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Esa fue la cantidad de días que estuvo Defensor sin ganar un partido. El domingo se cortó la racha.

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Ganamos. Ganamos. Ganamos. Ganamos. No me voy a cansar de decirlo. La felicidad me va a durar hasta el miércoles por lo menos, lo juro. 

¿Ganamos jugando mal? Sí. ¿Jugamos peor que contra la U de Chile? Sí, también. ¿Estábamos pidiendo la hora contra Juventud, jugando con uno más? Sí, todo esto es innegable. Pero no me importa, esta vez no. Ganar era importantísimo para recuperar la confianza. El domingo, no importó la forma.

En el pitazo final, respiramos aliviados. Desde el 7 de noviembre de 2013, aquel 5 - 3 con Nacional, que Defensor no cosechaba victorias. Acá se corta la racha, acá empezamos a cambiar la historia, de nuevo.

El cuadro empieza a mostrar signos positivos, que se vieron sobre todo en Chile. Un cuadro mejor parado, con más solvencia e inteligencia para jugar. El domingo no vimos nada de esto, es cierto, pero sí hubo más rebeldía, eficacia a la hora de convertir y las manos de Martín. A Campaña le debemos el partido entero contra Juventud.

Se notaron los nervios, tal vez las ausencias de los más grandes, como Nico, Regueiro o Fleurquin por momentos. Y lo más increíble es que aunque nos fuimos con gran tranquilidad al entretiempo, salimos a sufrir al segundo. No podemos aguantar un partido, hace tiempo que nos cuesta cerrarlos.

En Chile nos pasó lo mismo. Estuvimos a 10 minutos de llevarnos al menos un punto y nos llegó el gol inesperado. Nos pesa la desconcentración y muchísimo.

Y la desconcentración ahora me gana a mí de cara al miércoles. Qué lindo ver el Franzini vestido de Libertadores. Ojalá aparezca ese Defensor enfocado, con un planteo de juego inteligente. Y que también aparezcan los goles, los momentos afónicos que tanto disfrutamos y que merecemos volver a tener.

A llenar el estadio el miércoles y alentar a los colores más lindos del mundo.

Que esta vez los días sean solo tres.