Terminó la pesadilla

Peñarol finalizó uno de los peores campeonatos de su historia en la octava posición, tras una nueva derrota.

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Llegó el momento que todos los manyas del planeta estábamos esperando. ¡Al fin se acabó este suplicio! No va a ser difícil olvidar el sufrimiento y la humillación tras este torneo corto, aunque no sería recomendable hacerlo.

Debemos tomar los errores cometidos en este semestre como ejemplo de lo que no se debe hacer. Este criterio debe ser utilizado en varias áreas (contrataciones, cuerpo técnico, sanidad, entre otros).

Entiendo que debemos realizar un cambio sustancial en el club si pretendemos dejar atrás este trago amargo. Debemos empezar por cambiar la base del equipo (principalmente la defensa), donde han jugado muchachos que no han estado a la altura de un club como Peñarol.

Concretamente el sector de los laterales ha sido una constante frustración, posición en la que ningún jugador ha logrado mantener la titularidad a lo largo de la competición.


También me he cuestionado acerca de la continuidad de Tito al mando del plantel principal. Creo que Goncálvez tiene el carisma y la confianza de un verdadero líder, pero los resultados tampoco lo han respaldado y a la hora de declarar ha demostrado inexperiencia y quizás hasta un poco de soberbia.

Luego de estos magros seis meses, me he tenido que esforzar realmente en encontrar aspectos positivos a resaltar, aunque la victoria clásica ha sido sin duda el punto más disfrutable de julio a esta parte.

Con un gran planteamiento por parte del Tito (hay que decirlo) y una descollante actuación de Pacheco, Aguiar y el botija Rodríguez, el campeón del siglo se permitió terminar el año habiendo vencido al tradicional adversario en cada oportunidad que tuvo.


Otro de los puntos altos fue sin duda el rendimiento que demostró Jonathan Rodríguez, quien además de anotar un doblete en el clásico fue el goleador de Peñarol y terminó jugando en un excelente nivel. Con una velocidad de otro continente y una gran calidad a la hora de definir, “Cabecita” logró alimentar la ilusión de los cientos de miles de hinchas.

Quiero imaginar a un consejo directivo preocupado y en constante debate por salir de este agujero en el que no merecemos estar. Quiero que traigan jugadores de jerarquía que estén dispuestos a cambiar esta situación. Quiero que no les pese la responsabilidad de decir que no.

Quiero, en definitiva, para el 2014 ver a otro Peñarol.

Que tengan unas fiestas en paz,

Iker.