Prohibido tropezar
Peñarol hizo un debut previsible e incluso hasta aceptable teniendo en cuenta el tiempo que tuvo el nuevo técnico para preparar el plantel.
Con un excesivo nerviosismo y una alarmante imprecisión, el actual Campeón Uruguayo disputó los primeros minutos del encuentro como si siguiera empantanado en el Apertura, como si estas semanas de preparación no hubieran cambiado nada.
Consecuencia de este nerviosismo es el gol de River, acaecido tras un error de Juan Castillo. Esto significaba más que un uno a cero adverso, sino que implicaba comenzar otro campeonato perdiendo de manera humillante y jugando terriblemente mal.
Con el correr de los minutos, el aurinegro se fue afianzando en el terreno de juego y los primeros vestigios del juego de Fossati empezaron a hacerse ver. Con escaladas por parte de Baltasar Silva y un Zalayeta batallador, el carbonero se fue al entretiempo lamentándose no haber podido lograr el empate.
La segunda mitad empezó con la introducción de Jorge Rodríguez por Lima y Orteman por Piriz. Con estos cambios el mirasol se adueñó de la mitad del campo y, aunque sufría con los contragolpes darseneros, tenía más el balón pero no lograba concretar.
Los minutos se consumían y el tímido River parecía llevarse el partido como quien no quiere la cosa, pero una corrida magistral del recién ingresado Mauro Fernández puso el partido uno a uno a falta del diez minutos del final.
Sobre la hora llegó el penal y la conversión del gran capitán que le permitió al Campeón del Siglo debutar con una victoria. No sobró nada, pero son tres puntos que permiten al nuevo cuerpo técnico trabajar una semana con tranquilidad.
Es ese tipo de triunfo que tanto extrañaba el hincha del decano, que permiten restaurar la moral y poder aspirar a más. No podemos hablar de debut soñado ni mucho menos, aùn falta un largo camino por recorrer en el que está prohibido tropezar.