuerzo cuasi sobrehumano. Ni siquiera la diferencia de dos goles fue remedio para aliviar el nerviosismo que vivió mi equipo dentro de la cancha.
De todas formas los tres puntos significan una dosis de tranquilidad y confianza invaluables en momentos como este.
Además corresponde destacar la descollante actuación de Luis Aguiar quien se ha convertido en un bastión de este alicaído Peñarol. Y más aún cuando encuentra a su socio Jonathan Rodríguez, que a razón de velocidad ha sabido aventajarse sobre defensas rivales en reiteradas oportunidades.
Goncalves parará en la cancha a la base del partido pasado, a excepción de Núñez, quien sale a causa de una nueva lesión para dar ingreso al grandísimo Tony; y Lerda que saldrá por Castillo.
Yo apostaría a jugadores de mayor experiencia, colocaría a Albín por Gómez (quien no ha sabido demostrar su calidad), y a Estoyanoff por Mauro Fernández.
No tengo dudas de que se puede vencer nuevamente a Nacional tomando en cuenta los encuentros que ha disputado frente a equipos relativamente fuertes donde siempre ha dejado puntos (caso Defensor o Danubio).
Pero además tengo la convicción de que Peñarol va a salir a la cancha a disputar el clásico sabiendo la ilusión que el hincha tiene depositada en este match.
Encarando la semana con mucho énfasis en lo emocional, el plantel se acuarteló en Los Aromos donde dirigentes, glorias, y el propio Tito intentarán calar hondo en el corazón de los más jóvenes, tratando de marcar a fuego la importancia y la responsabilidad que significa vencer al rival de todas las horas.
Habrá que dejar de lado los frustrantes empates en cero, las lesiones, los “bloopers” y las inexplicables derrotas “de atrás”. Esta semana debe ser encarada como un campeonato aparte, como una nueva oportunidad de llenar de alegría a la mayoría del país.
La historia nos ha enseñado el camino, solo hace falta mostrarle nuevamente al Nacional de Montevideo los colores del viejo ferrocarril. No se necesita ser el Barcelona para amargarlos.