Vuelta a la realidad

Peñarol volvió a dejar puntos, esta vez ante Juventud de Las Piedras.

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Durante la semana clásica hicimos énfasis en la importancia que tenía el enfrentamiento con Nacional, al punto de que dijimos que había que dejar atrás el pésimo campeonato que veníamos haciendo para tomarlo como un torneo aparte.

Así fue que Goncalves consiguió que los jugadores se deshagan de la presión que existía sobre ellos para lograr vencer al tradicional rival.

Pero luego de la euforia era necesario volver a conectarse con la realidad. El campeonato no había terminado y el equipo había conseguido acercarse mínimamente en la tabla anual.

Lo cierto es que el carbonero no repitió su actuación y volvió a ser ese cúmulo de desatenciones, pases malogrados y nerviosismo al que estábamos ya acostumbrados.

La vuelta a la realidad fue dura, así lo hizo sentir la gente. Los mismos que con inmensa alegría festejamos la clásica victoria, nos vimos decepcionados ante una nueva muestra de mediocridad por parte de este plantel. Queríamos seguir de largo, poner de una vez por todas a la locomotora en marcha, pero no fue así, no fueron capaces de romperle el cero al tímido equipo pedrense.

La línea de cuatro volvió a mostrar falencias: Raguso, a pesar de su voluntad, no merece jugar en Peñarol, Macaluso sigue siendo Macaluso, Baltasar Silva ha bajado muchísimo su nivel y Bize(se lesiona al mencionarlo)ra debe resolver cuanto antes sus problemas físicos si prentende continuar jugando para el decano.

En la zona de volantes el nivel fue totalmente decadente respecto al clásico, siendo Aguiar y Fernández los claros exponentes de este declive.

Por último poco podemos decir sobre Pacheco y Rodríguez, a quienes les llegó el balón en cuenta gotas y no pudieron efectivizar las pocas chances que tuvieron.

Corresponde plantearse entonces qué es lo que hace que un equipo pueda variar su rendimiento de manera tan abrupta. ¿Será la motivación? ¿Será la preparación física? ¿Será el peso de la historia?

Yo no encuentro mejor motivo para salir a ganar todos los partidos por igual, que el privilegio de poder vestir la camiseta amarilla y negra. ¡Déjense de joder y empiecen a ganar!