Semana rara la que nos toca vivir a los sudamericanos. Porque luego de tres partidos consecutivos donde remontamos un score en contra de manera heroica, volvemos a jugar un partido casi heroico frente a Wanderers.

Digo casi heroico porque perdimos, a pesar de que fuimos despojados por el línea Freire que vio una mano donde todos vimos gol de pecho. Y si no hubiese existido este despojo, hoy estaría hablando del Sud América de los milagros, que revierte cuatro partidos seguidos.

Pero no me quiero centrar en el horror del línea, sí quiero hablar de la actitud de este Sud América. Porque no es normal que en la última jugada del partido frente a El Tanque Sisley, un defensa suba a cabecear y meta el gol en la línea misma.

Tampoco lo es que a la semana siguiente un equipo chico le dé vuelta un partido a un grande como Peñarol, en los últimos quince minutos de juego luego de que el grande se ponga en ventaja.

Y si eso parece anormal, más lo es el hecho de empatarle al líder River Plate en los últimos cinco minutos, un partido que lo teníamos perdido por dos goles de ventaja.

Pero, aunque parezca mentira, más anormal es que luego de que Wanderers te haga un gol y quedes con dos jugadores menos por sendas expulsiones, pongas a tu rival durante media hora bajo los palos, sin que pase la mitad de la cancha, y logres el empate que luego el línea de manera ilícita te lo sacará de las manos.

Este es el Sud América que estamos viendo en el último mes, un equipo que ante la adversidad aprieta los dientes y molesta hasta el más pintado. Un equipo al cual nadie puede dar por muerto, ni siquiera muerto.

Pero yo me pregunto: ¿Qué pasaría si este equipo mordiera de la misma manera desde el comienzo del partido? ¿Qué pasaría si no esperara la adversidad para salir a rebelarse? En este corto período en Primera División, este plantel y este cuerpo técnico han demostrado que armas y voluntad tienen para lograrlo.

Tal vez sea el momento de intentarlo. Tal vez sea el momento de soltarse y ser heroicos los noventa minutos de juego. Fútbol, fuerza, calidad y voluntad sobra, es momento de proponérnoslo.

Faltan tres partidos, tres finales. Estamos con 15 puntos en la tabla, un número que si bien no es despreciable, aún no nos aleja del descenso. Si jugamos a ser heroicos desde el minuto cero, la pesadilla del descenso desaparecerá antes de los esperado.