¿Cómo te quedó la garganta?

El sabor de los goles: el primero a revancha deportiva, el segundo a furia, el tercero a poesía. Y vos ahí, trepado al alambrado, o parado en la tribuna, en un grito interminable.

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De movida

En el Torneo Apertura Liverpool ha demostrado ser muy fuerte en el juego aéreo, sacamos un plus en el área rival con jugadas preparadas. En este partido se notó desde el comienzo.

La primer pelota quieta casi se mete, Campaña dio rebote y tapó nuevamente. Esto evidenciaba dos cosas: que mantenemos potencial ofensivo en ese tipo de jugadas y que el golero de Defensor era difícil de vulnerar.

El primer tiempo fue muy movido, mucha dinámica y llegadas sobre los dos arcos. Nuestro sector izquierdo de la defensa no pasaba su mejor momento. Almeida se metía en posición de zaguero y Filgueiras quedaba muy adelantado cuando Defensor atacaba. De esta manera Pais y Pintos tuvieron muchas facilidades para atacar por ese sector y pudo habernos costado muy caro.

Caué Fernándes hizo una gran tarea, despejó el peligro en todo momento. Arriba Aguirre estaba insoportable, peleó cada pelota y sacó oro de jugadas perdidas.

El penal fue penal, la ejecución fue inatajable para GuIlle. Ese uno a cero parecía difícil de remontar. Otra vez el Franzini, otra vez Defensor, historia que ya conocíamos. 'Ya ni me acuerdo cuándo fue la última vez que le ganamos a Defensor en su cancha', pensé.

Remontada

En la arenga previa al segundo tiempo, el Papa fue presagioso, “Estamos perdiendo las pelotas divididas, hay que ganar los rebotes”, dijo el capitán.

Con el mismo ímpetu, pero con más orden, salió el negro a la cancha. Los cambios de Favaro fueron acertados: Ravecca para contener la velocidad de Regueiro, Tamareo para darle más marca al mediocampo tras el calambre de Freitas y Puglia para ponerle picante a la ofensiva.

Esto generó que se contuviera mejor el avance del rival, Defensor ya no llegaba, pero nosotros tampoco lo hacíamos.

Nuevamente un centro, nuevamente Caué por arriba, como toda la tarde, pero esta vez en el área rival. Un cabezazo cargado de revancha deportiva, un símbolo de la fortaleza anímica de un jugador que demostró que sabe hacer lo más difícil: reponerse ante las situaciones adversas. Gol, mirada al cielo y a la tribuna, abrazo con los compañeros de un grupo unido.

Luego, aprovechar errores. Aguirre fue implacable, le dejaron la pelota boyando y con su habitual clase, se sacó dos hombres de encima a velocidad y, cuando le salió el tercero, definió en carrera, con potencia y precisión. Golazo. Dos a uno, se daba vuelta el resultado y la garganta se te ponía roja.

El tercero, ¡qué tercero! Otra vez Defensor sale mal del fondo, pero todo eso quedó opacado cuando la agarró el capitán, le hizo un mimo a la pelota y esta fue mansita a guardarse en el rincón más lejano del arco, feliz de ser tratada tan bien. La magia y la poesía de un grito de gol, a vos también te dieron ganas de abrazar al Papa.

Lo que queda

La tranquilidad de haberse sacado a un rival difícil, de visitante y en el debut. La alegría de haber dado vuelta un resultado, con la categoría intacta.

La esperanza tras ver el ahínco con que los jugadores disputaron cada pelota, cada centímetro de la cancha.

La ilusión, porque los muchachos demostraron que tienen pasta para levantarse y ganar con fútbol. La preocupación, porque si queremos salir campeones hay que mejorar algunas cosas.

El orgullo de ser hincha de este equipo, así en la derrota como en la victoria, pero orgullo por ver cómo los jugadores son hinchas también y están mentalizados en el mismo objetivo que nosotros.

La certeza de que se van a ganar muchos partidos, alguno se podrá perder, pero que los muchachos van a dejar todo por cumplirnos el sueño de llegar a los cien años con una copa.

Y si la garganta te quedó así ahora, ni te imaginas cómo te va a quedar al final del campeonato.