Me tienen miedo, me tienen terror

Se viene el clásico y el Goes los tiene sin dormir.

31.jpg
Antes de arrancar la Liga nos daban por muertos, decían que íbamos a pelear el descenso. “¿Trajeron a Galeano, a Demian Álvarez, a Moglia? Son unos muertos, se van pa’ la B”. Lo escuché de varios hinchas de los de San Martín antes de empezar el campeonato. Algunos periodistas también nos daban entre los que iban a tener que luchar por zafar del descenso.
 
Yo creía  que le erraban feo, que teníamos equipo para meternos entre los ocho, y después ver qué pasaba. Que nombre a nombre había cuatro equipos quizá “despegados”, pero que en la cancha iban a tener que confirmarlo. Hebraica, Malvín, Defensor y Aguada a priori tenían mejores planteles y seguro se iban a meter entre los mejores; Trouville, Biguá, Atenas y nosotros íbamos a andar ahí, y quizá Olimpia y Nacional podían entreverarse. Al final la realidad es más o menos esa.
 
Salvo una cosa: no solo ya nos metimos entre los ocho, si no que estamos jugando un gran básquetbol, peleándole a todos y habiendo perdido solo dos partidos, y en los últimos segundos. A unos cuantos el Goes les tapó la jeta.
 
Y ahora todos los vecinos que decían que nos comían en dos panes, que teníamos una murga, que el clásico era una papita, están asustados. Es así, están preocupados, nos tienen miedo. Ahora “Demian es un fenómeno, De Gouveia siempre fue flor de jugador, Moglia aporta lo suyo, Marotta lee bien el juego”. Y no lo dicen porque de golpe sean medianamente objetivos y opinen sacándose la camiseta, lo dicen porque, resumiendo, están con un susto importante.
 
“Nosotros estamos para otra, jugamos la Liga Sudamericana”, dicen. Y todos sabemos que es mentira, que les importa el clásico y tienen miedo de perder con “la murguita que se va para la B”.
 
Los jugadores vinieron al Goes para jugar el clásico y para ganarlo. Lo tienen bien claro. Lo tiene claro Demian, que deja la vida en cada pelota; lo tiene claro Matías, que está jugando que es un infierno; lo tiene claro Marotta, que se le eriza la piel cuando siente a la hinchada alentar; lo tiene claro Feeley, que es un señor jugador de básquetbol; lo tiene claro Miller, que con su locura disfruta de la tribuna cantando todo el partido. Lo tienen claro los jugadores, Lovera, los dirigentes. Y, por las dudas, los hinchas nos encargamos de dejarlo más claro en los últimos partidos.
 
El Palacio Peñarol espera. Esto es básquetbol y cualquier cosa puede pasar. Pero hay algo de lo que no hay ninguna duda: en la tribuna la fiesta va a ser misionera y, dejando todo, hay que trasladarla a la cancha. ¡Vamo’ que el clásico es nuestro! ¡Tranquilo el Goes carajo!
 
Ya lo dice Carlitos Corti: “Me tienen miedo, me tienen terror”…