Un justo castigo
Cuando ya no quedaba nada Wanderers consiguió un muy festejado empate, aunque mereció ganar.
Como suele acontecer en los últimos años, cada enfrentamiento ante Liverpool resulta ser un partidazo, con muchos goles y emociones hasta el final.
El sábado no fue la excepción, y tanto espectadores como televidentes pudieron disfrutar del mejor encuentro de la fecha.
El arranque del partido mostró un Wanderers desconcentrado y dormido, duele decirlo pero así fue. En un minuto el negriazul generó dos chances muy claras, y en la segunda Pezzolano no perdonó. Mientras le gente se acomodaba en la tribuna ya estábamos 1-0 abajo. Otra vez a remar de atrás.
Sentimos el impacto de ese gol tempranero, nos costaba mucho progresar de manera prolija. Hasta los 30’ ellos fueron superiores, pero de allí en adelante nos adueñamos del partido, la pelota pasó a ser nuestra y, como ya es costumbre, físicamente nuestros jugadores empezaron a marcar diferencias.
En ese último cuarto de hora tuvimos tres chances claras para irnos al descanso con un empate, pero De Amores parecía tener una muy buena tarde. Al finalizar los primeros 45’ los hinchas teníamos la sensación de que el partido se podía dar vuelta.
A pocos minutos de comenzar el segundo tiempo recibimos otro duro golpe. Quedamos mal parados y de contra Liverpool se puso 2-0. La historia se ponía ahora muy complicada. Estábamos dos goles abajo, que pudieron ser tres, pero el vertical derecho nos dio una manito.
Arias mandó a la cancha a Albarracín, quién por derecha tuvo los mejores minutos que le vi en Wanderers. A los pocos minutos debutó el pibe Kevin Ramírez, también fundamental para la remontada.
Cuando promediaba la segunda etapa “Chapa” Blanco definió con gran calidad y frialdad tras gran jugada de Albarracín. Aún faltaba mucho y éramos muy superiores.
Lo que sucedió desde ese momento me resultó indignante. El local decidió que el partido no se jugara más. Es habitual que el equipo que va ganando no se apure, o haga un poco de tiempo, todos lo hacen y es algo aceptado. Pero esto fue una vergüenza, avalada por el impresentable Fedorzuck, quién debería dedicarse a otra cosa.
El arquero De Amores sufrió tres “calambres” en ese lapso final, sumado a otra dolencia similar de Aguirre, parecía joda. El juego se paró cuatro veces para que ingrese la sanidad, se perdieron más de 10 minutos.
Durante los pocos minutos que se pudieron jugar los pasamos por arriba. Dispusimos de muchas chances, dos de ellas de Ramírez que increíblemente dieron en el caño derecho.
Daba impotencia no llevarse nada. Pero en la última jugada llegó el empate de Bueno y la tribuna se vino abajo.
El empate fue un merecido castigo a la mediocridad que mostró Liverpool, que tiene un plantel de gran categoría, para hacer otra cosa. Para nosotros significó un gran desahogo, pero con algo más de suerte y un árbitro capacitado no tengo dudas que el partido se ganaba.
Ellos se quejan por los 6’ que adicionó el juez. Teniendo en cuenta lo sucedido más los cambios realizados (todos) debieron agregarse más de 10. Si alguien se vio perjudicado con esto fue Wanderers.
Si bien perdimos dos puntos, creo que el envión anímico que nos dio este encuentro nos va a hacer ganar muchos más.
Una vez más estos gurises dejaron todo y le asestaron un duro golpe al antifutbol.
¡Vamos los pibes!